jueves, 27 de julio de 2017

Rompiendo lanzas para los Protestantes

Cualquiera dirìa que los Protestantes han sido y son los adalides de la libertad religiosa, sin embargo, debemos saber que aquellos tambien fueron unos (y lo siguen siendo), feroces perseguidores de la verdad de la Biblia. 
Las persecuciones protestantes y de manera especial repugnantes es el hecho de que eran  por completo incompatibles con las doctrinas fundamentales del Protestantismo. 
¡El derecho a la interpretación personal en materia religiosa! 
¡Nada puede ser más ilógico que primero afirmar que uno puede interpretar la Biblia a su antojo, 
para después torturar y matar a otros por haber hecho eso mismo!.

No podemos ni debemos olvidar que los Protestantes 
tambien fueron agresores de la misma manera que la Iglesia Catòlica.
Los Protestantes trataban en esos tiempos de destruìr a la Iglesia Catòlica para reemplazarla por algo nuevo.
Toda persecuciòn es negativa, pero en este caso esas dos partes (la Iglesia Catòlica y los Protestantes), se llevan la palma.
En todo caso el argumento de que, las persecuciones por herejìa perpretados por los catòlicos, constituyen una razòn por la cual no se debe entrar en la Iglesia Catòlica, no es ni una mota de polvo  mayor que el argumentos similar a la entrada de las Iglesias Protestantes.
Ambos han merecido su culpa en todo esto. Y lo que se aplica a uno, se aplica tambien al otro.

Baltimore acogió entre los inmigrantes ingleses, incluso a los odiados por los puritanos, es decir, a los católicos. En enero de 1691, el nuevo régimen trajo dificultades para los católicos, los protestantes clausuraban sus iglesias y les prohibían enseñar en forma pública.

Pero el pequeño puesto de avanzada de tolerancia práctica católica había dejado su huella en la comunidad. (Pilgrims in Their Own Land: 500 Years of Religion in America, New York: Penguin, 1984, 83, 85-86)
Lord Baltimore permitió a cientos de puritanos, rechazados de la episcopalista Virginia, a entrar a Maryland en 1648. (Ver Ellis, abajo, p. 37)

B. John Tracy Ellis
Por primera vez en la historia todas las iglesias serían toleradas y ninguna sería el agente del gobierno.

Católicos y protestantes en términos de igualdad y tolerancia, características desconocidas en la madre patria.

El esfuerzo fue en vano, los puritanos en octubre de 1654 rechazaron el acto de tolerancia y proscribieron a los católicos, condenando a diez de ellos a muerte, cuatro de ellos fueron ejecutados.

Desde 1718 hasta el estallido de la Revolución, los católicos de Maryland fueron separados de la participación en actos públicos, por no hablar de las leyes en contra de sus servicios religiosos y escuelas de instrucción católica.

Durante el medio siglo que los católicos gobernaron Maryland, no fueron responsables de un solo acto de opresión religiosa. (American Catholicism, Garden City, NY: Doubleday Image, 1956, 36, 38-39)
C. Oxford Dictionary of the Christian Church
En el siglo XVII los más notables casos de tolerancia fueron las colonias de Maryland, fundada por Lord Baltimore y católicos perseguidos, en 1632, quienes ofrecieron asilo también a los protestantes; y de Rhode Island, fundada por Roger Williams. (Cross, 1383).

Las historias de intolerancia religiosa protestante en Norte América antes de 1789, podrían contarse sin parar.
 Jefferson y Madison, en su tarea de impulsar la libertad religiosa, fueron inspirados por las riñas entre protestantes por la dominación y no por los enfrentamientos en Europa después de la Reforma.
Hasta aquí se trata de la era inmediata a la Revolución Protestante – alrededor de 1517 a 1600, estos son ejemplos tìpicos de intolerancia religiosa por los Protestantes.

6. Conclusión (Will Durant)
El principio que la Reforma había sostenido durante sus primeras fases, el derecho a la libre interpretación, fue por completo rechazado por los líderes protestantes, como lo hicieron los católicos desde su principio. La tolerancia fue menor después de la Reforma que antes de ésta. (Durant, 456; referring to the year 1555).

Lutero habla de Zwinglio y sus seguidores
Zwinglio fue un gran codicioso, no ha aprendido nada de mí. Escolampadio considera que ha aprendido o escuchado suficiente de mí. (Grisar, IV, 309; in Table Talk, 1540)
Los zwinglianos luchan en contra de Dios y los sacramentos como los más inveterados enemigos de la Palabra divina. (Janssen, V, 220-221; LL, III, 454-456)
Sería mejor anunciar la eterna condenación antes que la salvación, frente al estilo de Zwinglio o Escolampadio. (Daniel-Rops, 85)
Los Zwinglianos creen que la Eucaristía es simbólica en su totalidad (quizás la posición más aceptada entre los protestantes hoy día).
 Por lo tanto, cualquiera que crea eso mismo tendría que haber declarado lo mismo que el Dr. Lutero, quien con firmeza sostiene la consubstanciación, esto es, la Presencia Real del Cuerpo y la Sangre de Cristo, presentes en la comunión, en el pan y en el vino.

3. Lutero habla sobre Bucero

""Ellos piensan mucho sobre sí mismos, lo cual, por supuesto, es la causa y la fuente de todas las herejías. Así, Zwinglio y Bucero presentan una nueva doctrina, cosa muy peligrosa es el orgullo en el clero. (Grisar, VI, 283; WA, Vol. 38, 177 ff.)
Un chismoso, reprobado una y otra vez, desconfío de él, Pablo dijo (Tito 3:10) Un hereje, después de la primera y segunda advertencia, evítenlo. (Grisar, VI, 289; Table Talk, ed. Mathesius / Kroker, 154, 253).""

4. Calvino habla sobre Lutero y los luteranos
""¿Qué pensar sobre Lutero?, no lo se, su firmeza se mezcla con una buena dosis de obstinación. 
Nada está a salvo mientras su ira contenida nos agita. Lutero nunca será capaz de unírsenos en la verdad pura de Dios. 
El ha pecado de vanagloria, también de ignorancia y de la más burda extravagancia, por los absurdos que nos ha impuesto, ¡cuando dijo que el pan es el verdadero Cuerpo!, un error muy grave. 
¿Qué puedo decir de su partidarios?, ¿no fantasean ellos mucho más de lo que lo hacía Marción respecto al Cuerpo de Cristo? 
Por tanto, si usted tiene influencia o autoridad sobre Martín, úsela para que se rinda a la verdad, a la que ataca de manera manifiesta en la actualidad. 
Ingénieselas para que Lutero deje de llevar esa carga. (Dillenberger, 46-48; letter to Martin Bucer, January 12, 1538)
Estoy cuidando de que el Luteranismo no gane terreno ni sea introducido en Francia. 
El mejor medio para frenar al malvado sería el publicar mi sentir respecto a él. (Dillenberger, 76; letter to Heinrich Bullinger, July 2, 1563),""


5. Melanchthon habla sobre Zwinglio
El tímido Melanchthon dedicó al menos un arrebato en contra de Zwinglio: Zwinglio casi no dice nada acerca de la santidad cristiana. Sólo sigue a los Pelagianistas, a los Papistas y a los filósofos. (Daniel-Rops, 261).

6. Lutero habla sobre los Herejes Protestantes
""Heresiarcas, permanecen con obstinación en su engreimiento. No le permiten a nadie encontrar una falta en ellos ni favorecen la oposición. Este es el pecado en contra del Espíritu Santo, para el que no hay perdón. (Grisar, VI, 282; WA, Vol. 19, 609 ff.)
Esos son herejes y apóstatas, siguen sus propias ideas en lugar de la tradición de la cristiandad, por pura malicia inventan nuevas formas y métodos. (Grisar, VI, 282-283; WA, VII, 394).""

Grisar añade:
En su estado de ánimo, se hizo imposible para él, darse cuenta de que su hostilidad y la intolerancia hacia los ‘herejes’, podría redundar en sí mismo. (Grisar, VI, 283).


Debemos censurar a los fanáticos y maldecirles. Ellos se atreven a señalar deficiencias en nuestra doctrina, esa chusma de bellacos hace gran daño a nuestro Evangelio. (Grisar, VI, 289; EA, Vol. 61, 8 ff.)
Les estoy pisando los talones a los Sacramentalistas y Anabaptistas, los retaré a pelear y los pisotearé. (Daniel-Rops, 86)
Sacramentalistas eran aquellos que negaban la Presencia Real en la Eucaristía. Por ejemplo: Zwinglio. Es necesario decir que las Escrituras condenan el engreimiento. Rom 12:16. Ver también: Prob 3:7, Rom 11:20, 12:3, 1 Cor 3:18, 8:2, Efe 2:9

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iii. El saqueo como un agente de la revolución religiosa

1. Observaciones Generales
A. Hillaire Belloc
Durante 1536-40 su suscitó un cambio. La tentación de saquear bienes de la Iglesia y el hábito de hacerlo habían aparecido y estaban creciendo. Esto creó con rapidez un interés personal para promover cambios en la religión. Los que atacaron a la doctrina católica, por ejemplo, el celibato en las órdenes monásticas, les abrieron la puerta a los príncipes para tomar los cuantiosos bienes de la Iglesia. Las propiedades de los conventos y monasterios fueron saqueados en grandes cantidades en muchas partes de la cristiandad, en Escandinavia, las Islas Británicas, el norte de Holanda, gran parte de Alemania y en muchos cantones en Suiza. Los bienes de los hospitales, colegios, escuelas, gremios, no fueron incautados en su totalidad. Sin embargo, un cambio económico de esa magnitud en tan corto tiempo, es algo que la civilización no ha vuelto a ver. Los nuevos aventureros y los aristócratas, que de la noche a la mañana se habían enriquecido, consideraron que el regreso de la Iglesia Católica representaba una amenaza para sus inmensas nuevas fortunas. (Belloc, 9-l0).

B. Will Durant
Las ciudades se encontraron con un Protestantismo muy rentable, a cambio de la distorsión teológica, ellos escaparon de los impuestos y las cortes episcopales, y se podían apropiar con tranquilidad de las tierras y propiedades de la Iglesia. Los príncipes no solo se consideraban señores temporales, sino también espirituales, de esta manera, toda la riqueza de la Iglesia podía considerarse suya. Los príncipes simpatizantes del movimiento luterano clausuraron todos los monasterios en sus territorios excepto algunos en los que sus internos habían abrazado la fe protestante. (Durant, 438-439).

C. Henri Daniel-Rops
Desde el principio, la rebelión espiritual de Lutero desató la avaricia. Los gobernantes alemanes, los monarcas escandinavos y Enrique VIII de Inglaterra tomaron ventaja del rompimiento con el tutelaje papal, apropiándose tanto de la riqueza como del control de la Iglesias respectivas. (Daniel-Rops, 309-310).

 
2. Melanchthon habla de los príncipes
Lo último que les importa es la religión, ellos están ansiosos sólo por tener el poder en sus manos, para liberarse así del control de los obispos. Los príncipes se escudan en el Evangelio para saquear las iglesias. (Durant, 438, 440).

3. Un precedente: Los Husitas
Los protestantes habían aprendido de los Husitas, pobladores de la región de Bohemia que seguían al hereje John Hus, a quien Lutero aclamaba como uno de sus precursores. Después de la ejecución de Hus en 1415, celosos ejércitos, campesinos en su mayoría, seguidores de Hus, masacraron y robaron los monasterios de Bohemia, Moravia y Silesia a su paso, como represalia. (Durant, 169).

4. Gustavo Vasa de Suecia

En Suecia, Gustavo Vasa privó a la Iglesia de todas sus tierras. La proporción de las tierras en poder de la corona durante su reinado aumentó del 5,5% al 28%. La de la Iglesia, del 21% a cero. (Dickens, 191).

5. Escocia e Inglaterra
Los “grandes” nobles escoceses, respaldaron a la revolución religiosa ya que ésta les otorgó el poder de saquear a la Iglesia y a la monarquía al por mayor. (Belloc, 112)
De la misma manera, la Reforma Inglesa fue llevada a cabo, de forma principal, mediante el saqueo perpetrado desde los más altos nivel del poder.

6. El rechazo de Erasmo hacia el saqueo protestante
El gran pensador europeo y hombre de letras, Erasmo, quien favorecía la Reforma en sus inicios, se torno en contra de ésta al observar sus frutos, unas semanas antes de la Dieta de Worms, el 10 de mayo de 1521 escribía acerca de quienes codician los bienes de la Iglesia:
Esto sin duda le da un giro a los acontecimientos, si las propiedades de los sacerdotes les son quitadas por los soldados de esa manera tan inicua, para que éstos las usen de la peor manera, desperdiciándola a su propio beneficio, entonces nadie sale beneficiado. (Erasmus, 157)
Avaladas por ley de manera estricta, castigables con el destierro. (Grisar, VI, 264)
Calvino, en Ginebra, también impulso un despotismo religioso que llegaba a un grado absurdo.

9. Conclusión (Owen Chadwick)
Los estados Protestantes no cuestionan que la enseñanza de doctrinas desaprobadas por ellos sean prohibidas. Tampoco cuestionan que el estado promulgue leyes para estimular la asistencia a las iglesias. En la Inglaterra anglicana, en la Alemania luterana y en la Holanda reformada, los ciudadanos son merecedores de castigos si, a menos que tengan alguna buena razón, fallan en la asistencia a sus iglesias parroquiales. (Chadwick, 398
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v. Radicalismo violento y la revolución protestante

1. La revolución de improperios de Lutero
Si tuviera a todos los frailes franciscanos en una sola casa, le prendería fuego. ¡Al fuego todos ellos! (Grisar, VI, 247; Table Talk [edited by Mathesius], 180; summer 1540)
Es una obligación el vencer al Papa usando la fuerza. (Grisar, VI, 245; EN, IV, 298)
Los poderes espirituales, así como los temporales, tendrán que sucumbir al Evangelio, ya sea por las buenas o por las malas, como se puede ver el ejemplo en la historia bíblica. (Janssen, III, 267; letter to Frederick, Elector of Saxony, 1522).

2. Zwinglio
Zwinglio también tenía marcadas tendencias militares.
Zwinglio había llegado demasiado lejos y declararó que la masacre de obispos era necesaria para el establecimiento del Evangelio purificado. En 4 de mayo de 1528 escribió: Los obispos no desistirán a su fraude, hasta que el segundo Elías aparezca y una lluvia de espadas caiga sobre ellos. Es más prudente arrancarse un ojo inútil que dejar el cuerpo sujeto a la corrupción. (Janssen, V, 180; Zwingli’s Works, VII, 174-184)
Zwinglio murió junto con 24 predicadores afines a él, en la batalla de Kappel, a unas cuantas millas al sur de Zurich el 11 de octubre de 1531. Ante esta noticia, Lutero reaccionó con alegría. Este acontecimiento ayudo a que Bullinger sucediera a Zwinglio, siendo el más leve y moderado de todos los fundadores protestantes.
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vi. Muerte y tortura para católicos, protestantes disidentes y judíos


1. Lutero 

 ""Hay quien enseña contradicciones a algunos reconocidos artículos de fe, con evidencia fundamentados en la Escritura y que son creídos por buenos cristianos en todo el mundo, como se les enseña a los niños en el Credo. 
Herejes de esta calaña no deben ser tolerados, sino castigarlos como manifiestos blasfemadores. 

Si alguno desea predicar y enseñar, debe demostrar su vocación para hacerlo o permanecer en silencio. 

Si no permanece en silencio, entonces las autoridades civiles deberán conducir al sinvergüenza con su maestro, llamado Master Hans (esto es, el verdugo de la horca). (Janssen, X, 222; EA, Bd. 39, 250-258; Commentary on 82nd Psalm, 1530; cf. Durant, 423, Grisar, VI, 26-27)
Los artículos de doctrina sediciosos deben ser castigados por la espada, sin necesidad de pruebas. 
En cuanto a los Anabaptistas, que niegan el bautismo en la infancia, el pecado original y la inspiración, lo que no tiene relación con la Palabra de Dios y con certeza se opone a ésta, las autoridades civiles también están obligadas a limitar y castigar sus falsas doctrinas. 
Tan solo piensen ¿qué desastre resultaría si los niños no fuesen bautizados? 
Además, los Anabaptistas se separaron de las iglesias y crearon un ministerio propio, lo cual es contrario al mandamiento de Dios. 
Por todo lo anterior, resulta claro que las autoridades civiles están obligadas a imponer un castigo corporal a estos agresores. 
También, cuando se trata de un sólo caso de defensa de algunos postulados espirituales, tales como el bautismo infantil, el pecado original y la separación innecesaria, entonces, llegamos a la conclusión de que, los obstinados sectarios deben de ser aniquilados. (Janssen, X, 222-223; pamphlet of 1536).""

Bullinger notó la contradicción de Lutero, quien apelaba a la tradición para castigar a los herejes, pensó que era en realidad ridículo y que debía situarse en la realidad de que la Iglesia había hecho esto por largo tiempo. 
Si el argumento de Lutero basado en que “así se ha interpretado siempre” fuese admitido, entonces, la propia doctrina de Lutero se cae por su propio peso, ya que su doctrina no es la misma que ha enseñado la Iglesia de Roma. (Grisar, VI, 259; letter to Albert, Margrave of Brandenburg)

La consistencia lógica nunca fue uno de los puntos fuertes de Lutero. Grisar comenta:
"Cada seguidor de su evangelio que discrepaba con su visión, estaba destinado a ser encasillado como un hereje impío. Lutero nunca dudó que había descubierto un nuevo evangelio." (Grisar, VI, 238).

Son bien conocidos los hechos de Lutero, referidos por fuentes no católicas acreditadas, acerca de sus prácticas persecutorias en contra de protestantes no-luteranos.
En 1530 perseveró en el criterio de que dos ofensas deberían ser castigadas, incluso con la muerte, éstas son la sedición y la blasfemia. 
Lutero interpretó como sedición incluso alguna abstención en el gobierno o la milicia, y el rechazo a algún artículo de los Apóstoles como blasfemia. 
En un memorando de 1531, escrito por Melanchthon y firmado por Lutero, un rechazo de la oficina gubernamental fue descrito como una blasfemia insufrible, y la desintegración de la Iglesia como sedición en contra del orden eclesiástico. 
En un memorando de 1536, otra vez por escrito y firmado por Melanchthon y Lutero,  la distinción entre los Anabaptistas pacíficos de los rebeldes, fue borrada. (Bainton, 295)
Bajo los múltiples criterios de Lutero acerca de la herejía, la sedición y la blasfemia, los siguientes grupos hubieran merecido la pena de muerte:
 Bautistas, Pentecostales, muchos de los Evangélicos independientes, Operación Rescate activistas en pro de la vida, activistas a favor de los derechos civiles, Abolicionistas, Los Padres Fundadores de América, muchos Liberales y Conservadores, Comunistas y Socialistas, miembros de comunas, los Hermanos Libres (Plymouth Brethren), Menonitas, Cuáqueros, Amish, humanistas y ateos, todas las religiones no cristianas, los teólogos liberales, cultos, etc. Es muy significativo observar cómo Lutero se traslado de la tolerancia a la tiranía religiosa, y cómo fue creciendo ésta en él.
En 1520 decretó: “cada hombre es un sacerdote” y agregó “debemos vencer a los herejes con libros, no con la hoguera” (Open Letter to Christian Nobility, Luther’s Works, Philadelphia, 1943, I, 76, 142)
Pero un hombre que tiene la “certeza” de tener a la Palabra de Dios en su poder, no tolerará ninguna contradicción. En 1529 ya hacía algunas distinciones delicadas:
Incluso los incrédulos deben ser forzados a obedecer los Diez Mandamientos, asistir a la iglesia, que se ajusten en lo exterior. (Letter of August 26, 1529 to Joseph Metsch)

En 1530, en su comentario al Salmo 82, aconsejaba a los gobernantes privar de la vida a los herejes que predicaran la sedición o en contra de la propiedad privada y a aquellos que enseñaran en contra de los artículos de fe. (WA, XXXI, 1, 208 ff.).

Debemos notar, no obstante lo anterior, que hacia el final de la vida de Lutero, éste retorno a sus primeros sentimientos de tolerancia. En su último sermón aconsejó el abstenerse de combatir la herejía por la fuerza. (Will Durant, 420-423)
De nueva cuenta, como en el caso de la Revuelta de los Campesinos, fue muy tarde para corregir el camino, su fin llegó. Durant nos ofrece ejemplos de persecución de “reformadores” después de Lutero (Durant, 423-425): Bucero urgió la desaparición de toda falsa profesión de fe, junto con sus esposas, hijos y ganado (Bax, Ibíd., 352). Melanchthon insistió en usar la pena de muerte para los que rechazaran la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, a los que negaran el bautismo a los niños (Smith, 177), y la creencia de que algunos paganos se pueden salvar (Janssen, IV, 140-141). Demandó la desaparición de aquellos libros que se opusieran o estorbaran a la doctrina luterana (Janssen, XIV, 503). Los estados protestantes suprimieron el culto Católico y se apoderaron de sus bienes (Janssen, VI, 46-63, 181, 190, 208-214, 348-349). La censura a la prensa fue adoptada (Janssen, IV, 232 ff.), junto con la excomunión (por ejemplo en la Confesión de Augsburgo de 1530).

Kurt Reinhardt, autor de dos volúmenes sobre historia alemana, escribió:
La iglesia invisible que Lutero esperaba establecer en los corazones de todos los fieles, se había convertido en una institución muy humana y visible. Lutero se encontró a sí mismo obligando y forzando, en contra de sus principios de libertad individual y tolerancia. Los ideales de libertad espiritual, libre interpretación y sentimientos de introspección de Lutero, en realidad nunca proliferaron en la estructura de su iglesia. La mayoría de sus ideas que provocaron la separación con Roma, tuvieron que refugiarse en aquellas sectas que las tres iglesias reformadas (zwingliana, calvinista y luterana) perseguían con el fuego y la espada. (Germany: 2000 Years, I, New York: Ungar, revised edition of 1961, 235, 237)
Uno puede adivinar cómo vivían los judíos en esta atmósfera de intolerancia entre los cristianos, los verdaderos o los que así se hacían llamar, Lutero aconsejaba:
Destruyan y destrocen sus casas. Quítenles sus libros de oración y Talmuds, sus Biblias también. Prohíbanles a sus rabinos, bajo pena de muerte, el volver a enseñar. Prohíbanles el paso por calles y carreteras. Prohíbanles que ejerzan la usura y quítenles todo su dinero y sus tesoros de oro y plata. Y si esto no fuera suficiente, destiérrenlos, como si fuesen perros rabiosos.
(EA, XXXII, 217-233; Durant, 422; About the Jews and Their Lies, 1543; Durant cites as his source Janssen, III, 211-212)
Lo triste del caso es que tiempo antes Lutero había hablado acerca de ser más tolerantes con los judíos. Ahora, en su vejez, atacado por la enfermedad, la frustración, la discordia y la duda (y muchas veces también con la duda de sí mismo), otra vez soltaba la lengua con consecuencias incalculables.

2. Melanchthon
Melanchthon aceptó la dirigencia de la Inquisición Secular que prohibió el Anabaptismo en Alemania, bajo pena de muerte. ¿Porqué debemos sentir más pena de aquellos hombres de la que Dios no ha sentido por ellos?, preguntó, él estaba convencido que Dios había condenado al infierno a los Anabaptistas. (Durant, 423)
Una Inquisición ordinaria se creó en la Sajonia, con Melanchthon a la cabeza, bajo la cual, muchas personas fueron castigadas, algunas con la muerte, otras con prisión de por vida y varias con el exilio. (Smith, 177)
Incluso cuando los Anabaptistas no promovían de manera explícita la sedición ni la blasfemia, era, en su opinión, la obligación de las autoridades darles muerte. (Grisar, VI, 250; BR, II, 17 ff.; February 1530)
Hacia finales de 1530, Melanchthon elaboró un memorando en el cual se defendía un sistema de coerción con la espada (esto es, muerte para los Anabaptistas), Lutero lo firmó con las palabras “esto me complace” y agregó:
Aunque pueda parecer cruel el castigarlos con la muerte, es más cruel para ellos el no enseñar ninguna buena doctrina y perseguir a la doctrina verdadera. (Grisar, VI, 251)
El teólogo protestante August W. Hunzinger concluye: “Era costumbre de Melanchthon, para no perder tiempo, utilizar el recurso del fuego y la espada. Esto fue una gran mancha en su vida. Muchos hombres cayeron, víctimas de sus designios” (Grisar, VI, 270; Die Theol. der Gegenwart, 1909, III, 3, 49).

En 1530, Melanchthon recomendó pena de muerte a aquellos que rechazaren la Presencial Real de Cristo en la Eucaristía. Pero, ¡después cambió de parecer acerca de este punto de doctrina! (Durant, 424).

3. Zwinglio
Jóvenes estudiantes de la Biblia, que alguna vez habían sido instruidos por Zwinglio, proponían una reforma más radical, se negaban a bautizar a sus hijos amparándose en sus primeras ideas. En enero de 1525, Zwinglio concluyó que ellos merecían la pena de muerte por “desgarrar el tejido de una sociedad cristiana sin fisuras”. (John L Ruth., “America’s Anabaptists: Who They Are,” Christianity Today, October 22, 1990, 26 / cf. Dickens, 117; Lucas, 511).

La inclemente Zurich de Zwinglio, persiguió a los Anabaptistas:
La persecución de los Anabaptistas comenzó en Zurich. Los castigos ordenados por el Consejo de Zurich consistían en ahogar, quemar o decapitar, de acuerdo a lo que pareciera más recomendable. “Es nuestra voluntad”, declaró el Consejo, “que en cualquier lugar que se encuentren, sea uno o varios, sean ahogados a morir y ninguno de ellos sea perdonado” (Janssen, V, 153-157).

4. Bucero
En sus diálogos de 1535, Bucero llamó a los gobiernos a exterminar por medio del fuego y la espada toda profesión de falsa religión, ya sean mujeres, niños o ganado.” (Janssen, V, 367-368, 290-291).

5. Knox
Sus convicciones recordaban las prácticas más obscuras de la Inquisición. Cada hereje debía ser condenado a muerte, las ciudades con predominio de los herejes debían ser golpeadas con la espada y destruirlas al final.
Para el hombre “carnal” esto pudiera parecer un juicio muy severo. Sin embargo, no haremos excepciones, y todos serán conducidos a la muerte cruel. En estos casos, la voluntad divina desiste del razonamiento para dar paso a la ejecución de sus mandamientos”. (Durant, 614; Edwin Muir, John Knox, London: 1920, 142).

6. Inglaterra
Elizabeth, en 1575, condenó a la hoguera a dos Anabaptistas holandeses. En 1535, Enrique VIII ejecutaba en un solo día a una veintena de ellos. (Hughes, 143)
Seis monjes cartujos y uno de la orden Brigidina fueron colgados, el obispo de Rochester, san Juan Fisher, fue decapitado. En mayo y junio de 1535, otros fueron desollados en vida, ahogados y descuartizados, por negar que Enrique VIII fuera la Cabeza Suprema sobre la tierra de la Iglesia de Inglaterra. (Hughes, 181-182)
Hugh Latimer, un reformista inglés, empañó su elocuente carrera al aprobar la quema de los Anabaptistas y los obstinados Franciscanos bajo el reinado de Enrique VIII, enfatiza Durant. (Durant, 597).

La reina Elizabeth escribe a Phillip Hughes:
Se decretó una definición de herejía que nos hace la vida segura a todos los que creemos en la Trinidad y la Encarnación. Esta ley deja intacto el principio que dice que la herejía es castigable con la muerte. Cualquier “Servet inglés” pudo haber sido condenado a la hoguera bajo el reinado de Elizabeth, y de hecho, en 1589, condenó a la hoguera a un Arriano. (Hughes, 274)
No fue hasta 1679 cuando fue abolida la pena de muerte por herejía en Inglaterra, por un decreto del Parlamento bajo Carlos II. (Hughes, 274).

John Stoddard lleva la cuenta de Enrique VIII, fundador del Anglicanismo:
Asesino de dos esposas, excomulgó a muchos miembros de la nobleza en su tiempo que tuvieron la conciencia y el coraje para oponérsele. Entre estos personajes estaba el venerable Obispo Fisher y sir Thomas More, uno de los hombres más distinguidos de ese siglo. Cuando Enrique VIII comenzó su persecución, había unos mil monjes dominicos en Irlanda, solo cuatro sobrevivieron cuando Elizabeth llegó al trono treinta años después.


Las ejecuciones comenzaron con rapidez, alrededor de 800 al año durante casi la última mitad del siglo XVI. Hallam, protestante, relata que las ejecuciones de sacerdotes jesuitas, en el reinado de Elizabeth, estaban caracterizadas por el salvajismo y el fanatismo, que no estoy seguro que la Inquisición haya sobrepasado. Los detalles de tales atrocidades no complacerían a los lectores Protestantes, acostumbrados a pensar que todas las persecuciones religiosas han sido llevadas a cabo por los católicos.

Como dice Newman:
Es más placentero para ellos decir que están en contra de la persecución y calificar como infernal a la Inquisición, que el considerar sus propias asuntos y obras en este sentido. (Stoddard, 131-132, 135; citing Henry Hallam, Constitutional History of England, I, 146)
Stoddard nos relata más sobre la persecución en Inglaterra de los que se oponían a la Iglesia Anglicana. Los Presbiterianos, por ejemplo, fueron calumniados, encarcelados, mutilados e incluso condenados a muerte. Unos cuantos Anabaptistas y Unitarios fueron quemados vivos. (Stoddard, 205).

Obispos anglicanos fueron cómplices silenciosos y testigos de mucha tortura. (Stoddard, 205-206)
En Irlanda, dos obispos fueron ejecutados por los ingleses en 1578, y otros tantos en 1585 y 1611. En 1652 hubo un intento por exterminar a todos los sacerdotes católicos en Irlanda.
En un acta firmada por los Comisionados del Parlamento de Inglaterra, decretaron que cada “sacerdote romano” debería ser colgado, decapitado, descuartizado, sacarle las entrañas y quemarlas, colocar su cabeza sobre un poste en un lugar público. Al final, fueron escasísimos los sacerdotes que quedaron en toda la isla. (Stoddard, 206)
Opositores en Irlanda también soportaron horribles sufrimientos. Hubo casos registrados en los que se les arrancaron a tirones sus dedos, a los que se les chamuscó el cuerpo por medio de hierros candentes, a los que se les rompían las piernas. Sus esposas también eran azotadas en público. (Stoddard, 207).

7. Calvino
A. En general
En el prefacio de su obra las Instituciones, admitió el derecho a gobernar mediante la condena a muerte de los herejes. El pensaba que se debía odiar a los enemigos de Dios. Aquellos que defienden a los herejes deben ser castigados también. (Smith, 178)
Durante el gobierno de Calvino en Ginebra, entre 1542 y 1546, cincuenta y ocho personas fueron condenadas a muerte por herejía. (Durant, 473)
Aunque no recomendaba usar de manera directa la pena de muerte por blasfemia entre los judíos, sí defendió su uso en contra de éstos. (Harkness, 102).

En defensa a apedrear a los falsos profetas, dijo:
Un padre no debe perdonar a su hijo ni el esposo a su esposa. Si alguien estima tanto a un amigo como a su propia vida, permítanle acabar con su vida. (Harkness, 107; Calvin, Opera [Works], vol. 27, 251; Sermon on Deuteronomy 13:6-11)
Habló acerca de la ejecución de católicos, pero al modo de Lutero, en realidad no deseaba poner en práctica su retórica: Las personas que persisten en las supersticiones de la Roma anticristiana, merecen ser reprimidas por la espada. (Harkness, 96; letter to Duke of Somerset, October 22, 1548).

B. James Gruet
En enero de 1547, en la Ginebra calvinista, James Gruet, una especie de librepensador, fue acusado de haber publicado una nota en la que se implicaba que Calvino debía salir de la ciudad: fue arrestado con rapidez y se buscó de casa en casa a sus cómplices. Esta acción fue inútil para revelar nada, excepto que Gruet había escrito en uno de los panfletos de Calvino: “son tonterías”. Los enjuiciadores lo torturaron en el potro dos veces al día, mañana y noche, por todo un mes, fue sentenciado a muerte por blasfemia y decapitado el 26 de julio de 1547. ¡La libertad evangélica había llegado al punto de que sus campeones habían tomado la vida de un hombre por el simple motivo de una sátira! (Huizinga, 176; cf. Daniel-Rops, 82-83).

Durant nos da más detalles:
Medio muerto, fueron atados sus pies a una estaca mientras le tiraban de la cabeza hasta desprenderla. (Durant, 479).

C. Los hermanos Comparet
En mayo de 1555, ocurrió un disturbio de borrachos, provocado por un grupo que objetaba el exceso de refugiados extranjeros en Ginebra. Estos opositores a Calvino fueron calificados como “libertinos”.
Los hermanos Comparet, dos humildes barqueros, fueron ejecutados y las partes de sus cuerpos desmembrados, regados en las salidas de la ciudad. (Daniel-Rops, 192)
Los hermanos Comparet fueron torturados con la aprobación de Calvino. En el potro de tormento dijeron que el disturbio fue premeditado, más tarde, antes de su ejecución, lo negaron. Varios fueron decapitados, incluyendo a Francois Berthelier. Otros más fueron desterrados junto con sus esposas. (Harkness, 48)
Los otros miembros del grupo se fugaron, sin embargo fueron sentenciados a muerte en su ausencia. (Daniel-Rops, 192).

D. Miguel Servet
La ejecución más infame en Ginebra fue la de Miguel Servet, un médico español que negaba la Trinidad, fue una especie de gnóstico panteísta. Había conocido a Calvino y éste último declaró, el 13 de febrero de 1547, en una carta a Farel:
Si él viene (a Ginebra), prevalecerá mi autoridad y no permitiré que vuelva a casa con vida. (Daniel-Rops, 186)
Con el conocimiento de Calvino y con probabilidad su instigación, William Trie, de Ginebra, denunció a Servet en la Inquisición de Viena (católica) mostrando las cartas enviadas del hereje a Calvino. (Huizinga, 177)
Daniel-Rops dice respecto a este episodio, que los historiadores protestantes lo refieren con vergüenza. (Daniel-Rops, 187)
El hecho no puede ser disimulado, Calvino mandó a Servet a la Inquisición y luego trató, por medio de una mentira o un subterfugio, cubrir su participación en el asunto. (Harkness, 42)
El arribo de Servet a Ginebra, el 13 de agosto de 1553, fue detectado casi en el momento. Por medio de instigaciones fue arrestado y puesto en prisión. Calvino esperaba su ejecución. (Harkness, 42).

El 20 de agosto Calvino escribió a Farel:
Espero que Servet sea condenado a muerte, aunque me gustaría que se librara de la peor parte del castigo, se refería al fuego. (Daniel-Rops, 190)
Esto es, en lo referente a este caso, el ejemplo máximo de la clemencia de Calvino.
El 26 de octubre, el Consejo ordenó que se quemase a Servet al día siguiente. Su deseo de muerte para Servet es claro. (Harkness, 44)
Las observaciones de Calvino respecto a esta horrible muerte, mediante una lectura repugnante:
Él mostró la estupidez de una bestia. Bramó al modo español, ¡misericordia! (Daniel-Rops, 190-191).

Henry Hallam, historiador protestante, nos ofrece su opinión:
Servet, de hecho, fue quemado no sólo por sus herejías sino por las ofensas que había propinado a Calvino muchos años antes, que parecieron haber exasperado el tremendo temperamento del reformador, para hacerle pagar por los dichos por los que al final lo ejecutó. Así, en el segundo periodo de la Reforma, aquellos síntomas repugnantes que habían aparecido en un periodo más temprano como la desunión, la violencia, la obcecación y la intolerancia se arraigaron y crecieron hasta hacerlos incurables. (Hallam, Ibíd., I, 280)
En la muerte de Servet, Calvino tiene gran responsabilidad, escribe Wendel, marcó al reformador con un estigma sangriento y nada podrá borrarlo. (Daniel-Rops, 191)
Esta deshonra, sin embargo, es compartida por muchos otros “reformadores”, que elogiaron su atroz venganza:
Melanchthon, en una carta a Calvino y Bullinger, dio gracias al Hijo de Dios y llamó a tal ajusticiamiento, un santo ejemplo, memorable para la posteridad. Bucero declaró en su púlpito en Estrasburgo, que Servet merecía haber sido desollado y desmembrado. Bullinger, en general humanitario, coincidió en que los magistrados civiles deben castigar la blasfemia con la muerte. (Durant, 484)
En 1554 Calvino escribió su tratado En Contra de los Errores de Servet, en el cual trató de justificar su cruel acción:
Mucha gente me ha acusado de que con feroz crueldad quisiera matar de nuevo a aquel hombre que aniquilé. No sólo soy indiferente a sus comentarios, sino que me regocijo en el hecho de que me han escupido a la cara. (Daniel-Rops, 191)
Esta fue la actitud de Calvino ante el castigo de los herejes. De que modo, digo yo, ¿es él superior en su moral que todos aquellos que cometieron atrocidades por medio de la Inquisición?.

8. Tortura protestante
El teólogo protestante Meyfart, fue testigo de las torturas que más tarde describió. El ingenioso español y el astuto italiano se horrorizan ante estas bestialidades y brutalidades. En Roma no se acostumbra someter ni a un asesino, una persona incestuosa o a un adúltero a tortura por espacio de más de una hora, pero en Alemania, se mantiene la tortura por un día completo, día y noche, por dos días, incluso cuatro días, después de lo cual, todo vuelve a comenzar. Hay historias tan horribles y repugnantes que ningún hombre puede escucharlas sin estremecerse. (Janssen, XVI, 516-518, 521).

Meyfart nos ofrece otro ejemplo típico de cómo se trataba a los Anabaptistas:
En Augsburgo, en la primera mitad del año 1528, de manera casi ciento setenta Anabaptistas de ambos sexos, o bien fueron encarcelados o fueron desterrados por orden del nuevo Consejo Popular. A algunos se les cortó la lengua. (Janssen, V, 160).

9. Conclusión
La persecución, incluyendo la pena de muerte por herejía, no es una exclusiva falta del catolicismo. Con claridad es una falta protestante también y un punto ciego de la Edad Media, de modo similar al aborto en nuestros “civilizados” días. Además, es una mentira afirmar que el protestantismo, en su presentación inicial, abogó por la tolerancia. La evidencia presentada hasta el momento refuta este concepto más allá de cualquier duda razonable.


La censura protestantes

1. Visión general
Los primeros protestantes no fueron los campeones de la libertad de expresión ni de la libertad de prensa, como se nos quiere hacer creer. La prohibición de la Misa y el forzar a asistir al culto protestante por medio de las leyes civiles, son ejemplos de esta intolerancia respecto de la libertad de pensamiento y de acción.
Desde el principio, la vida religiosa protestante estuvo influenciada por la desesperanzante contradicción de que Lutero, por un lado, impuso como un deber sagrado en cada individuo, en todos los asuntos de fe, dejar a un lado la autoridad sobre todo la de la Iglesia y seguir su propio discernimiento; mientras que por el otro lado, los teólogos reformistas otorgaron más peso al poder de los príncipes, sobre la religión, sus tierras y los individuos. Lutero nunca trató de resolver esta contradicción. En la práctica, Lutero estaba complacido de que el príncipe tuviera el control supremo sobre la religión, la doctrina y la Iglesia, y con otorgarle el derecho y la obligación de sofocar cualquier credo que difiriera con el suyo. (Janssen, XIV, 230-231; citing Johann von Dollinger: Kirche und Kirchen, 1861, 52 ff.).

El cuerpo doctrinal de Melanchthon había sido satisfactorio por mucho tiempo en la Sajonia, pero a raíz de las controversias cripto calvinistas, el Elector Augusto prohibió los trabajos de impresión. El control de la prensa, que Melanchthon había utilizado en contra de otros, ahora se le revertía. (Janssen, XIV, 506)
En las ciudades protestantes, numerosos predicadores con gran celo y con la ayuda de las autoridades municipales se movilizaron para suprimir los escritos de las corrientes opositoras. Cuando Lutero comenzó a escribir sus libros se decía, recordando a Frederick Staphyllus (1560), que “sería contrario a la libertad cristiana si los cristianos y la gente común no tuvieran la posibilidad de leer toda clase de libros”. Ahora, sin embargo, los luteranos mismos estaban prohibiendo que se adquirieran y leyeran los libros de sus oponentes, miembros apostatas y de las sectas. (Janssen, XIV, 506-507)
Los príncipes protestantes amaban y promovían la censura, porque con ésta se acallaba la bien merecida denuncia en contra del robo de los bienes de la Iglesia o de otros hechos de interés propio e incluso actos criminales. (Janssen, XIV, 507)
La violación a las órdenes de censura, eran  castigadas con severidad en todas partes. (Janssen, XIV, 234).

2. Lutero prohibió las Biblias católicas
Janssen escribió un caso de censura hipócrita de Lutero (1529):
Lutero puso en movimiento su pluma con motivo de la traducción de la Biblia católica. “La libertad del mundo”, que proclamaba para sí mismo, no la compartía con su oponente Emser. Cuando se enteró que la traducción de Emser estaba por ser impresa en Rostock, no sólo apeló a su seguidor, el duque Enrique de Mecklenburg, con la solicitud de que, “por la gloria del evangelio de Cristo y las salvación de todas las almas”, detuviera esa impresión, sino que también logró que los consejeros del Elector de Sajonia respaldaran esta acción. Lutero negó el poder de las autoridades católicas para prohibir sus libros, pero, por otra parte, invocaba a las autoridades civiles para impedir los escritos que le disgustaban. (Janssen, XIV, 503-504).


3. Lutero y Melanchthon prohibieron los libros provenientes de suiza y los de los Anabaptistas.
Cuando la controversia sobre “La Última Cena del Señor” comenzó en Wittenberg, se tomaron las máximas precauciones para prohibir los escritos de los reformadores suizos y de los predicadores alemanes que compartían su punto de vista con los suizos. Con la instigación de Lutero y Melanchthon, el Elector Juan de Sajonia publicó un edicto con el siguiente efecto: No será permitida la venta y lectura de libros y panfletos (de los Anabaptistas, Sacramentalistas, etc.). Y aquellos concientes de la violación de estas órdenes y no las denuncien, serán castigados con la muerte y la pérdida de sus propiedades. (Janssen, XIV, 232-233; BR, IV, 549)
Melanchthon exigió de la manera más severa y exhaustiva, la prohibición de libros que se opusieran a las enseñanzas luteranas. Los escritos de Zwinglio y sus seguidores fueron puestos de manera formal en el índice de Wittenberg (lista negra). (Janssen, XIV, 504; cf. Durant, 424).

4, Universidades Protestantes
Por otro lado, el antagonismo también creció entre las Universidades Protestantes. Una reprochaba a otra ser promotora y fuente de falsa doctrina. Wittenberg, en estos últimos tiempos considerada como “la cuna de la nueva revelación y de la recién espabilada Iglesia de Cristo”, en 1567 fue llamada “apestoso pozo del diablo”. (Janssen, XIV, 231-232).

5. Otras ciudades protestantes
En Estrasburgo, los escritos católicos fueron prohibidos ya en 1524. El Consejo de Francfort ejercía estricta censura. En 1532, en Rostock, el impresor de los Hermanos de la Vida en Común fue enviado a prisión, ya que él acostumbraba publicar las desventajas del Protestantismo. (Janssen, XIV, 502)
Los príncipes, al modo de la vieja moda bizantina, se consideraban a sí mismos teólogos, de esta manera ejercían la censura de forma directa. (Janssen, XIV, 233)
Los casos, por supuesto, son múltiples, se han escogido los más ilustrativos en cuanto a la hostilidad protestante hacia la libertad de prensa. 


 Fineas-final
Los Reformadores como Lutero, Beza y en forma especial Calvino, fueron tan intolerantes al disentimiento, como la Iglesia Católica Romana lo fue.” (Cross, 1383) Citado del Oxford Dictionary of the Christian Church, una obra protestante. Los católicos fueron perseguidos o expulsados o forzados a cambiar su fe mediante el uso de la fuerza, la tortura y también el asesinato. Como dijo el mismo Lutero, “Si tuviera a todos los frailes franciscanos en una sola casa, le prendería fuego. ¡Al fuego todos ellos!” o también “Matad cuantos campesinos [católicos] podáis: Hiera, pegue y degüelle a quien pueda. Feliz si mueres en ello, porque mueres en obediencia a la Palabra Divina“. Otro de los fundadores protestantes, Zwinglio, declaró que la masacre de obispos era necesaria para el establecimiento del Evangelio purificado. Los mismísimos anabaptistas del XVI, al igual que otras sectas disidentes, fueron perseguidos por orden de Lutero. Lo realmente contradictorio es que el protestantismo surgió defendiendo el libre derecho del individuo a interpretar las Escrituras por sí mismo, pero desde el momento que los principales dirigentes protestantes llegan al poder, ese derecho es negado a todos aquellos que, interpretando las Escrituras individualmente, llegan a conclusiones diferentes a las que ellos poseen. Persecuciones, asesinatos y torturas son, desgraciadamente, patrimonio de todos los bandos, y solo aquellas denominaciones que son minoritarias sufren pacíficamente y piden tolerancia, mientras que incluso ellas mismas cuando en una zona adquieren predominancia, pasan a ser intolerantes con los que no aceptan sus creencias.




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