lunes, 17 de julio de 2017

El riesgo de traducir la Biblia



El traducir la Biblia... una tarea arriesgada
EL TRADUCIR la Biblia tiene una historia antigua. Allá en el tercer siglo a. de la E.C. doctos judíos (setenta y dos, según la tradición) se pusieron a traducir los cinco libros de Moisés, el Pentateuco, del hebreo al griego. Desde entonces los traductores de la Biblia a veces se han enfrentado a severa oposición, a menudo de parte de autoridades eclesiásticas. Han tenido que estar dispuestos a sufrir y hasta morir por su trabajo.
Cómo llegó a ser traducida la Biblia a uno de los muchos lenguajes en los cuales está disponible ahora, total o parcialmente, es una historia que llenaría muchas páginas. Por lo tanto, solo consideraremos una fracción de esa historia en lo que se relaciona con los arriesgados esfuerzos iniciales requeridos para traducir la Biblia a dos lenguajes prominentes... inglés y chino.

LA BIBLIA EN INGLÉS
Fue a fines del siglo catorce cuando se produjo la primera traducción al lenguaje inglés. Se liga el nombre Wiclef a esa versión que se basa en la Vulgata latina. Exactamente cuánto tradujo en realidad Juan Wiclef no se sabe hoy día. Sin embargo, es seguro que hubo feroz oposición a la obra de traducir. Wiclef y sus asociados incurrieron en el enconado odio de las autoridades religiosas. Sin embargo, sorprendentemente, Wiclef no pereció a instigación de ellos sino que murió de parálisis.
Después de eso las autoridades eclesiásticas persistieron en oponerse a la hechura de copias de la traducción de Wiclef. Finalmente, en 1408, un sínodo de clérigos que se reunió en Oxford bajo la dirección del arzobispo Arundel prohibió el uso de las Santas Escrituras en inglés. A pesar de la proscripción del clero, se siguió produciendo la única traducción en inglés disponible en aquel entonces. Pruebas de esto son las casi 200 copias de la traducción (muchas de las cuales se hicieron después de 1420) que todavía existen hoy. Tan odiado fue Wiclef que sus restos fueron desenterrados en 1428 y quemados y luego las cenizas fueron arrojadas al río Swift.
No fue sino hasta a principios del siglo dieciséis que la traducción de la Biblia de los lenguajes originales (no de la Vulgata latina) al inglés tuvo su principio. William Tyndale emprendió esta tarea. Esperando obtener el apoyo del obispo Cuthbert Tunstall, Tyndale fue a Londres. Pero no obtuvo el apoyo del obispo.
Aunque permaneció en Londres, Tyndale pronto se dio cuenta de que la actitud del clero era tal que no podía traducir la Biblia en Inglaterra. De modo que salió para Alemania en 1524. Allí, en Colonia, empezó la impresión de su traducción de las Escrituras Griegas Cristianas (el llamado “Nuevo Testamento”). Cuando les llegó la noticia de esto, los magistrados de Colonia pusieron coto a la obra. Tyndale rápidamente salió para Worms, donde se completó con buen éxito la impresión de las Escrituras Griegas Cristianas. Pronto se estaban vendiendo en Inglaterra copias de esta traducción. Mientras tanto Tyndale continuaba con su trabajo de revisar y traducir.
Las autoridades eclesiásticas de Inglaterra se enfurecieron. El 4 de mayo de 1530, copias de la traducción de Tyndale fueron quemadas en St. Paul’s Cross en Londres. Hacia fines de mayo un decreto real, apoyado por las autoridades eclesiásticas, alistó las traducciones de Tyndale de la Escritura del hebreo y el griego entre los libros perniciosos y declaró: “Detéstalas, aborrécelas; no las retengas en las manos, entrégalas a los superiores conforme las requieran.” En cuanto a los que no obedecieran esto, el decreto continuó: “Los prelados de la iglesia, puesto que tienen el cuidado y el cargo de las almas de ustedes, deben obligarlos a ustedes, y a su príncipe a castigarlos y corregirlos a ustedes.” Se hicieron esfuerzos extensivos para destruir las traducciones en Inglaterra y en el extranjero.
Una de las razones por las que Tyndale se enfrentó a tan enconada oposición fue que no se adhirió a los términos eclesiásticos sino que usó palabras que transmitían el sabor del lenguaje original. Por ejemplo, usó “congregación,” no iglesia; “superintendente,” no obispo, y “amor,” no caridad. El hecho de que la selección de palabras de Tyndale se acercaba más al griego original no tenía peso con las autoridades eclesiásticas. Tyndale hasta había declarado su anuencia a cambiar cualquier cosa que se hallara que fuera incorrecta o que pudiera traducirse más claramente. Sin embargo, las autoridades religiosas simplemente no querían que la gente común leyera la Biblia, porque resultaría en que rechazara las interpretaciones eclesiásticas de ellos.
No mucho después fueron terminadas de súbito las labores de Tyndale. Cierto individuo apellidado Phillips fingió amistad y luego lo traicionó a sus enemigos. Entonces Tyndale fue encarcelado en el castillo de Vilvorde, cerca de Bruselas. En septiembre de 1536 fue ejecutado por estrangulación y luego fue quemado.
Así terminó la vida de un gran docto cuyas labores influyeron en la traducción de la Biblia al inglés por casi los siguientes 400 años. Tyndale había trabajado a riesgo de su vida, no por honra ni por reconocimiento personal ni posición, sino para hacer disponible la Palabra de Dios al hombre común.

LA BIBLIA EN CHINO
Fue en 1807, unos 271 años después de la ejecución de Tyndale, que Robert Morrison, misionero protestante, llegó a Cantón, China. Pronto estaba trabajando en traducir la Biblia al chino. Morrison tenía algún conocimiento del chino pero necesitaba ayuda adicional con el lenguaje. La ayuda que precisaba no estaba fácilmente disponible, pues el traducir la Biblia al chino era una empresa arriesgada, punible con la muerte. No obstante Morrison logró obtener la ayuda de dos doctos chinos. Uno de ellos tenía tanto temor de ser aprehendido y luego ejecutado mediante tormento lento que llevaba consigo veneno a fin de quitarse la vida en caso de que lo prendieran.
La ciudad de Cantón entonces estaba abierta a los extranjeros solo seis meses del año, lo cual requería que Morrison saliera cada seis meses. Durante este tiempo Morrison vivía en la isla de Macao. Habiendo aceptado un trabajo de traductor en la East India Company, podía regresar a Cantón.
Durante el día, mientras trabajaba para la East India Company, Morrison se encargaba del negocio rutinario del comercio y trabajaba en un diccionario chino-inglés y una gramática china. En la noche él y sus ayudantes chinos trabajaban en traducir la Biblia.
En 1810 el libro de Hechos en chino fue impreso de bloques de madera hechos a mano. No queriendo que estos bloques cayeran en malas manos, Morrison los enterró cuando salió para Macao. Grande fue su desilusión cuando, al regresar seis meses después, descubrió que el comején había consumido los bloques.
A pesar de problemas y reveses, en 1814, Morrison, con la ayuda de otro misionero, William Milne, terminó de traducir las Escrituras Griegas Cristianas. Para 1818 se había traducido toda la Biblia.

Verdaderamente el traducir la Biblia ha sido una tarea arriesgada. Traductores como Tyndale y Morrison fueron hombres dedicados, valerosos, que estuvieron anuentes a perseverar a pesar de obstáculos tremendos. Lo que hicieron estuvo en armonía con la voluntad de Dios de que todos los pueblos tengan la oportunidad de llegar a un “conocimiento exacto de la verdad.”—1 Tim. 2:3, 4.

No hay comentarios:

Publicar un comentario