Sutanito de tal,
"Puedo
retar a cualquiera que crea que la versión que el usa es superior a
la TNM a que me lo pruebe" (eso lo dijo Fulanito).
Sutanito responde...Acepto el reto Fulanito, yo uso
directamente los originales griegos, y puedo probar que son
superiores a la Traducción del Nuevo Mundo.
Un ejemplo obvio: Juan
1.1 y 2, Traducción del Nuevo Mundo: "En el principio la
Palabra era, y la Palabra estaba con Dios, y la Palabra era UN dios.
Este estaba en el principio con Dios."
Original griego: "En
el principio estaba llegando a ser el Verbo, y el Verbo estaba
llegando a ser Dios, y Dios llegó a hacerse Verbo.
Desde el
principio, este estaba llegando a ser Dios."
Pueden comprobar
los originales griegos online:
(Gracias por la oportunidad de desenmascararlos,
¡sigan
participando, los necesitamos en internet!)
Menganito de tal comenta a Sutanito
Me
gusta el reto que le han planteado Sutanito, pero lamentablemente mi conciencia, educada
en la Biblia no me permite debatir con personas que solamente desean
figurar, mas, me imagino que usted es una persona que està en busca de la verdad de la Biblia pero en su colofòn, usted demuestra que eso de buscar la verdad no va para con usted, porque literalmente dice usted "Gracias por la oportunidad de desenmascararlos"". Lògicamente para esta clase de retos se necesita un
àrbitro, ¿que le parece a usted que sea la misma Biblia el
àrbitro?.
En realidad yo, personalmente no aceptarìa a otro àrbitro
acerca de este asunto que no sea La Biblia.
Claro,
que para hablar sobre lo que usted desea, serìa recomendable saber,
què es lo que desea probar con el texto del evangelio de Juan en su
capìtulo 1 verso 1 y 2.
De hecho, usted dice "que utiliza los
originales griegos", esas suelen ser afirmaciones constantes de evangèlicos o protestantes, ("sana doctrina", "Biblia verdadera" etc.), asì que disculpe que no estè de acuerdo con usted
en eso que afirma porque yo no se de ningùn traductor que haya
traducido Las Sagradas Escrituras utilizando los originales griegos,
pero me entrò la curiosidad de saber cuales son esos "originales
griegos" que usted utiliza.,
Ahora, yo supongo que lo que desea
usted probar categòricamente es que existe la trinidad, (por algo
usted se està refiriendo a ese evangelio en particular y a ese texto
del capìtulo 1 versos 1 y 2,.
¿Debo
concluir entonces que usted cree que Dios son tres personas, y un
solo Dios? .
Entonces,
serìa bueno que comenzàramos primero por definir lo que es la
Trinidad, ¿no le parece'? .
Claro,
si vamos a hablar acerca de algo, primero debemos definir de que se
trata el asunto.
La
pregunta entonces es entonces.
¿Què
es exactamente la Trinidad?.
Otra
pregunta no menos importante es.
¿La
enseña la Biblia?.
Y
como tercera pregunta que suele ser la conflictiva y pràcticamente
el centro
de
las discusiones, debates, y conversaciones, serìa.:
¿Es
igual Jesucristo al Dios Todopoderoso y parte de la Trinidad?.
¿Y què hay del espìritu santo?. ¿es tambien parte de una trinidad?.
Ahora,
si usted me lo permite, yo le pondrè acà, no lo que yo creo acerca
de la Trinidad, sino
los
que las religiones que creen en ella dicen que es la Trinidad.
Por
ejemplo, la Iglesia Catòlica Romana dice:
“La
Trinidad es el término con que se designa la doctrina central de la
religión cristiana [...] Así, en las palabras del Credo
de Atanasio: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu
Santo es Dios, y sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios’.
En
esta Trinidad [...] las Personas son coeternas y coiguales:
todas, igualmente, son increadas y omnipotentes” (The Catholic
Encyclopedia).
Casi
todas las demás iglesias que se denominan "cristianas", Sutanito de tal concuerdan con esa definición.
Por ejemplo, la Iglesia
Ortodoxa Griega también dice que la Trinidad es “la doctrina
fundamental del cristianismo”, y hasta asegura:
“Son cristianos
los que aceptan como Dios a Cristo”.
En el libro Our Orthodox
Christian Faith (Nuestra fe ortodoxa cristiana), la misma iglesia
declara: “Dios
es trino y uno. [...] El Padre es totalmente Dios. El Hijo es
totalmente Dios. El Espíritu Santo es totalmente Dios”.
Así,
se dice que la Trinidad es “un solo Dios en tres Personas”.
De
cada una se asegura que no tiene principio
y
que ha existido desde la eternidad.
De cada una se afirma que es
todopoderosa,
y
que ninguna es mayor ni menor que las demás.
Las religiones protestantes, creen lo mismo acerca de la trinidad.
¿Concuerda
esa explicaciòn que dan las religiones que se denominan "cristianas"
con lo que usted cree, Sutanito de tal?.
Espero
su comentario acerca de este buen tema que usted ha planteado.
Saludos
¿Debería
creer en ella?
Muchos suelen decir que
creen en la Trinidad, pero no todos la entienden de la misma manera.
¿Qué es, exactamente,
la Trinidad?
¿La enseña la Biblia?
¿Es igual Jesucristo al
Dios Todopoderoso, y parte de la Trinidad?
¿CREE usted en la
Trinidad? En la cristiandad, la mayoría de la gente cree en ella.
Después de todo, por siglos ha sido la doctrina central de las
iglesias.
Por eso, sería de
esperarse que no pudiera ponerse en tela de juicio tal enseñanza.
Pero en tela de juicio está, y últimamente hasta algunos de sus
apoyadores han añadido leña al fuego de la controversia.
¿Por qué deberíamos
considerar con más que interés pasajero un asunto como este?
Porque
Jesús mismo dijo: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti,
el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo”.
Esas
palabras muestran que todo nuestro futuro gira en torno de que
sepamos cuál es la verdadera naturaleza de Dios, y eso significa
llegar a las raíces de la controversia sobre la Trinidad.
Por lo
tanto, ¿por qué no la examina? (Juan 17:3, Biblia de Jerusalén
[BJ], católica.)
Hay varios conceptos de
la Trinidad. Sin embargo, por lo general la enseñanza trinitaria
asegura que en la Deidad hay tres personas: el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo; sin embargo, juntos son un solo Dios.
La doctrina
dice que los tres son coiguales, todopoderosos e increados, porque
los tres han existido eternamente en la Deidad.
Sin embargo, hay quienes
afirman que la doctrina de la Trinidad es falsa, que el Dios
Todopoderoso es singular, un solo ser separado, eterno y omnipotente.
En cuanto a Jesús, dicen que antes de ser hombre Jesús era, como
los ángeles, una persona celestial separada a quien Dios había
creado, y que por eso tiene que haber tenido principio.
Enseñan que
en ningún sentido ha sido Jesús alguna vez igual al Dios
Todopoderoso, que Jesús siempre ha estado sujeto a Dios y todavía
lo está.
También creen que el espíritu santo no es una persona,
sino la fuerza activa de Dios.
Los apoyadores de la
Trinidad dicen que esa enseñanza no se funda solo en la tradición
religiosa, sino también en la Biblia.
Los críticos de esa doctrina
dicen que la Trinidad no es enseñanza bíblica, y una fuente
histórica hasta declara: “El origen de [la Trinidad] es
enteramente pagano” (The Paganism in Our Christianity [Lo
pagano en nuestro cristianismo]).
Si la Trinidad es verdad,
se degrada a Jesús cuando se dice que nunca fue igual a Dios como
parte de la Deidad.
Pero si la Trinidad es falsa, se degrada al Dios
Todopoderoso cuando se dice que tiene un igual, y peor aún, cuando
se llama a María la “Madre de Dios”.
Si la Trinidad es falsa, se
deshonra a Dios cuando se dice, como está escrito en el libro
Catholicism: “A menos que [las personas] mantengan íntegra
e incontaminada esta Fe, sin duda perecerán para siempre. Y la Fe
católica es esta: adoramos a un solo Dios en Trinidad”.
Como se ve, hay buenas
razones para que usted desee saber la verdad sobre la Trinidad.
Pero
antes de examinar el origen de esa doctrina y la alegación que se
hace de que es la verdad, sería conveniente definirla de modo más
específico.
¿Qué es, exactamente, la Trinidad?
¿Cómo la explican
sus apoyadores?
A menos que se indique lo
contrario, las citas de la Biblia se toman de la versión en lenguaje
moderano Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras (Con
Referencias), edición de 1987
¿Cómo
se explica la Trinidad?
LA IGLESIA Católica
Romana dice:
“La Trinidad es el término con que se designa la
doctrina central de la religión cristiana [...] Así, en
las palabras del Credo de Atanasio: ‘el Padre es Dios, el Hijo es
Dios y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres Dioses,
sino un solo Dios’. En esta Trinidad [...] las Personas son
coeternas y coiguales: todas, igualmente, son increadas y
omnipotentes” (The Catholic Encyclopedia).
Casi todas las demás
iglesias de la cristiandad concuerdan con esa definición.
Por
ejemplo, la Iglesia Ortodoxa Griega también dice que la Trinidad es
“la doctrina fundamental del cristianismo”, y hasta asegura: “Son
cristianos los que aceptan como Dios a Cristo”. En el libro Our
Orthodox Christian Faith (Nuestra fe ortodoxa cristiana), la
misma iglesia declara: “Dios es trino y uno. [...] El Padre es
totalmente Dios. El Hijo es totalmente Dios. El Espíritu Santo es
totalmente Dios”.
Así, se dice que la
Trinidad es “un solo Dios en tres Personas”.
De cada una se
asegura que no tiene principio y que ha existido desde la eternidad.
De cada una se afirma que es todopoderosa, y que ninguna es mayor ni
menor que las demás.
¿Se le hace difícil
razonar así?
Para muchos creyentes sinceros esto ha resultado
confuso, contrario al razonamiento normal, diferente de todo cuanto
han conocido.
Preguntan:
¿Cómo puede ser que el Padre sea Dios, que
Jesús sea Dios y que el espíritu santo sea Dios y sin embargo que
no haya tres Dioses, sino un solo Dios?.
“Más
allá de lo que puede concebir la razón humana”
ESTA confusión es
extensa.
The Encyclopedia Americana dice que se considera que
la doctrina de la Trinidad está “más allá de lo que puede
concebir la razón humana”.
Muchos de los que aceptan
la Trinidad la ven así.
El monseñor Eugene Clark dice: “Dios es
uno solo, y Dios es tres.
Puesto que en la creación no hay nada
comparable a esto, no podemos entenderlo, sino solo aceptarlo”.
El
cardenal John O’Connor declara: “Sabemos que es un misterio muy
profundo, uno que jamás podríamos entender”.
Y el papa Juan
Pablo II hablaba del “misterio inescrutable de Dios la
Trinidad”.
Por eso, A Dictionary
of Religious Knowledge (Diccionario de conocimiento religioso)
dice: “Los trinitarios no concuerdan entre sí sobre precisamente
en qué consiste la doctrina, o, más bien, en precisamente cómo
explicarla”.
Eso nos ayuda a
comprender por qué la New Catholic Encyclopedia (Nueva
enciclopedia católica) dice:
“En los seminarios católicos romanos
son pocos los maestros de teología trinitaria a quienes no se haya
importunado alguna vez con la pregunta:
‘Pero ¿cómo enseña uno
la Trinidad?’.
Y si esa pregunta evidencia confusión entre los
estudiantes, puede que no evidencie menos confusión entre los
profesores”.
Se puede confirmar cuán
verídica es esa observación con solo ir a una biblioteca y examinar
los libros que apoyan la Trinidad.
Se han escrito muchísimas páginas
en un esfuerzo por explicarla.
Con todo, después de luchar con un
laberinto de términos y de explicaciones teológicas que confunden,
los investigadores todavía están insatisfechos.
A este respecto, el
jesuita Joseph Bracken dice en su libro What Are They Saying About
the Trinity?
(¿Qué están diciendo de la Trinidad?):
“Los
sacerdotes que con mucho esfuerzo aprendieron [...] la Trinidad
durante sus años en el seminario mostraban natural vacilación en
cuanto a presentarla a la gente desde el púlpito, aun durante el
domingo de la Santísima Trinidad. [...]
¿Por qué aburrir a la
gente con algo que al fin y al cabo no podría entender bien?”.
Dice también: “La Trinidad es un asunto de creencia formal, pero
tiene poco [efecto], o ninguno, en la vida y la adoración cotidianas
de los cristianos”.
Sin embargo, ¡es la “doctrina central” de
las iglesias!
El teólogo católico
Hans Küng dice en su libro Christianity and the World Religions
(El cristianismo y las religiones mundiales) que la Trinidad está
entre las razones del poco adelanto de las iglesias entre los pueblos
no cristianos.
Declara: “Tal como ha sucedido hasta ahora entre los
judíos, ni siquiera musulmanes bien informados pueden captar la idea
de la Trinidad. [...]
Las distinciones que hace la
doctrina trinitaria entre un solo Dios y tres hipóstasis no
satisface a los musulmanes, pues los términos teológicos derivados
del siriaco, el griego y el latín confunden a los musulmanes, en vez
de iluminarlos.
Para ellos todo es un juego de palabras. [...]
¿Por qué quisiera nadie añadir algo a la noción de la unicidad y
singularidad de Dios, cuando lo único que se lograría con eso sería
diluir y anular tal unicidad y singularidad?”.
“No
es Dios de confusión”
¿QUÉ origen pudiera
tener una doctrina tan confusa?
The Catholic Encyclopedia
afirma: “Un dogma tan misterioso presupone una revelación divina”.
Los eruditos católicos Karl Rahner y Herbert Vorgrimler dicen en su
Theological Dictionary:
“En el sentido estricto [...]
la Trinidad es un misterio [...] que no podría saberse sin que
hubiera revelación, y hasta después de la revelación no puede
quedar completamente inteligible”.
Sin embargo, el afirmar
que por ser un misterio tan confuso la Trinidad tiene que haber
venido de revelación divina crea otro gran problema.
¿Por qué?
Porque la revelación divina misma no permite tal punto de vista
acerca de Dios: “Dios no es Dios de confusión”. (1 Corintios
14:33, Versión Moderna.)
Por lo que en ese texto
bíblico se dice, ¿podría responsabilizarse a Dios por una doctrina
sobre sí mismo que es tan confusa que ni hebraístas, helenistas ni
latinistas pueden explicarla?
Además, ¿tendrían que
ser teólogos los que quisieran ‘conocer al único Dios verdadero y
a su enviado Jesucristo’? (Juan 17:3, BJ.)
Si así fuera,
¿por qué fueron tan pocos los líderes religiosos judíos educados
que reconocieron a Jesús como el Mesías?
Contrario a eso, sus
discípulos fieles fueron campesinos humildes, pescadores,
recaudadores de impuestos y amas de casa.
Estas personas comunes
estaban tan seguras de lo que Jesús enseñaba acerca de Dios que
podían enseñarlo a otros y hasta estaban dispuestas a morir por su
creencia. (Mateo 15:1-9; 21:23-32, 43; 23:13-36; Juan 7:45-49;
Hechos 4:13.)
¿Se
ve que la Biblia la enseñe claramente?
SI LA doctrina de la
Trinidad fuera cierta, la Biblia debería presentarla con toda
claridad, y consecuentemente. ¿Por qué? Porque, como afirmaron los
apóstoles, por la Biblia Dios se ha revelado a la humanidad. Y como
para adorar a Dios aceptablemente tenemos que conocerlo, la Biblia
debería decirnos con claridad y precisión quién es él.
Para los creyentes del
primer siglo las Escrituras eran la revelación auténtica de Dios.
Eran la base de sus creencias, la autoridad que lo resolvía todo.
Por ejemplo, cuando el apóstol Pablo predicó a la gente de la
ciudad de Berea, aquellas personas “recibieron la palabra con suma
prontitud de ánimo, y examinaban con cuidado las Escrituras
diariamente en cuanto a si estas cosas eran así”. (Hechos
17:10, 11.)
¿A qué autoridad
acudían, a su vez, los prominentes hombres de Dios de aquel tiempo?
Hechos 17:2, 3 nos dice: “Según tenía por costumbre
Pablo, [...] razonó con ellos a partir de las Escrituras,
explicando y probando por referencias [tomadas de las Escrituras]”.
Jesús mismo dio el
ejemplo al usar las Escrituras como base para su enseñanza, pues vez
tras vez decía: “Está escrito”. “Les interpretó cosas
referentes a él en todas las Escrituras.” (Mateo 4:4, 7;
Lucas 24:27.)
Así que Jesús, Pablo y
los creyentes del primer siglo utilizaron las Escrituras como base
para su enseñanza. Sabían que “toda Escritura es inspirada de
Dios y provechosa para enseñar, para censurar, para rectificar las
cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea
enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena
obra”. (2 Timoteo 3:16, 17; véanse también 1 Corintios
4:6; 1 Tesalonicenses 2:13; 2 Pedro 1:20, 21.)
Puesto que la Biblia
puede “rectificar las cosas”, debería revelar con claridad
información sobre un asunto tan fundamental como el que se supone
que sea la Trinidad. Pero ¿ven teólogos e historiadores mismos que
la Biblia enseñe claramente la Trinidad?
¿Está
en la Biblia la palabra “Trinidad”?
UNA publicación
protestante dice: “La palabra Trinidad no se encuentra en la
Biblia [...] Fue solo en el siglo IV cuando halló
formalmente lugar en la teología eclesiástica” (The
Illustrated Bible Dictionary). Y una autoridad católica dice que
la Trinidad “no es [...] ni directa ni inmediatamente [la]
palabra de Dios” (New Catholic Encyclopedia).
The Catholic
Encyclopedia
comenta: “No hay hasta ahora en las Escrituras ningún término que
por sí solo denote juntas a las Tres Divinas Personas. La palabra
τρίας [trí·as] (traducida al latín trinitas)
se encuentra primero en Teófilo de Antioquía alrededor de 180 d.
de J.C. [...] Poco después aparece en su forma latina,
trinitas,
en Tertuliano”.
Sin embargo, esto en sí
mismo no prueba que Tertuliano enseñara la Trinidad. Por ejemplo, la
obra católica Trinitas—A Theological Encyclopedia of the Holy
Trinity (Trinitas.—Una enciclopedia teológica de la
Santísima Trinidad) señala que ciertas palabras de Tertuliano
fueron usadas después por otros para describir la Trinidad. Entonces
advierte: “Pero nadie puede sacar conclusiones precipitadas
basándose en el uso, pues él no aplica esas palabras a la teología
trinitaria”.
El
testimonio de las Escrituras Hebreas
AUNQUE en la Biblia no se
encuentra la palabra “Trinidad”, ¿se enseña por lo menos con
claridad la idea de la Trinidad en ella? Por ejemplo, ¿qué
revelan al respecto las Escrituras Hebreas (el “Antiguo
Testamento”)?
The Encyclopedia of
Religion reconoce lo siguiente: “Hoy los teólogos concuerdan
en que la Biblia hebrea no contiene ninguna doctrina de la Trinidad”.
Y la New Catholic Encyclopedia dice también: “La doctrina
de la Santísima Trinidad no se enseña en el A[ntiguo]
T[estamento]”.
De manera similar, en su
libro The Triune God (El Dios trino y uno), el jesuita Edmund
Fortman admite esto: “El Antiguo Testamento [...] no nos dice
nada, ni explícitamente ni por deducción obligatoria, acerca de un
Dios Trino y Uno que sea Padre, Hijo y Espíritu Santo. [...] No
hay ninguna prueba de que escritor sagrado alguno siquiera se
imaginara que en la Deidad existiera una [Trinidad]. [...]
Hasta el ver en [el “Antiguo Testamento”] sugerencias o
prefiguraciones o ‘señales veladas’ de la trinidad de personas
es ir más allá de las palabras y la intención de los escritores
sagrados” (cursiva nuestra).
Un examen de las
Escrituras Hebreas mismas corrobora esos comentarios. Como se ve, en
los primeros 39 libros de la Biblia que componen el verdadero
canon de las Escrituras Hebreas inspiradas no se enseña claramente
una Trinidad.
El
testimonio de las Escrituras Griegas
PUES bien, ¿hablan
claramente de una Trinidad las Escrituras Griegas Cristianas (el
“Nuevo Testamento”)?
The Encyclopedia of
Religion dice: “Los teólogos concuerdan en que tampoco el
Nuevo Testamento contiene una doctrina trinitaria explícita”.
El jesuita Fortman
declara: “Los escritores del Nuevo Testamento [...] no nos dan
ninguna doctrina formal o formulada de la Trinidad, ninguna enseñanza
explícita de que en un solo Dios haya tres divinas personas
coiguales. [...] En ningún lugar hallamos una doctrina
trinitaria de tres entidades distintas que tengan vida y actividad
divinas en la misma Deidad”.
The New Encyclopædia
Britannica señala: “Ni la palabra Trinidad ni la doctrina
explícita aparecen en el Nuevo Testamento”.
Bernhard Lohse dice en A
Short History of Christian Doctrine (Breve historia de la
doctrina cristiana): “Por lo que se refiere al Nuevo Testamento, en
él no se halla ninguna doctrina trinitaria”.
También The New
International Dictionary of New Testament Theology (El nuevo
diccionario internacional de teología del Nuevo Testamento) declara:
“El N[uevo] T[estamento] no contiene la doctrina de la Trinidad ya
desarrollada. ‘En la Biblia no está la declaración expresa de que
el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean iguales en esencia’
[dijo el teólogo protestante Karl Barth]”.
El profesor E. Washburn
Hopkins, de la Universidad Yale, afirmó: “Parece que ni Jesús ni
Pablo conocían la doctrina de la Trinidad; [...] no dicen nada
en cuanto a ella” (Origin and Evolution of Religion).
El historiador Arthur
Weigall señala: “Jesucristo nunca mencionó semejante fenómeno, y
en ninguna parte del Nuevo Testamento aparece la palabra ‘Trinidad’.
Solo trescientos años después de la muerte de nuestro Señor adoptó
la Iglesia esa idea” (The Paganism in Our Christianity).
Como se ve, ni en los
39 libros de las Escrituras Hebreas ni en los 27 libros
inspirados que componen el canon de las Escrituras Griegas Cristianas
se ve que se enseñe claramente la Trinidad.
¿La
enseñaron los cristianos primitivos?
¿ENSEÑARON la Trinidad
los cristianos primitivos? Note los siguientes comentarios de
historiadores y teólogos:
“El cristianismo
primitivo no tenía una doctrina trinitaria explícita como la que se
elaboró después en los credos” (The New International
Dictionary of New Testament Theology).
“Sin embargo, al
principio los cristianos primitivos no pensaron en aplicar aquella
idea [de la Trinidad] a su propia fe. Tributaban sus devociones a
Dios el Padre y a Jesucristo, el Hijo de Dios, y reconocían el [...]
Espíritu Santo; pero no había ninguna idea de que estos tres fueran
una verdadera Trinidad, coiguales y unidos en Uno” (The Paganism
in Our Christianity).
“Al principio la fe
cristiana no era trinitaria [...] Tampoco lo fue en las épocas
apostólica y subapostólica, como se refleja en el N[uevo]
T[estamento] y en otros escritos cristianos primitivos”
(Encyclopædia of Religion and Ethics).
“La fórmula ‘un solo
Dios en tres Personas’ no quedó firmemente establecida, y
ciertamente no se asimiló por completo en la vida cristiana ni en su
confesión de fe, antes del fin del siglo IV. [...] Entre
los Padres Apostólicos no había existido nada que siquiera
remotamente se acercara a tal mentalidad o perspectiva” (New
Catholic Encyclopedia).
Lo
que enseñaron los padres de antes del Concilio de Nicea
SE HA reconocido que en
los primeros siglos tras el nacimiento de Cristo los padres de antes
del Concilio de Nicea llevaron la delantera como maestros religiosos.
Lo que ellos enseñaron es interesante.
Justino Mártir, quien
murió alrededor del año 165 E.C., dijo que Jesús, antes
de existir como humano, había sido un ángel creado que “no es el
Dios que hizo todas las cosas”. Dijo que Jesús era inferior a Dios
y “nunca hacía nada excepto lo que el Creador [...] deseaba
que hiciera y dijera”.
Ireneo, quien murió
alrededor de 200 E.C., dijo que antes de vivir como humano Jesús
había tenido una existencia separada de la de Dios y era inferior a
él. Mostró que Jesús no es igual al “Único y verdadero Dios”,
quien es “supremo sobre todos, y no hay otro fuera de él”.
Clemente de Alejandría,
quien murió alrededor de 215 E.C., llamó a Dios el “único
verdadero Dios increado e imperecedero”. Indicó que el Hijo “está
después del único Padre omnipotente”, pero no es igual a él.
Tertuliano, quien murió
alrededor de 230 E.C., enseñó la supremacía de Dios. Hizo la
siguiente observación: “El Padre se diferencia del Hijo (otro),
pues es mayor; porque el que engendra difiere del que es engendrado;
el que envía difiere del que es enviado”. También dijo: “Hubo
un tiempo en que el Hijo no existía. [...] Antes de todas las
cosas, Dios estaba solo”.
Hipólito, quien murió
alrededor de 235 E.C., dijo que Dios es “el un solo Dios, el
primero y Único, el Hacedor y Señor de todo”, quien “no tenía
cosa alguna coetánea [de la misma edad] con él [...] Sino que
era Uno, solo por sí mismo, quien, por su voluntad, llamó a la
existencia lo que no existía antes”, como a Jesús, quien fue
creado mucho antes de que viviera como humano.
Orígenes, quien murió
alrededor de 250 E.C., dijo que “el Padre y el Hijo son dos
sustancias [...] dos cosas en cuanto a su esencia”, y que “en
comparación con el Padre, [el Hijo] es una luz muy pequeña”.
Resumiendo la evidencia
histórica, Alvan Lamson dice en The Church of the First Three
Centuries (La iglesia de los primeros tres siglos): “La
doctrina popular moderna de la Trinidad [...] no deriva apoyo
alguno del lenguaje de Justino [Mártir]: y esta observación puede
extenderse a todos los Padres de antes del Concilio de Nicea; es
decir, a todos los escritores cristianos por tres siglos después del
nacimiento de Cristo. Es verdad que hablan acerca del Padre, el Hijo
y [...] el Espíritu santo, pero no como si fueran coiguales, no
como si fueran una sola esencia numérica, ni como Tres en Uno, ni en
ninguno de los sentidos admitidos ahora por los trinitarios.
Precisamente lo contrario es la realidad”.
De manera que el
testimonio de la Biblia y de la historia muestra claramente que la
Trinidad fue desconocida por todos los tiempos bíblicos y por varios
siglos después.
“No
hay ninguna prueba de que escritor sagrado alguno siquiera se
imaginara que en la Deidad existiera una [Trinidad].”—The
Triune God
¿Cómo
se desarrolló la doctrina de la Trinidad?
AL LLEGAR a este punto,
puede que usted pregunte: ‘Si la Trinidad no es enseñanza bíblica,
¿cómo llegó a ser doctrina de la cristiandad?’. Muchos creen que
fue formulada en el Concilio de Nicea en 325 E.C.
Pero eso no es totalmente
correcto. El Concilio de Nicea sí aseguró que Cristo era de la
misma sustancia que Dios, lo que colocó la base para la teología
trinitaria posterior. Pero no estableció la Trinidad, pues en aquel
concilio no se dijo que el espíritu santo fuera la tercera persona
de una Deidad trina y una.
El
papel de Constantino en Nicea
POR muchos años había
habido mucha oposición, sobre base bíblica, al desarrollo de la
idea de que Jesús fuera Dios. En un esfuerzo por resolver la
disputa, el emperador romano, Constantino, convocó a todos los
obispos a Nicea. En realidad asistieron alrededor de 300, una
fracción del total.
Constantino no era
cristiano. Supuestamente se convirtió más tarde en la vida, pero no
se bautizó sino hasta que se hallaba en su lecho de muerte. Henry
Chadwick dice sobre él en The Early Church (La iglesia
primitiva): “Constantino, como su padre, adoraba al Sol
Invicto; [...] su conversión no debería interpretarse como una
experiencia interna de la gracia [...] Fue asunto militar. Él
nunca comprendió muy claramente la doctrina cristiana, pero estaba
seguro de que la victoria en el combate venía como dádiva del Dios
de los cristianos”.
¿Qué papel desempeñó
en el Concilio de Nicea aquel emperador no bautizado? La Encyclopædia
Britannica relata: “Constantino mismo presidió y dirigió
activamente las discusiones y personalmente propuso [...] la
fórmula decisiva que expresaba la relación de Cristo con Dios en el
credo que el concilio emitió, que es ‘consustancial con el
Padre’ [...] Impresionados por el emperador, los obispos —con
solo dos excepciones— firmaron el credo, aunque muchos de ellos no
estaban muy inclinados a hacerlo”.
Por lo tanto, el papel de
Constantino fue crítico. Después de dos meses de enconado debate
religioso, aquel político pagano intervino y decidió a favor de los
que decían que Jesús era Dios. Pero ¿por qué? Ciertamente no fue
por convicción bíblica. “Básicamente, Constantino no entendía
nada de las preguntas que se hacían en teología griega”, dice A
Short History of Christian Doctrine. Lo que sí entendía era que
aquella división religiosa era una amenaza para su imperio, y él
quería fortalecer su dominio.
Sin embargo, ninguno de
los obispos reunidos en Nicea promovió una Trinidad. Decidieron
solamente sobre la naturaleza de Jesús, pero no el papel del
espíritu santo. Si la Trinidad hubiera sido claramente una verdad
bíblica, ¿no deberían haberla propuesto entonces?
Sigue
el desarrollo
DESPUÉS de Nicea los
debates sobre este asunto siguieron por décadas. Por un tiempo hasta
se volvió a favorecer a los que creían que Jesús no era igual a
Dios. Pero después el emperador Teodosio decidió contra ellos.
Estableció el credo del Concilio de Nicea como la norma para su
dominio y convocó el Concilio de Constantinopla en 381 E.C.
para aclarar la fórmula.
Aquel concilio concordó
en colocar al espíritu santo en el mismo nivel de Dios y de Cristo.
Por primera vez empezó a perfilarse la enseñanza trinitaria de la
cristiandad.
Sin embargo, ni siquiera
después del Concilio de Constantinopla llegó la Trinidad a ser un
credo extensamente aceptado. Muchos se oponían a él, y se atraían
por ello violenta persecución. Solo en siglos posteriores fue
formulada la Trinidad en credos fijos. The Encyclopedia Americana
dice: “El desarrollo pleno del trinitarismo tuvo lugar en
Occidente, en el escolasticismo de la Edad Media, cuando se quiso dar
una explicación en términos filosóficos y sicológicos”.
El
Credo de Atanasio
LA TRINIDAD fue definida
en términos más completos en el Credo de Atanasio. Atanasio era un
clérigo que había apoyado a Constantino en Nicea. El credo que
lleva su nombre declara: “Adoramos a un solo Dios en Trinidad [...]
El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios; y sin
embargo no hay tres dioses, sino un solo Dios”.
No obstante, ciertos
eruditos bien informados concuerdan en que Atanasio no compuso ese
credo. The New Encyclopædia Britannica comenta: “La Iglesia
Oriental no conoció el credo sino hasta el siglo XII. Desde el
siglo XVII los eruditos en general han concordado en que el
Credo de Atanasio no fue escrito por Atanasio (quien murió en 373),
sino que probablemente fue compuesto en el sur de Francia durante el
siglo V. [...] La influencia de ese credo parece haberse
visto principalmente en el sur de Francia y en España en los
siglos VI y VII. Se usó en la liturgia de la iglesia en
Alemania en el siglo IX y algún tiempo después en Roma”.
Por eso, pasaron siglos
desde el tiempo de Cristo antes de que la Trinidad fuera aceptada
extensamente en la cristiandad. Y en todo esto, ¿qué guió las
decisiones? ¿Fue la Palabra de Dios, o razones clericales y
políticas? En su libro Origin and Evolution of Religion,
E. W. Hopkins contesta: “La definición ortodoxa final de
la Trinidad fue principalmente un asunto de política eclesiástica”.
Se
predijo la apostasía
ESTA lamentable historia
de la Trinidad corresponde con lo que Jesús y sus apóstoles
predijeron que sucedería después del tiempo de ellos. Dijeron que
habría una apostasía, una desviación, un apartarse de la adoración
verdadera hasta el regreso de Cristo, cuando se restauraría la
adoración verdadera antes del día de destrucción que Dios ha
fijado para este sistema de cosas.
Respecto a ese “día”,
el apóstol Pablo dijo: “No vendrá a menos que primero venga la
apostasía y el hombre del desafuero quede revelado”.
(2 Tesalonicenses 2:3, 7.) Más tarde, predijo: “Después
de mi partida, se introducirán entre vosotros lobos crueles que no
perdonarán al rebaño; y también [...] de entre vosotros
mismos se levantarán hombres y hablarán cosas perversas, para
arrastrar a los discípulos detrás de sí”. (Hechos 20:29, 30,
BJ.) Otros discípulos de Jesús también escribieron acerca
de esta apostasía con su clase clerical ‘desaforada’. (Por
ejemplo, véanse 2 Pedro 2:1; 1 Juan 4:1-3; Judas 3, 4.)
Pablo también escribió:
“Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la
doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se
harán con un montón de maestros por el prurito de oir novedades;
apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas”.
(2 Timoteo 4:3, 4, BJ.)
Jesús mismo explicó lo
que había detrás de aquel desviarse en apostasía de la adoración
verdadera. Dijo que él había sembrado buenas semillas, pero que el
enemigo, Satanás, sobresembraría mala hierba en el campo. Así,
junto con los primeros brotes del trigo apareció también la mala
hierba. Sí, habría de esperarse una desviación del cristianismo
puro hasta la siega, cuando Cristo rectificaría la situación.
(Mateo 13:24-43.) The Encyclopedia Americana da este
comentario: “El trinitarismo del siglo IV no reflejó con
exactitud la enseñanza del cristianismo primitivo respecto a la
naturaleza de Dios; al contrario, fue un desviarse de aquella
enseñanza”. Entonces, ¿qué origen tuvo esta desviación?
(1 Timoteo 1:6.)
Lo
que influyó
POR todo el mundo de la
antigüedad, hasta allá en los tiempos remotos de Babilonia, era
común la adoración de dioses paganos agrupados en tres, o tríadas.
Aquella influencia también dominó en Egipto, Grecia y Roma en los
siglos antes, durante y después de Cristo. Y tras la muerte de los
apóstoles aquellas creencias paganas empezaron a invadir el
cristianismo.
El historiador Will
Durant dijo: “El cristianismo no destruyó el paganismo; lo
adoptó. [...] De Egipto vinieron las ideas de una trinidad
divina”. Y en el libro Egyptian Religion, Siegfried Morenz
señala: “Los teólogos egipcios estaban muy interesados en la
trinidad [...] Se combina y trata a tres dioses como si fueran
un solo ser, a quien se habla en singular. De ese modo la fuerza
espiritual de la religión egipcia muestra un enlace directo con la
teología cristiana”.
Así, en Alejandría,
Egipto, clérigos de fines del siglo III y de principios del IV,
como Atanasio, reflejaron aquella influencia cuando formularon ideas
que prepararon el camino para la Trinidad. Su propia influencia se
esparció, y por eso Morenz ve “la teología alejandrina como
intermediaria entre el legado religioso egipcio y el cristianismo”.
En el prólogo de la obra
de Edward Gibbon History of Christianity leemos: “Si el
cristianismo conquistó el paganismo, también es cierto que el
paganismo corrompió el cristianismo. La Iglesia de Roma cambió el
deísmo puro de los primeros cristianos [...] en el dogma
incomprensible de la trinidad. Conservó como dignos de creerse
muchos de los dogmas paganos, inventados por los egipcios e
idealizados por Platón”.
A Dictionary of
Religious Knowledge señala que muchos dicen que la Trinidad “es
una corrupción tomada de las religiones paganas e injertada en la fe
cristiana”. Y The Paganism in Our Christianity declara: “El
origen de la [Trinidad] es enteramente pagano”.
Así, en la Encyclopædia
of Religion and Ethics James Hastings escribió: “En la
religión de la India, por ejemplo, nos encontramos con el grupo
trinitario de Brahma, Siva y Visnú; y en la religión egipcia con el
grupo trinitario de Osiris, Isis y Horus [...] Tampoco es
únicamente en las religiones históricas donde se considera a Dios
una Trinidad. Uno recuerda en particular el punto de vista
neoplatónico de la Realidad Suprema o Final”, que “se representa
como una tríada”. ¿Qué tiene que ver el filósofo griego Platón
con la Trinidad?
El
platonismo
SE CREE que Platón vivió
desde 428 hasta 347 antes de Cristo. Aunque no enseñó la
Trinidad en su forma actual, sus filosofías prepararon el camino
para tal enseñanza. Después surgieron movimientos filosóficos que
incluyeron creencias en tríadas, sobre las cuales ejercieron
influencia las ideas de Platón acerca de Dios y la naturaleza.
El diccionario francés
Nouveau Dictionnaire Universel dice de la influencia de
Platón: “La trinidad de Platón, en sí meramente un
rearreglo de trinidades más antiguas que se remontan hasta
pueblos más primitivos, parece ser la trinidad racional de
atributos de índole filosófica que dio origen a las tres hipóstasis
o personas divinas respecto a las cuales enseñan las iglesias
cristianas. [...] El concepto de la divina trinidad que
tuvo este filósofo griego [...] puede encontrarse en toda
religión antigua [del paganismo]”.
The New Schaff-Herzog
Encyclopedia of Religious Knowledge (Nueva enciclopedia de
conocimiento religioso Schaff-Herzog) muestra la influencia de
aquella filosofía griega: “Las doctrinas del Logos y de la
Trinidad recibieron su forma de Padres griegos, quienes [...]
estuvieron bajo intensa influencia —fuera directa o indirectamente—
de la filosofía platónica [...] No se puede negar que de esta
fuente entraron errores y corrupciones en la Iglesia”.
The Church of the
First Three Centuries dice: “La doctrina de la Trinidad fue
formándose gradualmente en tiempos comparativamente tardíos; [...]
se originó de una fuente enteramente diferente de las Escrituras
judías y cristianas: [...] las manos de los Padres que
impusieron la influencia de Platón la desarrollaron y la injertaron
en el cristianismo”.
Para fines del siglo III
el “cristianismo” y las nuevas filosofías platónicas se unieron
de manera inseparable. Como declara Adolf Harnack en Outlines of
the History of Dogma (Esquemas de la historia de los dogmas), la
doctrina eclesiástica llegó a estar “firmemente arraigada en el
terreno del helenismo [el pensamiento griego pagano]. Por
consiguiente, llegó a ser un misterio para la gran mayoría de los
cristianos”.
La iglesia alegó que sus
nuevas doctrinas estaban basadas en la Biblia. Pero Harnack dice: “En
realidad legitimó dentro de sí la especulación helénica, los
puntos de vista supersticiosos y las costumbres de la adoración
misteriosa pagana”.
En el libro A
Statement of Reasons (Declaración de razones), Andrews Norton
dice de la Trinidad: “No podemos hallar la historia de esta
doctrina ni descubrir su fuente en la revelación cristiana, sino en
la filosofía platónica [...] La Trinidad no es doctrina de
Cristo ni de sus Apóstoles, sino una ficción de la escuela de los
platónicos posteriores”.
Así, en el siglo IV
E.C. la apostasía que predijeron Jesús y los apóstoles floreció
plenamente. El desarrollo de la Trinidad fue solo una manifestación
de esto. Las iglesias apóstatas también empezaron a abrazar otras
ideas paganas, como las de un infierno de fuego, la inmortalidad del
alma y la idolatría. En sentido espiritual, la cristiandad había
entrado en sus predichos tiempos de oscuridad, dominada por una
creciente clase clerical del “hombre del desafuero”.
(2 Tesalonicenses 2:3, 7.)
¿Por
qué no la enseñaron los profetas de Dios?
¿POR qué debería ser
que, mientras pasaban milenios, ninguno de los profetas de Dios
enseñara a su pueblo que existía una Trinidad? A más tardar, ¿no
debería haber usado Jesús su aptitud de Gran Maestro para aclarar
la Trinidad a sus seguidores? ¿Habría de inspirar Dios centenares
de páginas de las Escrituras y todavía no usar ninguna parte de
esta instrucción para enseñar la Trinidad si esta en realidad fuera
la “doctrina central” de la fe?
¿Deben creer los
cristianos que, siglos después de Cristo y después de haberse
inspirado divinamente la escritura de la Biblia, Dios apoyaría el
que se formulara una doctrina que fue desconocida a sus siervos por
miles de años, que es un “misterio inescrutable”, que está “más
allá de lo que puede concebir la razón humana”, que, según se
confiesa, tuvo antecedentes paganos y fue “principalmente un asunto
de política eclesiástica”?
El testimonio de la
historia es claro: el enseñar la Trinidad es haberse desviado de la
verdad, es haber apostatado de ella.
‘El
trinitarismo del siglo IV fue un desviarse de la enseñanza
cristiana primitiva.’—The Encyclopedia Americana
“La
tríada de los Grandes Dioses”
Muchos
siglos antes del tiempo de Cristo había tríadas o trinidades de
dioses en las antiguas Babilonia y Asiria. La “Enciclopedia de
mitología Larousse”, una obra francesa, menciona una de las
tríadas de aquella zona mesopotámica: “El universo fue dividido
en tres regiones, cada una de las cuales llegó a ser el dominio de
un dios. La porción de Anu fue el cielo. La Tierra fue dada a Enlil.
Ea adquirió dominio sobre las aguas. Juntos constituían la tríada
de los Grandes Dioses”.
Trinidad
hindú
El
libro “The Symbolism of Hindu Gods and Rituals” (El simbolismo de
los dioses y los ritos hindúes) dice esto sobre una trinidad hindú
que existió siglos antes de Cristo: “Siva es uno de los dioses de
la Trinidad. Se dice que es el dios de la destrucción. Los otros dos
dioses son Brahma, el dios de la creación, y Visnú, el dios de la
conservación. [...] Para indicar que estos tres procesos son
uno y el mismo, se combina a los tres dioses en una sola
forma”.—Publicado por A. Parthasarathy, Bombay.
“Básicamente,
Constantino no entendía nada de las preguntas que se hacían en
teología griega.”—A Short History of Christian Doctrine
Buscar imagenes de
1.
Egipto. Tríada de Horus, Osiris e Isis, 2.o
milenio a.E.C.
2.
Babilonia. Tríada de Istar, Sin y Shamash, 2.o
milenio a.E.C.
3.
Palmira. Tríada del dios lunar, el Señor de los Cielos y el dios
solar, c. siglo I E.C.
4.
India. Deidad trinitaria hindú, c. siglo VII E.C.
5.
Kampuchea. Deidad trinitaria budista, c. siglo XII E.C.
6.
Noruega. Trinidad (Padre, Hijo y espíritu santo), c. siglo XIII E.C.
7.
Francia. Trinidad, c. siglo XIV E.C.
8.
Italia. Trinidad, c. siglo XV E.C.
9.
Alemania. Trinidad, c. siglo XIX E.C.
10. Alemania.
Trinidad, siglo XX E.C.
¿Qué
dice la Biblia acerca de Dios y Jesús?
SI LA gente leyera la
Biblia desde el principio hasta el fin sin que hubiera concebido ya
la idea de la Trinidad, ¿se formaría tal concepto por su propia
cuenta? De ninguna manera.
Lo que se le manifiesta
muy claramente al lector imparcial es que solo Dios es el
Todopoderoso, el Creador, separado y distinto de toda otra persona, y
que Jesús —y esto aplica aun a la existencia que tuvo antes de ser
hombre— es también separado y distinto, un ser creado, subordinado
a Dios.
Dios
es uno solo, no tres
LA ENSEÑANZA bíblica de
que Dios es uno solo se llama monoteísmo. Y L. L. Paine,
profesor de historia eclesiástica, indica que el monoteísmo en su
forma más pura no da cabida a una Trinidad: “El Antiguo Testamento
es estrictamente monoteísta. Dios es un solo ser personal. La idea
de que allí se pueda hallar una trinidad [...] carece de todo
fundamento”.
¿Se cambió del
monoteísmo a otro tipo de creencia después que Jesús vino a la
Tierra? Paine contesta: “Respecto a este punto, no hay cambio al
pasar del Antiguo Testamento al Nuevo. Continúa la tradición
monoteísta. Jesús era judío, educado por padres judíos en las
escrituras del Antiguo Testamento. Su enseñanza era judía hasta la
médula; ciertamente un nuevo evangelio, pero no una nueva
teología. [...] Y él aceptaba como creencia suya el gran texto
del monoteísmo judío: ‘Escucha, oh Israel, el Señor nuestro Dios
es un solo Dios’”.
Esas palabras se
encuentran en Deuteronomio 6:4. La Biblia católica Bover-Cantera
(BC) expresa el pensamiento así: “Escucha, Israel: Yahveh,
nuestro Dios, Yahveh es uno”. Según el análisis gramatical de ese
versículo, la palabra “uno” no tiene calificativos en plural que
insinúen que signifique más de una persona.
Pablo, apóstol
cristiano, no indicó ningún cambio en la naturaleza de Dios
tampoco, ni siquiera después de la venida de Jesús a la Tierra.
Escribió: “Dios es uno solo”. (Gálatas 3:20; véase también
1 Corintios 8:4-6.)
Miles de veces por toda
la Biblia se hace referencia a Dios como una sola persona. Cuando él
habla, es como persona indivisa. La Biblia no podría ser más clara
en esto. Como declara Dios: “Yo soy Jehová. Ese es mi
nombre; y a ningún otro daré yo mi propia gloria”. (Isaías
42:8.) “Yo soy Yahveh, tu Dios [...] No tendrás otro
Dios ante mí” (cursiva nuestra). (Éxodo 20:2, 3, BC.)
¿Por qué hablarían de
Dios como de una sola persona todos los escritores bíblicos
inspirados divinamente si él en realidad fuera tres personas? ¿Qué
propósito tendría eso, excepto el de engañar a la gente? Podemos
estar seguros de que si Dios estuviera compuesto de tres personas él
se habría encargado de que los hombres que utilizó para escribir la
Biblia declararan eso con suma claridad, para que no pudiera haber
dudas al respecto. Al menos los escritores de las Escrituras Griegas
Cristianas que se relacionaron personalmente con el propio Hijo de
Dios habrían hecho eso. Pero no lo hicieron.
Más bien, lo que los
escritores de la Biblia declararon con suma claridad es que Dios es
una sola Persona... un Ser singular, sin divisiones, que no tiene
igual: “Yo soy Jehová, y no hay ningún otro. Con la excepción de
mí no hay Dios”. (Isaías 45:5.) “Tú, cuyo nombre es Jehová,
tú solo eres el Altísimo sobre toda la tierra.” (Salmo 83:18.)
No
es un Dios plural
JESÚS llamó a Dios “el
único Dios verdadero”. (Juan 17:3.) Al referirse a Dios, nunca
habló de él como de una deidad que consistiera en una pluralidad de
personas. Por eso, en la Biblia solo se llama Todopoderoso a Jehová.
De otro modo, se anularía el significado de la palabra
“todopoderoso”. Nunca se llama así ni a Jesús ni al espíritu
santo, porque solo Jehová es supremo. En Génesis 17:1 él declara:
“Yo soy Dios Todopoderoso”. Y Éxodo 18:11 dice: “Jehová es
mayor que todos los demás dioses”.
En las Escrituras Hebreas
la palabra ʼelóh·ah
(dios) tiene dos formas plurales, a saber, ʼelo·hím
(dioses) y ʼelo·héh
(dioses de). Por lo general estas formas plurales aluden a Jehová, y
en ese caso se traducen en singular, “Dios”. ¿Indican una
Trinidad esas formas plurales? No, no lo hacen. En A
Dictionary of the Bible,
William Smith dice: “La caprichosa idea de que [ʼelo·hím]
se refería a la trinidad de personas en la Deidad difícilmente
cuenta ahora con apoyo entre los eruditos. Es o lo que los gramáticos
llaman el
plural mayestático,
o denota la plenitud
de fortaleza divina, la suma
de los poderes
que Dios despliega”.
The American Journal
of Semitic Languages and Literatures
(Revista estadounidense de idiomas y literaturas semíticos) dice de
ʼelo·hím:
“Se construye casi invariablemente con un predicado verbal en
singular, y toma un atributo adjetival en singular”. Para ilustrar
esto, el título ʼelo·hím
aparece 35 veces por sí solo en el relato de la creación, y en
cada ocasión el verbo que describe lo que Dios dijo e hizo está en
singular. (Génesis 1:1–2:4.) Por eso, esa revista llega a esta
conclusión: “[ʼElo·hím]
tiene que ser explicado más bien como un plural
intensivo,
que denota grandeza
y majestad”.
ʼElo·hím no
significa “personas”, sino “dioses”. Por eso, los que afirman
que esa palabra da a entender una Trinidad se convierten en
politeístas, adoradores de más de un solo Dios. ¿Por qué? Porque
el término significaría que habría tres dioses en la Trinidad.
Pero casi todo apoyador de la Trinidad rechaza el punto de vista de
que la Trinidad se componga de tres dioses distintos.
La Biblia usa también
las palabras ʼelo·hím
y ʼelo·héh
para referirse a varios dioses-ídolos falsos. (Éxodo 12:12; 20:23.)
Pero en otras ocasiones puede referirse a un solo dios falso, como
cuando los filisteos aludieron a “Dagón su dios [ʼelo·héh]”.
(Jueces 16:23, 24.) Se llama a Baal “un dios [ʼelo·hím]”.
(1 Reyes 18:27.) Además, el término se usa para aludir a
humanos. (Salmo 82:1, 6.) A Moisés se le dijo que él serviría
de “Dios [ʼelo·hím]”
para Aarón y para Faraón. (Éxodo 4:16; 7:1.)
Es obvio que el uso de
los títulos ʼelo·hím
y ʼelo·héh
para aludir a dioses falsos, y hasta a humanos, no daba a entender
que cada uno fuera una pluralidad de dioses; el aplicar ʼelo·hím
o ʼelo·héh
a Jehová tampoco significa que él sea más de una persona,
especialmente cuando consideramos lo que el resto de la Biblia
testifica sobre este asunto.
Jesús,
un ser creado distinto
JESÚS fue humano
mientras estuvo en la Tierra, aunque humano perfecto, porque fue Dios
quien transfirió la fuerza de vida de Jesús a la matriz de María.
(Mateo 1:18-25.) Pero aquel no fue el principio de su existencia. Él
mismo declaró que había ‘descendido del cielo’. (Juan 3:13.)
Por eso fue sencillamente natural que dijera más tarde a sus
seguidores: “¿Y cuando veáis al Hijo del hombre [Jesús] subir
adonde estaba antes?”. (Juan 6:62, BJ.)
Como se ve, Jesús
existió en el cielo antes de venir a la Tierra. Pero ¿fue como una
de las personas de una Deidad todopoderosa, eterna, trina y una? No,
pues la Biblia dice claramente que Jesús, en la existencia que tuvo
antes de ser humano, era un ser celestial creado, tal como los
ángeles son seres celestiales creados por Dios. Ni los ángeles ni
Jesús existieron antes de haber sido creados.
Jesús, en su existencia
en los cielos, era el “Primogénito de toda la creación”.
(Colosenses 1:15, BJ.) Fue “el principio de la creación
de Dios” (Apocalipsis [Revelación] 3:14, según la versión
católica de Straubinger [Str].) No sería correcto
interpretar que “principio” [griego: ar·kjé]
significa que Jesús fue el ‘principiador’ de la creación
divina. Juan, en sus escritos bíblicos, usa varias formas de la
palabra griega ar·kjé más de 20 veces, y
siempre tienen el significado común de “principio”. Sí, Jesús
fue creado por Dios como el principio de la creación invisible de
Dios.
Note la relación
estrecha que hay entre esas referencias al origen de Jesús y las
expresiones de la “Sabiduría” figurativa en el libro bíblico de
Proverbios: “Yahvéh me creó, primicia de su camino, antes que sus
obras más antiguas. Antes que los montes fuesen asentados, antes que
las colinas, fui engendrada. No había hecho aún la tierra ni los
campos, ni el polvo primordial del orbe”. (Proverbios 8:12, 22,
25, 26, BJ.) Aunque se usa el término “Sabiduría”
para personificar a aquel a quien Dios creó, la mayoría de los
eruditos concuerda en que es realmente una figura retórica para
aludir a Jesús como criatura celestial antes de su existencia
humana.
Jesús, como la
“Sabiduría” antes de que fuera humano, pasa a decir que “yo
estaba allí [con Dios], como arquitecto”. (Proverbios 8:30, BJ.)
En conformidad con ese papel de arquitecto u obrero maestro
—“artífice”, BC; “aprendiz”, Nueva Biblia
Española [NBE]— que trabajaba con Dios, Colosenses 1:16
dice de Jesús que “por medio de él, Dios creó todo lo que hay en
el cielo y en la tierra” (Versión Popular [VP]).
De modo que fue por medio
de este obrero maestro, su socio menor, por decirlo así, como el
Dios Todopoderoso creó todo lo demás. La Biblia resume este asunto
así: “Para nosotros no hay sino un solo Dios, el Padre, de
quien vienen todas las cosas, [...] y un solo Señor,
Jesucristo, por quien son todas las cosas” (cursiva
nuestra). (1 Corintios 8:6, Str.)
Sin duda, fue a este
obrero maestro a quien Dios dijo: “Hagamos al hombre a nuestra
imagen”. (Génesis 1:26.) Algunos han alegado que las palabras
“hagamos” y “nuestra” en esta expresión indican una
Trinidad. Pero si alguien dijera: ‘Hagamos algo para nosotros’,
normalmente nadie entendería que dentro del que hablara hubiera
varias personas combinadas en una sola. Lo que se quiere decir es
simplemente que dos o más personas van a trabajar juntas en algo.
Así, también, cuando Dios usó “hagamos” y “nuestra”,
sencillamente estaba hablando a otra persona, su primera creación
celestial, el obrero maestro, Jesús antes de su vida como humano.
¿Pudiera
tentarse a Dios?
EN MATEO 4:1 se dice que
Jesús fue “tentado por el Diablo”. Después de mostrar a Jesús
“todos los reinos del mundo y su gloria”, Satanás dijo: “Todas
estas cosas te las daré si caes y me rindes un acto de adoración”.
(Mateo 4:8, 9.) Satanás estaba tratando de hacer que Jesús
fuera desleal a Dios.
Pero ¿qué prueba de
lealtad sería esa si Jesús fuera Dios? ¿Pudiera Dios rebelarse
contra sí mismo? No, pero ángeles y humanos podían rebelarse
contra Dios, y algunos lo hicieron. Solo tendría sentido la
tentación de Jesús si él no fuera Dios, sino un ser separado que
tuviera su propio libre albedrío, alguien que pudiera haber sido
desleal si hubiera optado por serlo, como un ángel o un humano.
Por otra parte, es
inimaginable que Dios pecara y fuera desleal a sí mismo. “Perfecta
es su actividad [...] Dios de fidelidad, [...] justo y
recto es él.” (Deuteronomio 32:4.) Por eso, si Jesús hubiera sido
Dios, no podría haber sido tentado. (Santiago 1:13.)
Puesto que Jesús no era
Dios, pudo haber sido desleal. Pero permaneció fiel, y dijo: “¡Vete,
Satanás! Porque está escrito: ‘Es a Jehová tu Dios a quien
tienes que adorar, y es solo a él a quien tienes que rendir servicio
sagrado’”. (Mateo 4:10.)
¿Cuánto
había que pagar como rescate?
UNA de las razones
principales por las cuales Jesús vino a la Tierra tiene también
relación directa con la Trinidad. La Biblia dice: “Hay un solo
Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, un hombre, Cristo
Jesús, que se dio a sí mismo como rescate correspondiente por
todos”. (1 Timoteo 2:5, 6.)
Jesús, ni más ni menos
que un humano perfecto, llegó a ser un rescate que compensó
exactamente por lo que Adán había perdido: el derecho a la vida
humana perfecta en la Tierra. Por eso, el apóstol Pablo bien podía
llamar a Jesús “el último Adán”, y decir en el mismo contexto:
“Así como en Adán todos están muriendo, así también en el
Cristo todos serán vivificados”. (1 Corintios 15:22, 45.)
La vida humana perfecta de Jesús era el “rescate correspondiente”
exigido por la justicia divina... ni más ni menos. Un principio
fundamental hasta de la justicia humana es que el precio que se paga
debe corresponder con el mal que se haya cometido.
No obstante, si Jesús
hubiera sido parte de una Deidad trinitaria, el precio de rescate
habría sido infinitamente superior a lo que exigían las propias
leyes de Dios. (Éxodo 21:23-25; Levítico 24:19-21.) Quien pecó en
Edén fue solo un humano perfecto, Adán, no Dios. Por eso, para que
en verdad el rescate estuviera en conformidad con la justicia de Dios
tendría que ser estrictamente equivalente... un humano perfecto, “el
último Adán”. Así pues, cuando Dios envió a Jesús a la Tierra
como rescate, hizo de Jesús lo que satisfaría la justicia: no que
Dios se hiciera carne, no un Hombre-Dios, sino un hombre perfecto,
“inferior a los ángeles”. (Hebreos 2:9; compárese con Salmo
8:5, 6.) ¿Cómo podría parte alguna de una Deidad todopoderosa
—Padre, Hijo o espíritu santo— ser alguna vez inferior a los
ángeles?
¿Cómo
es Jesús el “Hijo unigénito”?
LA BIBLIA llama a Jesús
el “Hijo unigénito” de Dios. (Juan 1:14; 3:16, 18;
1 Juan 4:9.) Los trinitarios dicen que, puesto que Dios es
eterno, también el Hijo de Dios es eterno. Pero ¿cómo puede
alguien ser hijo y a la misma vez tener la misma edad de su padre?
Los trinitarios alegan
que, en el caso de Jesús, el término “unigénito” no encierra
en sí el mismo sentido de la definición del diccionario para
“engendrar”, que es “procrear, propagar la propia especie”
(Diccionario de la lengua española, 1984). Dicen que en el
caso de Jesús tiene “el sentido de una relación inoriginada”,
un tipo de relación de hijo único sin el engendramiento
(Diccionario Expositivo de Palabras del Nuevo Testamento, por
W. E. Vine). ¿Le parece lógico eso? ¿Puede un hombre pasar
vida a un hijo sin engendrarlo?
Además, ¿por qué usa
la Biblia la mismísima palabra griega para “unigénito” (como
admite Vine sin explicación alguna) al describir la relación de
Isaac con Abrahán? Hebreos 11:17 dice que Isaac era el “hijo
unigénito” de Abrahán. No cabe duda de que, en el caso de Isaac,
él era unigénito en el sentido normal, sin ser igual en tiempo ni
posición a su padre.
La palabra griega básica
para “unigénito” que se usa para aludir a Jesús e Isaac es
mo·no·gue·nés, de mo·nos, que significa “único”,
y guí·no·mai, raíz que significa “generar”, “llegar
a ser (llegar a existir)”, declara la Exhaustive Concordance
de Strong. Por lo tanto, mo·no·gue·nés se define como:
“Único nacido, único engendrado, o sea, hijo único” (A
Greek and English Lexicon of the New Testament, por E. Robinson).
El Theological
Dictionary of the New Testament, publicado por Gerhard Kittel,
dice: “[Mo·no·gue·nés] significa ‘de
descendencia única’, o sea, sin hermanos o hermanas”. Este libro
también declara que en Juan 1:18; 3:16, 18 y 1 Juan 4:9
“la relación de Jesús no solo se compara con la de un hijo único
con su padre. Es la relación del unigénito con el Padre”.
Así que la vida de
Jesús, el Hijo unigénito, tuvo comienzo. Y al Dios Todopoderoso se
le puede llamar con razón su Engendrador, o Padre, en el mismo
sentido que un padre terrestre, como Abrahán, engendra un hijo.
(Hebreos 11:17.) Por lo tanto, cuando la Biblia dice que Dios es el
“Padre” de Jesús, quiere decir lo que dice: que son dos seres
distintos y separados. Dios es el mayor, Jesús es el menor... en
términos de tiempo, posición, poder y conocimiento.
Cuando uno toma en cuenta
que Jesús no fue el único hijo celestial creado por Dios en los
cielos, queda patente por qué se usó en su caso el término “Hijo
unigénito”. A una cantidad innumerable de otros seres celestiales
creados —ángeles— se les llama también “hijos de Dios”, con
el mismo sentido que aplicaba a Adán el término, porque la fuerza
de vida en ellos había provenido de Jehová Dios, la Fuente de la
vida. (Job 38:7; Salmo 36:9; Lucas 3:38.) Pero todos estos seres
celestiales fueron creados mediante el “Hijo unigénito”,
el único que fue engendrado directamente por Dios. (Colosenses
1:15-17.)
¿Se
creía que Jesús fuera Dios?
AUNQUE a Jesús se le
llama frecuentemente en la Biblia el Hijo de Dios, nadie en el primer
siglo siquiera pensó que él fuera Dios Hijo. Hasta los demonios,
quienes ‘creen que hay un solo Dios’, sabían por su experiencia
en las regiones celestiales que Jesús no era Dios. Por eso,
correctamente, reconocían a Jesús como el “Hijo de Dios”, que
tiene existencia separada. (Santiago 2:19; Mateo 8:29.) Y cuando
Jesús murió, los soldados romanos, aquellos paganos que estaban
cerca, ya sabían lo suficiente como para decir que lo que habían
oído de los seguidores de Jesús tenía que ser correcto, no que
Jesús fuera Dios, sino que “ciertamente este era Hijo de Dios”.
(Mateo 27:54.)
Por consiguiente, la
frase “Hijo de Dios” alude a Jesús como un ser creado que tiene
existencia separada, no como parte de una Trinidad. Por ser el Hijo
de Dios, no podía ser Dios mismo, porque Juan 1:18 dice: “A Dios
nadie le ha visto jamás” (BJ).
Los discípulos creían
que Jesús era el “un solo mediador entre Dios y los hombres”, y
no Dios mismo. (1 Timoteo 2:5.) Puesto que por definición un
mediador es alguien separado de los que necesitan mediación,
implicaría contradicción el que Jesús correspondiera a cualquiera
de las partes que estuviera tratando de reconciliar. Eso habría sido
fingir que era lo que no era.
La Biblia habla clara y
consecuentemente en cuanto a la relación de Dios con Jesús. Solo
Jehová Dios es Todopoderoso. Creó directamente a Jesús antes de
que viviera en la Tierra como humano. Por eso, Jesús tuvo principio,
y jamás podría ser igual a Dios en poder ni en eternidad.
El nombre de Dios se
vierte “Yahveh” o “Yahvéh” en algunas traducciones y
“Jehová” en otras.
Puesto
que Dios creó a Jesús, este está en posición secundaria en cuanto
a tiempo, poder y conocimiento
Jesús
dijo que había existido antes de ser humano, pues Dios
lo había creado al principio de las creaciones
invisibles de Dios
¿Es
Dios superior a Jesús siempre?
JESÚS nunca afirmó que
fuera Dios. Cuanto dijo acerca de sí mismo indica que de ninguna
manera se consideraba igual a Dios... ni en poder ni en conocimiento
ni en edad.
En todo período de su
existencia, tanto en el cielo como en la Tierra, el habla y la
conducta de Jesús manifiestan subordinación a Dios. Dios es siempre
el superior, Jesús el inferior que fue creado por Dios.
Jesús
distinguido de Dios
VEZ tras vez Jesús
señaló que era una criatura separada de Dios y que él, Jesús,
tenía sobre sí a un Dios, un Dios a quien adoraba y a quien llamaba
“Padre”. En oración a Dios, es decir, al Padre, Jesús dijo:
“[Tú], el único Dios verdadero”. (Juan 17:3.) En Juan
20:17 Jesús dijo a María Magdalena: “Voy a subir a mi Padre y
vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios” (Str).
En 2 Corintios 1:3 el apóstol Pablo confirma esta
relación: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo”. Puesto que Jesús tenía un Dios, su Padre, no
podía ser a la misma vez ese Dios.
Los apóstoles no
tuvieron reparos en hablar de Jesús y de Dios como entidades
claramente distintas y separadas: “Para nosotros no hay más que un
solo Dios, el Padre, [...] y un solo Señor, Jesucristo”.
(1 Corintios 8:6, BJ.) El apóstol Pablo señala la
distinción cuando menciona la “presencia de Dios, de Cristo Jesús
y de los ángeles escogidos”. (1 Timoteo 5:21, BJ.) Tal
como en lo que escribe Pablo distingue entre Jesús y los ángeles en
el cielo, lo mismo hace con relación a Jesús y Dios.
Las palabras de Jesús en
Juan 8:17, 18 también son significativas. Él declara: “En la
propia Ley de ustedes está escrito: ‘El testimonio de dos hombres
es verdadero’. Yo soy quien doy testimonio acerca de mí mismo, y
el Padre que me envió da testimonio acerca de mí”. Aquí Jesús
muestra que él y el Padre, es decir, el Dios Todopoderoso, tienen
que ser dos entidades distintas, porque ¿de qué otro modo pudiera
haber realmente dos testigos?
Otra manera como Jesús
mostró que él era un ser separado de Dios fue al decir: “¿Por
qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino sólo Dios”. (Marcos
10:18, BJ.) De modo que Jesús decía que nadie es tan bueno
como Dios, ni siquiera Jesús mismo. Dios es bueno de una manera que
lo distingue de Jesús.
El
siervo sumiso de Dios
VEZ tras vez Jesús hizo
declaraciones como las siguientes: “El Hijo no puede hacer nada por
su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre”. (Juan 5:19, BJ.)
“He bajado del cielo para hacer, no la voluntad mía, sino la
voluntad del que me ha enviado.” (Juan 6:38.) “Lo que yo enseño
no es mío, sino que pertenece al que me ha enviado.” (Juan 7:16.)
¿No es el que envía mayor que el enviado?
Esta relación se
manifiesta claramente en la ilustración de Jesús acerca de la viña.
Él comparó a Dios, su Padre, con el dueño de la viña, quien viajó
al extranjero y la dejó a cargo de los cultivadores, quienes
representaban al clero judío. Después, cuando el dueño envió un
esclavo para conseguir parte del fruto de la viña, los cultivadores
lo golpearon y lo enviaron con las manos vacías. Entonces el dueño
envió un segundo esclavo, y después otro, y estos recibieron el
mismo trato. Finalmente, el dueño dijo: “Enviaré a mi hijo
[Jesús] el amado. Probablemente a este lo respeten”. Pero los
cultivadores corruptos dijeron: “‘Este es el heredero; matémoslo,
para que la herencia llegue a ser nuestra’. Con eso, lo echaron
fuera de la viña y lo mataron”. (Lucas 20:9-16.) Así ilustró
Jesús su propio puesto de enviado por Dios para hacer la voluntad de
Dios, tal como un padre envía a un hijo sumiso.
Los seguidores de Jesús
siempre lo vieron como siervo sumiso de Dios, no como
igual a Dios. Oraron a Dios acerca de “tu santo
siervo Jesús, a quien has ungido, [...] señales
y prodigios por el nombre de tu santo siervo Jesús”. (Hechos
4:23, 27, 30, BJ.)
Dios
es superior siempre
AL PRINCIPIO del
ministerio de Jesús, cuando él salió del agua bautismal, la voz de
Dios desde el cielo dijo: “Este es mi Hijo, el amado, a quien he
aprobado”. (Mateo 3:16, 17.) ¿Estaba diciendo Dios que él era su
propio hijo, que se aprobaba a sí mismo, que se enviaba a sí mismo?
No; Dios el Creador decía que él, en su posición de superior,
aprobaba al inferior, su Hijo Jesús, para la obra necesaria.
Jesús indicó la
superioridad de su Padre al decir: “El espíritu de Jehová está
sobre mí, porque él me ungió para declarar buenas nuevas a los
pobres”. (Lucas 4:18.) El ungimiento se efectúa cuando un superior
da autoridad o una comisión a alguien que todavía no tiene
autoridad. Es obvio que aquí el superior es Dios, porque ungió a
Jesús y le dio autoridad que Jesús anteriormente no tenía.
Jesús manifestó
claramente la superioridad de su Padre cuando la madre de dos
discípulos pidió que sus hijos se sentaran uno a la derecha y el
otro a la izquierda de Jesús cuando él entrara en su Reino. Jesús
contestó: “Sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es cosa mía
el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi
Padre”, es decir, Dios. (Mateo 20:23, BJ.) Si Jesús hubiera
sido el Dios Todopoderoso, podría haber dado aquellos puestos. Pero
Jesús no podía darlos, porque le tocaba a Dios darlos, y Jesús no
era Dios.
Las mismas oraciones de
Jesús son ejemplo convincente de su posición inferior. Cuando se
acercaba el tiempo en que Jesús había de morir, mostró quién era
su superior al orar: “Padre, si deseas, remueve de mí esta copa.
Sin embargo, que no se efectúe mi voluntad, sino la tuya”. (Lucas
22:42.) ¿A quién le oraba? ¿A una parte de sí mismo? No; le oraba
a alguien enteramente separado de él, su Padre, Dios —cuya
voluntad era superior y podía diferenciarse de la suya—, el Único
que podía ‘remover aquella copa’.
Después, cuando estaba a
punto de morir, Jesús clamó: “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué
me has abandonado?”. (Marcos 15:34, BJ.) ¿A quién clamó
Jesús? ¿A sí mismo o a una parte de sí mismo? De seguro ese
clamor: “Dios mío” no provino de alguien que se considerara
Dios. Y si Jesús fuera Dios, entonces, ¿quién lo había
abandonado? ¿Se abandonó a sí mismo? Eso no tendría sentido.
Jesús dijo también: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”.
(Lucas 23:46.) Si Jesús fuera Dios, ¿por qué habría de encomendar
su espíritu al Padre?
Después de su muerte,
Jesús estuvo en la tumba por partes de tres días. Si fuera Dios,
entonces Habacuc 1:12 está equivocado cuando dice: “Oh Dios mío,
mi Santo, tú no mueres”. Pero la Biblia dice que Jesús sí murió
y que estuvo inconsciente en la tumba. ¿Y quién lo resucitó de
entre los muertos? Si verdaderamente estaba muerto, no se pudiera
haber resucitado a sí mismo. Por otra parte, si en realidad no
estaba muerto, su muerte fingida no habría pagado el precio de
rescate por el pecado de Adán. Pero él sí pagó ese precio, porque
verdaderamente murió. De modo que fue “Dios [quien] lo resucitó
[a Jesús] desatando los dolores de la muerte”. (Hechos 2:24.) El
superior, el Dios Todopoderoso, levantó de entre los muertos al
inferior, su siervo Jesús.
¿Indica que Jesús fuera
Dios el hecho de que pudiera ejecutar milagros, como el de resucitar
a ciertas personas? Pues bien, los apóstoles y los profetas Elías y
Eliseo tuvieron ese poder también, pero eso no significó que fueran
más que hombres. Dios dio el poder de ejecutar milagros a los
profetas, a Jesús y a los apóstoles para demostrar que los apoyaba.
Pero eso no significó que ninguno de ellos fuera parte de una Deidad
plural.
Había
límite a lo que Jesús sabía
CUANDO Jesús dio su
profecía acerca del fin de este sistema de cosas, declaró: “Mas
de aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo,
ni el Hijo, sino sólo el Padre”. (Marcos 13:32, BJ.) Si
Jesús hubiera sido el Hijo que fuera parte igual de una Deidad,
habría sabido lo que el Padre sabe. Pero Jesús no lo sabía, porque
no era igual a Dios.
De manera similar, en
Hebreos 5:8 leemos que Jesús “aprendió la obediencia por las
cosas que sufrió”. ¿Podemos imaginarnos que Dios tuviera que
aprender algo? No; pero Jesús sí aprendió, porque no sabía
todo lo que Dios sabía. Y tuvo que aprender algo que Dios nunca
tiene que aprender... la obediencia. Dios nunca tiene que obedecer a
nadie.
La diferencia entre lo
que Dios conoce y lo que Cristo conoce también existió cuando Jesús
fue resucitado para ir al cielo y estar con Dios. Note las palabras
de apertura del último libro de la Biblia: “Revelación de
Jesucristo; se la concedió Dios”. (Apocalipsis [Revelación] 1:1,
BJ.) Si Jesús mismo fuera parte de una Deidad, ¿habría sido
necesario que otra parte de la Deidad —Dios— le diera una
revelación? De seguro él habría conocido todo aquello, porque Dios
lo conocía. Pero Jesús no lo conocía, porque no era Dios.
Jesús
sigue subordinado
ANTES de que Jesús
viniera a la Tierra, y también cuando vivió aquí, estuvo
subordinado a Dios. Después de haber resucitado, sigue en posición
subordinada, secundaria.
Respecto a la
resurrección de Jesús, Pedro y los que estaban con él dijeron al
Sanedrín judío: “A este [Jesús], Dios lo ensalzó a su diestra”.
(Hechos 5:31.) Pablo dijo: “Dios lo ensalzó a un puesto superior”.
(Filipenses 2:9.) Si Jesús hubiera sido Dios, ¿cómo se podría
haber ensalzado, es decir, levantado a un puesto superior al que
tenía antes? Ya habría sido una parte ensalzada de la Trinidad. Si
antes de su ensalzamiento Jesús hubiera sido igual a Dios, el
ensalzarlo más lo habría hecho superior a Dios.
Pablo dijo también que
Cristo entró “en el mismo cielo para presentarse ahora delante de
Dios a favor nuestro”. (Hebreos 9:24, Str.) Si usted se
presentara ante otro, ¿cómo podría ser usted ese otro? No podría
ser. Tiene que ser diferente y separado.
De igual manera, el
mártir Esteban, precisamente antes de morir apedreado, “miró con
fijeza al cielo y alcanzó a ver la gloria de Dios y a Jesús de pie
a la diestra de Dios”. (Hechos 7:55.) Está claro que vio a dos
seres separados... pero no vio a ningún espíritu santo; no vio
ninguna Deidad trinitaria.
En el relato de
Revelación 4:8 a 5:7 se describe a Dios sentado en su trono
celestial, pero Jesús no está allí. Él tiene que acercarse a Dios
para tomar un rollo de la mano derecha de Dios. Esto muestra que en
el cielo Jesús no es Dios, sino que es una entidad separada de él.
En conformidad con lo
anterior, el Bulletin of the John Rylands Library (Boletín de
la biblioteca John Rylands) de Manchester, Inglaterra, dice: “A
Jesús en su vida celestial de resucitado se le describe con una
personalidad individual tan distinta y separada de la persona de Dios
como lo fue la que tuvo durante su vida terrestre como el hombre
Jesús. Sí, al lado de Dios y comparado con Dios ciertamente aparece
como otro ser celestial entre la corte celestial de Dios, como lo que
eran los ángeles... aunque, como el Hijo de Dios, está en una
categoría diferente, y tiene un rango muy superior al de ellos”.
(Compárese con Filipenses 2:11.)
El Bulletin
también dice: “Sin embargo, lo que se dice de su vida y sus
funciones como el Cristo celestial ni significa ni da a entender que
en la condición divina él se halla a la par con Dios mismo y es
plenamente Dios. Al contrario, en el cuadro que da el Nuevo
Testamento de su persona y su ministerio celestiales contemplamos una
entidad separada de Dios y subordinada a él”.
En el futuro eterno en el
cielo, Jesús seguirá siendo un siervo separado y subordinado de
Dios. La Biblia lo expresa así: “Luego, el fin, cuando [Jesús en
el cielo] entregue a Dios Padre el Reino, [...] entonces también
el Hijo se someterá a Aquel que ha sometido a él todas las cosas,
para que Dios sea todo en todo”. (1 Corintios 15:24, 28,
BJ.)
Jesús
nunca dijo que fuera Dios
ESTÁ claro lo que la
Biblia indica. El Dios Todopoderoso, Jehová, no solo es una
personalidad separada de Jesús, sino que también es en todo tiempo
su superior. A Jesús siempre se le presenta como separado e
inferior, un humilde siervo de Dios. Por eso la Biblia dice
claramente que “la cabeza del Cristo es Dios”, tal como “la
cabeza de todo varón es el Cristo”. (1 Corintios 11:3.) Y por
eso Jesús mismo dijo: “El Padre es más que yo”. (Juan 14:28,
BJ.)
La verdad es que Jesús
no es Dios, y nunca afirmó serlo. Aumenta la cantidad de los
eruditos que reconocen esto. Como declara el Bulletin de
Rylands: “Tenemos que enfrentarnos al hecho de que la investigación
del Nuevo Testamento durante, digamos, los últimos treinta o
cuarenta años ha llevado a una cantidad cada vez mayor de
escriturarios acreditados del Nuevo Testamento a la conclusión de
que ciertamente Jesús [...] nunca se creyó Dios”.
El Bulletin
también dice esto sobre los cristianos del primer siglo: “Por lo
tanto, cuando asignaban [a Jesús] títulos de honor, como: Cristo,
Hijo del hombre, Hijo de Dios y Señor, estas no eran maneras de
decir que él fuera Dios, sino de señalar que hacía la obra de
Dios”.
Como se ve, hasta algunos
doctos religiosos reconocen que la idea de que Jesús es Dios
contradice todo el testimonio de la Biblia. Según la Biblia, Dios es
siempre el superior, y Jesús es el siervo subordinado.
‘La
investigación del Nuevo Testamento ha llevado a una cantidad
cada vez mayor de escriturarios a la conclusión de que
ciertamente Jesús nunca se creyó Dios.’—Bulletin of the
John Rylands Library
Jesús
dijo a los judíos: “He bajado del cielo para hacer, no la voluntad
mía, sino la voluntad del que me ha enviado”. (Juan 6:38.)
Cuando
Jesús clamó: “¡Dios mío, Dios mío! ¿por qué me has
abandonado?” de seguro no creía que él mismo fuera Dios
El
espíritu santo... la fuerza activa de Dios
SEGÚN la doctrina de la
Trinidad, el espíritu santo es la tercera persona de una Deidad,
igual al Padre y al Hijo. Como dice el libro Our Orthodox
Christian Faith: “El Espíritu Santo es totalmente Dios”.
En las Escrituras Hebreas
la palabra que más se usa para “espíritu” es rú·aj,
que significa “aliento; viento; espíritu”. En las Escrituras
Griegas se usa la palabra pnéu·ma, de significado similar.
¿Indican esas palabras que el espíritu santo sea parte de una
Trinidad?
Una
fuerza activa
EN LA Biblia, el uso de
la expresión “espíritu santo” indica que es una fuerza
controlada que Jehová Dios usa para llevar a cabo diversos
propósitos. Hasta cierto grado puede compararse con la electricidad,
una fuerza que puede emplearse para una gran variedad de funciones.
En Génesis 1:2 la Biblia
declara que “la fuerza activa [“espíritu” (hebreo: rú·aj)]
de Dios se movía de un lado a otro sobre la superficie de las
aguas”. Aquí el espíritu de Dios era su fuerza activa obrando
para dar forma a la Tierra.
Dios usa su espíritu
para iluminar a los que le sirven. David oró: “Enséñame a hacer
tu voluntad, porque tú eres mi Dios. Tu espíritu [rú·aj]
es bueno; que me guíe en la tierra de la rectitud”. (Salmo
143:10.) Cuando se nombró a 70 hombres capacitados para que
ayudaran a Moisés, Dios dijo a este siervo suyo: “Tendré que
quitar parte del espíritu [rú·aj] que está sobre ti y
colocarlo sobre ellos”. (Números 11:17.)
La profecía bíblica se
puso por escrito cuando hombres de Dios fueron “llevados por
espíritu [griego: de pnéu·ma] santo”. (2 Pedro
1:20, 21.) De modo que la Biblia fue “inspirada de Dios”,
una frase que en griego se expresa por la palabra The·ó·pneu·stos,
que significa “insuflada por Dios”. (2 Timoteo 3:16.)
Guiadas por espíritu santo, también ciertas personas tuvieron
visiones o sueños proféticos. (2 Samuel 23:2; Joel 2:28, 29;
Lucas 1:67; Hechos 1:16; 2:32, 33.)
El espíritu santo
impelió a Jesús a ir al desierto después de su bautismo. (Marcos
1:12.) El espíritu resultó ser como un fuego dentro de los siervos
de Dios, y les dio vigor. Además, los capacitó para hablar con
denuedo y valor. (Miqueas 3:8; Hechos 7:55-60; 18:25; Romanos 12:11;
1 Tesalonicenses 5:19.)
Mediante su espíritu,
Dios juzgará a hombres y naciones. (Isaías 30:27, 28;
59:18, 19.) Y el espíritu de Dios puede llegar a todo lugar, y
obrar a favor de la gente o contra ella. (Salmo 139:7-12.)
‘Poder
más allá de lo normal’
EL ESPÍRITU de Dios
puede, además, suministrar “poder que es más allá de lo normal”
a los que sirven a Dios. (2 Corintios 4:7.) Esto les permite
aguantar experiencias que los someten a prueba en cuanto a su fe, así
como hacer cosas que de otro modo no podrían hacer.
Por ejemplo, en cuanto a
Sansón, Jueces 14:6 relata: “El espíritu de Yahvéh le invadió,
y Sansón sin tener nada en la mano despedazó al león como se
despedaza un cabrito” (BJ). ¿Entró o de hecho se apoderó
de Sansón una persona divina, y se valió de su cuerpo para hacer lo
que hizo? No; como lo dice una versión en inglés, fue realmente “el
poder del SEÑOR [lo que] hizo fuerte a Sansón” (Today’s
English Version).
La Biblia dice que, al
bautizarse Jesús, espíritu santo descendió sobre él bajo la
apariencia de una paloma, no como forma humana. (Marcos 1:10.) Esta
fuerza activa de Dios le permitió a Jesús curar enfermos y levantar
muertos. Como dice Lucas 5:17: “El poder del Señor [Dios] le hacía
[a Jesús] obrar curaciones” (BJ).
El espíritu de Dios
también dio a los discípulos de Jesús facultad para hacer cosas
milagrosas. Hechos 2:1-4 relata que los discípulos estaban reunidos
en el Pentecostés cuando “de repente ocurrió desde el cielo un
ruido exactamente como el de una brisa impetuosa y fuerte, [...]
y todos se llenaron de espíritu santo y comenzaron a hablar en
lenguas diferentes, así como el espíritu les concedía expresarse”.
De modo que el espíritu
santo dio a Jesús y a otros siervos de Dios poder para hacer lo que
ordinariamente los seres humanos no podrían hacer.
No
es una persona
SIN embargo, ¿acaso no
hay versículos bíblicos en que se habla del espíritu santo como si
fuera una persona? Sí, pero note lo que dice el teólogo católico
Edmund Fortman sobre esto en The Triune God: “Aunque
frecuentemente se describe este espíritu en términos personales,
parece muy claro que los escritores sagrados [de las Escrituras
Hebreas] nunca concibieron ni presentaron distintamente este espíritu
como si fuera una persona”.
No es rara la
personificación de ciertas cosas en las Escrituras. Se dice que la
sabiduría tiene hijos. (Lucas 7:35.) Se llama reyes al pecado y la
muerte. (Romanos 5:14, 21.) En Génesis 4:7 dice: “Hay pecado
agazapado a la entrada”, y se personifica al pecado como alguien
que estuviera agazapado a la puerta de Caín. Pero, por supuesto, el
pecado no es una persona; tampoco el personificar al espíritu santo
lo hace una persona celestial.
De modo similar, en
1 Juan 5:6-8 (VP) se dice que, no solo el espíritu, sino
también “el agua y la sangre” son testigos. Sin embargo,
es obvio que el agua y la sangre no son personas, como tampoco lo es
el espíritu santo.
Esto armoniza con el
hecho de que en general la Biblia se refiere al “espíritu santo”
de manera impersonal, como al compararlo con agua y fuego. (Mateo
3:11; Marcos 1:8.) Se insta a la gente a llenarse de espíritu santo
y no de vino. (Efesios 5:18.) Se dice que la gente se llena de
espíritu santo de la misma manera como se llena de cualidades como
sabiduría, fe y gozo. (Hechos 6:3; 11:24; 13:52.) Y en 2 Corintios
6:6 se menciona el espíritu santo entre varias cualidades.
Expresiones como esas no serían tan comunes si el espíritu santo
fuera en realidad una persona.
Además, aunque es cierto
que algunos textos bíblicos dicen que el espíritu habla, otros
muestran que esto en realidad se hizo mediante humanos o ángeles.
(Mateo 10:19, 20; Hechos 4:24, 25; 28:25; Hebreos 2:2.) La
acción del espíritu en esos casos se asemeja a la transmisión de
mensajes por ondas de radio entre personas que se hallan a gran
distancia.
En Mateo 28:19 se hace
referencia al “nombre [...] del espíritu santo”. Pero la
palabra “nombre” no siempre se refiere a un nombre personal, ni
en griego ni en español. Cuando decimos “en nombre de la ley”,
no nos referimos a una persona. Más bien nos referimos a lo que la
ley representa, su autoridad. El libro Word Pictures in the New
Testament (Cuadros comunicados por palabras en el Nuevo
Testamento), de Robertson, dice: “El uso de nombre (onoma)
aquí es un uso común en la Septuaginta y en los papiros para
referirse a poder o autoridad”. De modo que el bautismo ‘en el
nombre del espíritu santo’ es en reconocimiento de la autoridad
del espíritu, que viene de Dios y funciona por la voluntad divina.
El
“ayudante”
JESÚS asemejó el
espíritu santo a un “ayudante”, y dijo que este enseñaría,
guiaría y hablaría. (Juan 14:16, 26; 16:13.) La palabra griega
que él usó para ayudante (pa·rá·kle·tos) es de género
masculino. Por eso, al referirse a lo que el ayudante haría Jesús
usó pronombres personales masculinos. (Juan 16:7, 8.) Por otra
parte, cuando se usa la palabra griega neutra para espíritu
(pnéu·ma), apropiadamente se usa el pronombre neutro “ello”.
La mayoría de los
traductores trinitarios ocultan ese hecho, como admite la versión
católica en inglés New American Bible en cuanto a Juan
14:17: “La palabra griega para ‘espíritu’ es neutra, y aunque
[en esta traducción] usamos pronombres personales en inglés (‘he’
[él], ‘his’ [de él], ‘him’ [(a) él]), la mayoría de los
mss. [manuscritos] griegos utilizan ‘it’ [ello]”.
Por eso, cuando la Biblia
usa pronombres personales masculinos con la palabra pa·rá·kle·tos
en Juan 16:7, 8, está conformándose a reglas gramaticales, y
no expresando una doctrina.
No
es parte de una Trinidad
VARIAS fuentes reconocen
que la Biblia no apoya la idea de que el espíritu santo sea la
tercera persona de una Trinidad. Por ejemplo:
The Catholic
Encyclopedia: “El Antiguo Testamento no contiene ninguna
indicación clara de una Tercera Persona”.
El teólogo católico
Fortman: “Para los judíos el espíritu nunca fue persona; tampoco
hay prueba sólida de que algún escritor del Antiguo Testamento
tuviera ese punto de vista. [...] En los [Evangelios] sinópticos
y en Hechos el Espíritu Santo por lo general se presenta como una
fuerza o poder divino”.
La New Catholic
Encyclopedia: “Está claro que en el A[ntiguo] T[estamento] no
se visualiza al espíritu de Dios como una persona [...] El
espíritu de Dios es sencillamente el poder de Dios. Si a veces se lo
presenta como distinto de Dios, es porque el aliento de Yahvéh obra
exteriormente”. También dice: “La mayoría de los textos del
N[uevo] T[estamento] revelan que el espíritu de Dios es algo,
no alguien; esto se ve especialmente en el paralelismo entre
el espíritu y el poder de Dios” (cursiva nuestra).
A Catholic Dictionary:
“En general, tanto el Nuevo Testamento como el Antiguo hablan del
espíritu como de energía o poder divino”.
Por lo tanto, ni para los
judíos ni para los cristianos era el espíritu santo parte de una
Trinidad. Esa enseñanza se adoptó siglos después. Como señala A
Catholic Dictionary: “La tercera Persona fue confirmada en el
Concilio de Alejandría en 362 [...] y aceptada finalmente por
el Concilio de Constantinopla en 381”... ¡unos tres siglos y
medio después que los discípulos se llenaron de espíritu santo en
el Pentecostés!
No, el espíritu santo no
es una persona ni es parte de una Trinidad. El espíritu santo es la
fuerza activa de Dios que él usa para efectuar su voluntad. No es
igual a Dios, sino que siempre está a su disposición y en
subordinación a él.
“En
general, tanto el Nuevo Testamento como el Antiguo hablan del
espíritu como de energía o poder divino.”—A Catholic
Dictionary
En
una ocasión el espíritu santo apareció en forma
de paloma. En otra ocasión se presentó como lenguas de
fuego... pero nunca como persona
¿Qué
hay de los textos que se usan en prueba de la Trinidad?
SE DICE que en algunos
textos bíblicos se encuentra prueba en apoyo de la Trinidad. No
obstante, al leer esos textos debemos tener presente que la evidencia
bíblica e histórica no apoya la Trinidad.
Cualquier remisión a la
Biblia como prueba tiene que entenderse teniendo como contexto lo que
toda la Biblia enseña consecuentemente. Con mucha frecuencia los
versículos circundantes, que dan el contexto, aclaran el verdadero
significado del texto bíblico en cuestión.
Tres
en uno
EN LA New Catholic
Encyclopedia se presentan tres de esos textos bíblicos, “textos
de prueba”, para apoyar la Trinidad, pero también se admite lo
siguiente: “La doctrina de la Santísima Trinidad no se enseña en
el A[ntiguo] T[estamento]. En el N[uevo] T[estamento] la prueba más
antigua está en las epístolas paulinas, especialmente en 2 Cor
13:13 [versículo 14 en algunas Biblias] y en 1 Cor 12:4-6.
En los Evangelios, la prueba de la Trinidad se encuentra
explícitamente solo en la fórmula bautismal de Mat 28:19”.
En esos versículos las
tres “personas” se enumeran como sigue en la Biblia de
Jerusalén. Segunda a los Corintios 13:13 (14) reúne a las tres
de este modo: “La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y
la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros”. Primera
a los Corintios 12:4-6 dice: “Hay diversidad de carismas, pero el
Espíritu es el mismo; diversidad de ministerios, pero el Señor es
el mismo; diversidad de operaciones, pero es el mismo el Dios que
obra todo en todos”. Y Mateo 28:19 dice: “Id, pues, y haced
discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo”.
¿Dicen esos versículos
que Dios, Cristo y el espíritu santo constituyan una Deidad
trinitaria, que los tres sean iguales en sustancia, poder y
eternidad? No; no dicen eso, tal como el enumerar a tres personas,
como Pepe, Pancho y Antonio, no significa que sean tres en uno.
La Cyclopedia of
Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature, de
McClintock y Strong, admite que esa clase de referencia “solo
prueba que se menciona a tres entidades, [...] pero no prueba,
por sí misma, que las tres pertenezcan necesariamente a la
naturaleza divina ni que posean igual honra divina”.
Aunque esa fuente es
trinitaria, dice de 2 Corintios 13:13 (14): “No podríamos
deducir con razón que tuvieran igual autoridad ni la misma
naturaleza”. Y de Mateo 28:18-20 dice: “Sin embargo, este texto,
tomado por sí mismo, no probaría decisivamente ni la personalidad
de las tres entidades mencionadas ni su igualdad ni
divinidad”.
También se mencionó a
Dios, Jesús y el espíritu santo en el mismo contexto en la ocasión
del bautismo de Jesús. Este “vio descender como paloma el espíritu
de Dios que venía sobre él”. (Mateo 3:16.) Con todo, ahí no dice
que los tres sean uno. Muchas veces se menciona juntos a Abrahán,
Isaac y Jacob, pero eso no los hace uno. Aparecen juntos los nombres
de Pedro, Santiago y Juan, pero eso no los hace uno tampoco. Además,
puesto que el espíritu de Dios descendió sobre Jesús en su
bautismo, eso muestra que Jesús no tuvo el espíritu sino hasta ese
momento. Puesto que así fue, ¿cómo pudiera haber sido Jesús parte
de una Trinidad en la cual él siempre hubiera sido uno con el
espíritu santo?
Otra referencia que
menciona a los tres juntos está en algunas traducciones antiguas de
la Biblia en 1 Juan 5:7. No obstante, los eruditos reconocen que
esas palabras no estaban originalmente en la Biblia, sino que fueron
añadidas mucho tiempo después. Correctamente, la mayoría de las
traducciones modernas omiten ese versículo espurio.
Otros textos bíblicos
que se dan como prueba tratan solo de la relación entre dos: el
Padre y Jesús. Consideremos algunos de estos.
“Yo
y el Padre somos uno”
ESE texto, en Juan 10:30,
suele citarse como apoyo para la Trinidad, aunque en él no se
menciona a una tercera persona. Pero Jesús mismo mostró lo que
quería decir con que él y el Padre fueran “uno”. Según Juan
17:21, 22, oró a Dios para que sus discípulos “todos ellos
sean uno, así como tú, Padre, estás en unión conmigo y yo estoy
en unión contigo, que ellos también estén en unión con
nosotros, [...] que ellos sean uno así como nosotros somos
uno”. ¿Estaba Jesús orando para que todos sus discípulos
llegaran a ser una sola entidad? No; obviamente Jesús oraba para que
estuvieran unidos en pensamiento y propósito, como lo estaban él y
Dios. (Véase también 1 Corintios 1:10.)
En 1 Corintios
3:6, 8 Pablo dice: “Yo planté, Apolos regó [...] El que
planta y el que riega uno son”. Pablo no quiso decir que él y
Apolos fueran dos personas en un solo ser; quiso decir que estaban
unidos en propósito. La palabra griega que Pablo usó ahí para
“uno” (hen) es neutra, y literalmente se puede traducir
“una (cosa)”, lo que indica unidad en cooperación. Es la misma
palabra que usó Jesús en Juan 10:30 para describir su relación con
el Padre. También es la misma palabra que Jesús empleó en Juan
17:21, 22. Por eso, cuando usó la palabra “uno” (hen)
en estos casos, hablaba sobre unidad de pensamiento y propósito.
Respecto a Juan 10:30,
Juan Calvino (quien era trinitario) dijo en su Comentario sobre el
Evangelio según Juan: “Los antiguos dieron mal uso a este
pasaje cuando quisieron probar con él que Cristo es [...] de la
misma esencia que el Padre. Pues Cristo no arguye sobre la unidad de
la sustancia, sino sobre la conformidad de él con el Padre”.
En el mismo contexto de
los versículos que siguen a Juan 10:30 Jesús afirmó vigorosamente
que con sus palabras no alegaba ser Dios. Preguntó lo siguiente a
los judíos que equivocadamente habían llegado a aquella conclusión
y querían apedrearlo: “¿Por qué me acusan de blasfemia a mí, a
quien el Padre consagró y envió al mundo, si digo que soy Hijo de
Dios?”. (Juan 10:31-36, NBE.) No; Jesús no afirmó que
fuera Dios Hijo, sino el Hijo de Dios.
“Haciéndose
igual a Dios”
OTRO texto bíblico que
se da como apoyo para la Trinidad es Juan 5:18. Este dice que los
judíos (como en Juan 10:31-36) querían matar a Jesús porque
“también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a
Dios”.
Pero ¿quién dijo que
Jesús estaba haciéndose igual a Dios? No fue Jesús. Él se
defendió de aquella acusación falsa en el mismísimo versículo
siguiente (19): “Jesús, pues, tomando la palabra, les
decía: ‘[...] el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino
lo que ve hacer al Padre’” (BJ).
Al decir eso, Jesús
mostró a los judíos que no era igual a Dios y, por lo tanto, no
podía obrar por su propia iniciativa. ¿Podemos imaginarnos que
alguien que fuera igual al Dios Todopoderoso dijera que ‘no podía
hacer nada por su cuenta’? (Compárese con Daniel 4:34, 35.)
Es interesante que el contexto de Juan 5:18 y 10:30 muestra que Jesús
se defendió de acusaciones falsas de judíos que, como los
trinitarios, ¡habían llegado a conclusiones equivocadas!
¿“Igual
a Dios”?
EN FILIPENSES 2:6 la
versión católica Scío de San Miguel [Scío] dice de
Jesús: “Que siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación el
ser él igual a Dios”. La Versión Reina-Valera de 1904
dice: “El cual siendo en forma de Dios, no tuvo por rapiña ser
igual a Dios”. Algunos todavía usan versiones que presentan
lecturas semejantes para apoyar la idea de que Jesús era igual a
Dios. Pero note cómo vierten otras traducciones ese versículo:
1869: “quien, estando
en la forma de Dios, no consideró como para procurarse ávidamente
el estar en igualdad con Dios” (The New Testament, por
G. R. Noyes).
1965: “Él —¡en
verdad de naturaleza divina!— nunca desplegó confianza en sí
mismo haciéndose igual a Dios” (Das Neue Testament, edición
revisada, por Friedrich Pfäfflin).
1968: “quien, aunque
estaba en la forma de Dios, no consideró que debería hacer suyo
ávidamente el ser igual a Dios” (La Bibbia Concordata).
1972: “quien, a pesar
de tener la forma de Dios, no reputó como botín (codiciable) ser
igual a Dios” (Versión Nácar-Colunga).
1976: “Él siempre tuvo
la naturaleza de Dios, pero no pensó que por fuerza debería tratar
de llegar a ser igual a Dios” (Today’s English Version).
1985: “Quien, estando
en la forma de Dios, no consideró la igualdad con Dios algo que
debería asir ávidamente” (The New Jerusalem Bible).
1987: “quien, aunque
existía en la forma de Dios, no dio consideración a una usurpación,
a saber, que debiera ser igual a Dios” (Traducción del Nuevo
Mundo de las Santas Escrituras).
Sin embargo, algunos
alegan que aun estas versiones más exactas dan a entender que
1) Jesús ya tenía igualdad, pero no quería retenerla, o que
2) no tenía que asirse ávidamente de la igualdad porque ya la
tenía.
A este respecto, Ralph
Martin, en The
Epistle of Paul to the Philippians
(La epístola de Pablo a los Filipenses), dice sobre el griego
original: “Sin embargo, es cuestionable el que el sentido del verbo
pueda deslizarse de su verdadero significado de ‘apoderarse de’,
‘arrebatar violentamente’ al de ‘tener firmemente asido’”.
The
Expositor’s Greek Testament
(El Testamento Griego del expositor) dice también: “No podemos
hallar ningún pasaje en que ἁρπάζω [har·pá·zo]
o alguna derivación suya tenga el sentido de ‘tener en posesión’
o ‘retener’. Parece que significa invariablemente ‘apoderarse
de’, ‘arrebatar violentamente’.
Por eso, no es permisible deslizarse del verdadero sentido de ‘asir
ávidamente’ a uno que es totalmente diferente: ‘tener firmemente
asido’”.
Por lo anterior es
patente que los traductores de versiones como la Scío y la
Valera doblan las reglas para apoyar fines trinitarios. Lejos
de decir que Jesús pensó que era apropiado ser igual a Dios, lo que
dice en griego en Filipenses 2:6, cuando se lee objetivamente,
muestra precisamente lo contrario, que Jesús no pensó que
fuera apropiado.
El contexto de los
versículos circundantes (3-5, 7, 8, Scío) aclara cómo
debe entenderse el versículo 6. A los Filipenses se les
aconsejó: “Humildad, teniendo cada uno por superiores á los
otros”. Entonces Pablo emplea a Cristo como el ejemplo
sobresaliente de esta actitud: “Y el mismo sentimiento haya en
vosotros, que hubo también en Jesucristo”. ¿Qué “sentimiento”?
¿El de ‘no tener por usurpación ser igual a Dios’? No, ¡eso
sería precisamente lo contrario del punto que se comunica! Más
bien, Jesús, quien ‘tuvo a Dios como su superior’, nunca ‘asiría
ávidamente la igualdad con Dios’; en vez de eso, “se humilló a
sí mismo, hecho obediente hasta la muerte”.
Sin duda, eso no puede
estar refiriéndose a ninguna parte del Dios Todopoderoso. Se refería
a Jesucristo, quien sirvió perfectamente para ilustrar el punto de
Pablo aquí, a saber, la importancia de la humildad y de desplegar
obediencia al Superior y Creador de uno, Jehová Dios.
“Yo
soy”
EN JUAN 8:58 algunas
traducciones (por ejemplo, la Biblia de Jerusalén) presentan
a Jesús diciendo: “Antes que naciese Abraham, Yo Soy”. En
aquella ocasión, ¿estaba Jesús enseñando, como sostienen los
trinitarios, que a él se le conocía por el título “Yo Soy”? Y,
según alegan ellos, ¿significa eso que él era el Jehová de las
Escrituras Hebreas, puesto que en Éxodo 3:14 la Biblia de
Jerusalén dice: “Dijo Dios a Moisés: ‘Yo soy el que soy’”?
En Éxodo 3:14 (BJ)
la frase “Yo soy” se da como título a Dios para indicar que él
en realidad existía y haría lo que prometía. The Pentateuch and
Haftorahs, publicado por el doctor J. H. Hertz, dice
acerca de esa frase: “Para los israelitas en cautiverio, el
significado sería: ‘Aunque Él no ha desplegado todavía Su poder
para con ustedes, lo hará; Él es eterno y ciertamente los
redimirá’. La mayoría de los modernos siguen a Rashi
[comentarista francés de la Biblia y el Talmud] al verter [Éxodo
3:14] ‘Seré lo que seré’”.
La expresión de Juan
8:58 es muy diferente de la que se usa en Éxodo 3:14. Jesús no la
usó como nombre ni título, sino como medio de explicar la
existencia que tuvo antes de ser humano. Por consiguiente, note cómo
vierten Juan 8:58 otras versiones de la Biblia:
1925: “antes que
Abraham fuera criado, yo existo” (Sagrada Biblia, Félix
Torres Amat).
1972: “Antes de que
Abraham naciese, era yo” (Sagrada Biblia, E. Nácar Fuster y
A. Colunga).
1978: “antes que
Abraham naciese, ya existía yo” (Nuevo Testamento, Felipe
de Fuenterrabía).
1979: “yo existo desde
antes que existiera Abraham” (Dios habla hoy, Versión
Popular).
1980: “Antes que
Abraham existiera, yo existo” (Sagrada Biblia, Pedro
Franquesa y José M. Solé).
1987: “Antes que
Abrahán llegara a existir, yo he sido” (Traducción del Nuevo
Mundo de las Santas Escrituras).
Así pues, la verdadera
idea de la expresión griega usada en este pasaje es que el
“primogénito” (Jesús) creado por Dios había existido mucho
antes de que naciera Abrahán. (Colosenses 1:15; Proverbios 8:22,
23, 30; Revelación 3:14.)
De nuevo, el contexto
muestra que este es el modo correcto de entender lo que se dijo. Esta
vez los judíos quisieron apedrear a Jesús por afirmar que ‘había
visto a Abrahán’ aunque, como dijeron, él todavía no tenía
50 años de edad. (Versículo 57.) La respuesta natural de
Jesús fue decir la verdad sobre su edad. Así que naturalmente les
dijo que ‘existía desde antes que existiera Abraham’ (Versión
Popular).
“La
Palabra era Dios”
EN JUAN 1:1 la Biblia
de Jerusalén dice: “En el principio la Palabra existía y la
Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios”. Los trinitarios
alegan que eso significa que “la Palabra” (griego: ho ló·gos),
quien vino a la Tierra como Jesucristo, era el Dios Todopoderoso
mismo.
Sin embargo, note que una
vez más el contexto nos da la base para entender con exactitud el
pensamiento. Observe que se dice: “La Palabra estaba con
Dios” (cursiva nuestra). El que está “con” otro no puede ser
ese otro. En conformidad con eso, Journal of Biblical Literature
(Revista de literatura bíblica), una publicación del jesuita Joseph
A. Fitzmyer, señala que si se interpretara la parte posterior
de Juan 1:1 como “el” Dios, esto “entonces contradiría la
cláusula precedente”, la cual dice que la Palabra estaba con
Dios.
Note, también, cómo
vierten otras traducciones, en varios idiomas, esta parte del
versículo:
1808: “y la palabra era
un dios” (The New Testament in an Improved Version, Upon the
Basis of Archbishop Newcome’s New Translation: With a Corrected
Text).
1864: “y un dios era la
Palabra” (The Emphatic Diaglott, lectura interlineal, por
Benjamin Wilson).
1928: “y la Palabra era
un ser divino” (La Bible du Centenaire, L’Evangile selon
Jean, por Maurice Goguel).
1935: “y la Palabra era
divino” (The Bible—An American Translation, por
J. M. P. Smith y E. J. Goodspeed).
1946: “y de género
divino era la Palabra” (Das Neue Testament, por Ludwig
Thimme).
1958: “y la Palabra era
un Dios” (The New Testament, por James L. Tomanek).
1963: “y la Palabra era
un dios” (Traducción del Nuevo Mundo de las Escrituras Griegas
Cristianas).
1975: “y un dios (o: de
género divino) era la Palabra” (Das Evangelium nach Johannes,
por Siegfried Schulz).
1978: “y de género
parecido a Dios era el Logos” (Das Evangelium nach Johannes,
por Johannes Schneider).
En Juan 1:1 aparece dos
veces el sustantivo griego the·ós (dios). La primera vez que
aparece se refiere al Dios Todopoderoso, con quien estaba la Palabra
(“y la Palabra [ló·gos] estaba con Dios [una forma de
the·ós]”). Este primer the·ós está precedido por
la palabra ton (el), una forma del artículo definido griego
que señala a alguien claramente identificado, en este caso el Dios
Todopoderoso (“y la Palabra estaba con [el] Dios”).
Por otra parte, no hay
artículo delante del segundo the·ós en Juan 1:1. Eso haría
que una traducción literal dijera: “y dios era la Palabra”. Sin
embargo, hemos visto que varias traducciones vierten “divino”,
“parecido a Dios” o “un dios” este segundo the·ós
(un complemento predicativo). ¿Qué autoridad tienen para eso?
El lenguaje griego koiné
tenía artículo definido (como en español tenemos “el”, “la”,
y sus plurales), pero no tenía artículo indefinido (como “un”,
“una” y sus plurales). Por eso, cuando un complemento predicativo
no está precedido por el artículo definido, puede ser indefinido,
dependiendo del contexto.
Journal of Biblical
Literature dice que las expresiones “en las cuales un predicado
sin artículo precede al verbo son principalmente de significado
cualitativo”. Como señala esa publicación, esto indica que el
ló·gos puede ser asemejado a un dios. También dice de Juan
1:1: “La fuerza cualitativa del predicado es tan prominente que no
puede considerarse definido el sustantivo [the·ós]”.
Esto quiere decir que
Juan 1:1 destaca la cualidad de la Palabra, que era “divino”,
“parecido a Dios”, “un dios”, pero no el Dios Todopoderoso.
Esto está en armonía con el resto de la Biblia, que muestra que
Jesús, llamado en este pasaje “la Palabra” por su papel de
Vocero de Dios, era un subordinado obediente que fue enviado a la
Tierra por su Superior, el Dios Todopoderoso.
Hay muchos otros
versículos bíblicos donde traductores al español insertan el
artículo indefinido “un” cuando traducen oraciones griegas con
esa misma estructura, aunque en español no siempre es necesario,
pues en muchos casos se transmite el mismo sentido con simplemente
omitir el artículo definido. Por ejemplo, en Marcos 6:49, cuando los
discípulos vieron que Jesús andaba sobre el agua, la Biblia de
Jerusalén dice: “Creyeron que era un fantasma”. En el griego
koiné no hay ningún “un” delante de “fantasma”. Pero
casi todas las traducciones añaden el artículo indefinido “un”.
De la misma manera, Juan 1:1 muestra que la Palabra no era “Dios”,
sino “un dios” o “divino”.
Joseph Henry Thayer,
teólogo y erudito que trabajó en la producción de la versión en
inglés American Standard Version, declaró sencillamente: “El
Logos era divino, no el Ser divino mismo”. Y el jesuita John
L. McKenzie escribió en su Dictionary of the Bible:
“Rigurosamente, Jn 1:1 debe traducirse [...] ‘la palabra era
un ser divino’”.
¿Se
viola una regla?
NO OBSTANTE, algunos
afirman que esas traducciones violan una regla gramatical del griego
koiné publicada por el helenista E. C. Colwell allá
en 1933. Él sostuvo que en griego un complemento predicativo
“tiene el artículo [definido] cuando sigue al verbo; no tiene el
artículo [definido] cuando precede al verbo”. Con eso quería
decir que un complemento predicativo que precede al verbo debe
entenderse como si en verdad tuviera delante el artículo definido
(“el” o “la” y sus plurales). En Juan 1:1, el segundo
sustantivo (the·ós), el complemento predicativo, precede al
verbo: “y [the·ós] era la Palabra”. Por eso, alegó
Colwell, Juan 1:1 debe significar “y [el] Dios era la Palabra”.
Pero considere solo dos
ejemplos que se hallan en Juan 8:44. En ese pasaje leemos en algunas
versiones en español que Jesús dijo que el Diablo era “un
homicida” y “un mentiroso”. Tal como en Juan 1:1, aquí en el
texto griego los complementos predicativos (“homicida” y
“mentiroso”) preceden a los verbos. No hay ningún artículo
indefinido precediendo a ninguno de estos complementos predicativos
porque en el griego koiné no hay artículo indefinido. Pero
algunas traducciones al español insertan la palabra “un” por lo
que ven que piden la gramática griega y el contexto. (Véanse
también Marcos 11:32; Juan 4:19; 6:70; 9:17; 10:1; 12:6 en diversas
versiones.)
Colwell tuvo que
reconocer esto con relación al complemento predicativo, pues dijo:
“Es indefinido [pudiera ser acompañado por “un” o “una” y
sus plurales] en esta posición solo cuando el contexto lo exige”.
Así que hasta él admite que cuando el contexto lo exige los
traductores pueden insertar un artículo indefinido delante del
complemento predicativo en este tipo de estructura oracional.
¿Exige el contexto un
artículo indefinido en Juan 1:1? Sí, porque lo que toda la Biblia
atestigua es que Jesús no es el Dios Todopoderoso. Por lo tanto, lo
que debe guiar al traductor en casos de esta índole no es la
controvertible regla de gramática de Colwell, sino el contexto.
Y es patente, por las muchas traducciones en diversos idiomas que
insertan el artículo indefinido “un” en Juan 1:1 y en otros
lugares, que muchos eruditos no concuerdan con una regla tan
artificial; y tampoco lo hace la Palabra de Dios.
No
hay ningún conflicto
¿ESTÁ en conflicto con
la enseñanza bíblica de que hay un solo Dios el decir que
Jesucristo es “un dios”? No, porque a veces la Biblia emplea el
término “dios” para referirse a criaturas poderosas. Salmo 8:5
dice: “También procediste a hacerlo [al hombre] un poco menor que
los que tienen parecido a Dios [hebreo: ʼelo·hím]”,
es decir, los ángeles. En la defensa de Jesús contra la acusación
de los judíos de que él afirmaba ser Dios, él señaló que “[la
Ley] llama dioses a aquellos a quienes se dirigió la Palabra de
Dios”, es decir, a jueces humanos. (Juan 10:34, 35, BJ;
Salmo 82:1-6.) Hasta a Satanás se le llama “el dios de este
sistema de cosas” en 2 Corintios 4:4.
Jesús ocupa una posición
mucho más elevada que la de los ángeles, los hombres imperfectos o
Satanás. Puesto que se alude a estos como “dioses”, poderosos,
de seguro Jesús puede ser y era “un dios”. Por su posición
singular con relación a Jehová, Jesús es un “Dios Poderoso”.
(Juan 1:1; Isaías 9:6.)
Pero ¿no indica la
expresión “Dios Poderoso”, con letras mayúsculas, que Jesús de
alguna manera es igual a Jehová Dios? De ningún modo. Isaías
simplemente profetizó que ese sería uno de cuatro nombres que se
darían a Jesús, y en español estos nombres suelen escribirse con
mayúscula. Con todo, aunque a Jesús se le llamó “Poderoso”,
solo puede haber uno que sea “Todopoderoso”. Carecería de
importancia llamar “Todopoderoso” a Jehová Dios si no existieran
otros a quienes también se llamara dioses, pero que ocuparan una
posición subalterna o inferior.
El Bulletin of the
John Rylands Library, de Inglaterra, indica que, según el
teólogo católico Karl Rahner, aunque the·ós se usa en
textos bíblicos como Juan 1:1 con referencia a Cristo, “en ninguno
de esos casos se usa ‘theos’ de tal manera que identifique a
Jesús con aquel que en otros lugares del Nuevo Testamento aparece
como ‘ho Theos’, es decir, el Dios Supremo”. Y el Bulletin
añade: “Si los escritores del Nuevo Testamento creían vital que
los fieles confesaran a Jesús como ‘Dios’, ¿se puede explicar
el que en el Nuevo Testamento haya una ausencia casi completa de
precisamente esa forma de confesión?”.
Pero ¿qué se puede
decir de que el apóstol Tomás dijera a Jesús: “¡Mi Señor y mi
Dios!”, en Juan 20:28? Para Tomás, Jesús era como “un dios”,
especialmente en las circunstancias milagrosas que impulsaron a Tomás
a expresarse como lo hizo. Algunos eruditos sugieren que es posible
que Tomás sencillamente saliera con una exclamación emocional de
asombro, hablada a Jesús, pero dirigida a Dios. Fuera una cosa o la
otra, Tomás no pensaba que Jesús fuera el Dios Todopoderoso, porque
él y los demás apóstoles sabían que Jesús nunca había afirmado
ser Dios, sino que enseñó que solo Jehová es “el único Dios
verdadero”. (Juan 17:3.)
De nuevo, el contexto nos
ayuda a entender esto. Pocos días antes, Jesús ya resucitado había
dicho a María Magdalena que dijera a los discípulos: “Asciendo a
mi Padre y Padre de ustedes y a mi Dios y Dios de ustedes”. (Juan
20:17.) Aunque Jesús ya había sido resucitado en la condición de
espíritu poderoso, Jehová todavía era su Dios. Y Jesús siguió
refiriéndose a Él como tal hasta en el último libro de la Biblia,
después de su glorificación. (Revelación 1:5, 6; 3:2, 12.)
Solo tres versículos
después de la exclamación de Tomás, en Juan 20:31, la Biblia
aclara más este asunto al declarar: “Estas han sido escritas para
que ustedes crean que Jesús es el Cristo el Hijo de Dios”, no que
fuera el Dios Todopoderoso. Y en este texto se quiso decir “Hijo”
en sentido literal, como cuando se habla de un padre natural y su
hijo, no como si Jesús fuera alguna parte misteriosa de una Deidad
trinitaria.
Tienen
que concordar con la Biblia
SE ALEGA que varios otros
textos bíblicos apoyan la Trinidad. Pero estos son similares a los
que ya hemos considerado, porque, cuando se examinan cuidadosamente,
no ofrecen verdadero apoyo a tal enseñanza. Esos textos solo
ilustran que cuando uno considera algún supuesto apoyo para la
Trinidad tiene que preguntarse: ¿Armoniza la interpretación que se
presenta con lo que toda la Biblia enseña consecuentemente: que solo
Jehová Dios es Supremo? Si no es así, entonces esa interpretación
tiene que ser errónea.
También tenemos que
tener presente que no hay siquiera un “texto de prueba” que diga
que Dios, Jesús y el espíritu santo son uno en alguna misteriosa
Deidad. Ningún texto bíblico de ninguna parte de la Biblia dice que
los tres sean lo mismo en sustancia, poder y eternidad. La Biblia
revela consecuentemente al Dios Todopoderoso, Jehová, como el único
que es Supremo, a Jesús como su Hijo creado, y al espíritu santo
como la fuerza activa de Dios.
“Los
antiguos dieron mal uso a [Juan 10:30] cuando quisieron probar con él
que Cristo es [...] de la misma esencia que el
Padre.”—Comentario sobre el Evangelio según Juan, por
Juan Calvino
El
que está “con” otro no puede ser también ese otro
“El
Logos era divino, no el Ser divino mismo.”—Joseph Henry Thayer,
escriturario
Jesús
oró a Dios que todos sus discípulos ‘fueran uno’, tal como él
y su Padre ‘son uno’
Jesús
mostró a los judíos que él no era igual a Dios, pues dijo que ‘no
podía hacer nada por su cuenta, sino lo que veía hacer al Padre’
Puesto
que la Biblia llama a humanos, ángeles y hasta a Satanás “dioses”
o poderosos, es apropiado llamar “un dios” a Jesús, quien es
superior a ellos en el cielo
Adore
a Dios según Sus condiciones
EN ORACIÓN a Dios, Jesús
dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo
conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú
enviaste, Jesucristo”. (Juan 17:3.) ¿Qué clase de conocimiento?
La “voluntad [de Dios] es que hombres de toda clase se salven y
lleguen a un conocimiento exacto de la verdad”. (1 Timoteo
2:4.) La versión en inglés The Amplified Bible vierte esta
última frase así: “Sepan precisa y correctamente la Verdad
[divina]”.
De modo que Dios quiere
que lo conozcamos y tengamos conocimiento exacto de sus propósitos,
en conformidad con la verdad divina. La Palabra de Dios, la Santa
Biblia, es la fuente de esa verdad. (Juan 17:17; 2 Timoteo
3:16, 17.) Cuando la gente aprende con exactitud lo que la
Biblia dice acerca de Dios, entonces evita asemejarse a las personas
mencionadas en Romanos 10:2, 3, que tenían “celo por Dios;
mas no conforme a conocimiento exacto”. Evita también ser como los
samaritanos, a quienes Jesús dijo: “Ustedes adoran lo que no
conocen”. (Juan 4:22.)
Por lo tanto, si queremos
la aprobación de Dios, tenemos que preguntarnos: ¿Qué dice Dios
acerca de sí mismo? ¿Cómo quiere él que se le adore?
¿Cuáles son sus propósitos, y cómo debemos amoldarnos a
ellos? Un conocimiento exacto de la verdad nos da las respuestas
correctas a preguntas como esas. Entonces podemos adorar a Dios según
Sus condiciones.
Algo
que deshonra a Dios
“A LOS que me honran
honraré”, dice Dios. (1 Samuel 2:30.) ¿Honra a Dios el decir
que otra persona es su igual? ¿Lo honra el que se llame a María “la
madre de Dios”, y la “Mediadora [...] entre el Creador y Sus
criaturas”, como lo hace la New Catholic Encyclopedia? No,
esas ideas insultan a Dios. Nadie es su igual; tampoco tuvo él madre
carnal, puesto que Jesús no era Dios. Y no hay ninguna “Mediadora”,
porque Dios ha nombrado “un solo mediador entre Dios y los
hombres”, a Jesús. (1 Timoteo 2:5; 1 Juan 2:1, 2.)
No hay duda de que la
doctrina de la Trinidad ha confundido y diluido el entendimiento de
la gente sobre la verdadera posición de Dios. Impide que la gente
conozca con exactitud al Soberano Universal, Jehová Dios, y que lo
adore según Sus condiciones. Como lo expresó el teólogo Hans Küng:
“¿Por qué quisiera nadie añadir algo a la noción de la unicidad
y singularidad de Dios, cuando lo único que se lograría con eso
sería diluir o anular esa unicidad y singularidad?”. Pero eso es
lo que ha hecho el creer en la Trinidad.
Los que creen en la
Trinidad no ‘tienen a Dios en conocimiento exacto’. (Romanos
1:28.) Ese versículo añade: “Dios los entregó a un estado mental
desaprobado, para que hicieran las cosas que no son apropiadas”.
Los versículos 29 a 31 dan una lista de algunas de esas
cosas que “no son apropiadas”, como “asesinato,
contienda, [...] falsos en los acuerdos, sin tener cariño
natural, despiadados”. Esas mismas cosas han sido practicadas por
las religiones que aceptan la Trinidad.
Por ejemplo, con
frecuencia los trinitarios han perseguido y hasta matado a los que
han rechazado la doctrina de la Trinidad. Y han ido más allá. Han
matado a sus compañeros trinitarios en tiempos de guerra. ¿Qué
pudiera ser menos ‘apropiado’ que el que católicos hayan matado
a católicos, ortodoxos hayan matado a ortodoxos, protestantes hayan
matado a protestantes... todo en el nombre del mismo Dios trinitario?
Sin embargo, Jesús dijo
claramente: “En esto todos conocerán que ustedes son mis
discípulos, si tienen amor entre sí”. (Juan 13:35.) La
Palabra de Dios explica esto más a fondo, al decir: “Los hijos de
Dios y los hijos del Diablo se hacen evidentes por este hecho: Todo
el que no se ocupa en la justicia no se origina de Dios, tampoco
el que no ama a su hermano”. Compara a los que matan a sus
propios hermanos espirituales con “Caín, que se originó del
inicuo [Satanás] y degolló a su hermano”. (1 Juan 3:10-12.)
Así, la enseñanza de
doctrinas confusas acerca de Dios ha llevado a acciones que violan
Sus leyes. En efecto, lo que ha ocurrido por toda la cristiandad es
lo que el teólogo danés Søren Kierkegaard describió así: “La
cristiandad ha eliminado el cristianismo sin siquiera darse cuenta de
ello”.
La condición espiritual
de la cristiandad encaja con esta descripción que escribió el
apóstol Pablo: “Declaran públicamente que conocen a Dios, pero
por sus obras lo repudian, porque son detestables y desobedientes y
no aprobados para obra buena de clase alguna”. (Tito 1:16.)
Pronto, cuando Dios ponga
fin al inicuo sistema de cosas actual, la cristiandad trinitaria
tendrá que rendir cuentas. Y será juzgada adversamente por sus
acciones y doctrinas que deshonran a Dios. (Mateo 24:14, 34;
25:31-34, 41, 46; Revelación 17:1-6, 16;
18:1-8, 20, 24; 19:17-21.)
Rechace
la Trinidad
NO SE puede transigir en
cuanto a las verdades acerca de Dios. Por lo tanto, el adorar a Dios
según Sus condiciones significa rechazar la doctrina de la Trinidad.
Esta doctrina contradice lo que los profetas, Jesús, los apóstoles
y los cristianos primitivos creyeron y enseñaron. Contradice lo que
Dios enseña acerca de sí mismo en su propia Palabra inspirada. Por
eso, él aconseja: “Acuérdense de [...] que yo soy el Divino
y no hay otro Dios”. (Isaías 46:9.)
El hacer que Dios parezca
ser confuso y misterioso no adelanta Sus intereses. Al contrario,
mientras más confusa esté la gente con relación a Dios y sus
propósitos, mejor es para el Adversario de Dios, Satanás el Diablo,
el ‘dios de este mundo’. Él es quien promueve esas doctrinas
falsas para ‘cegar la mente de los incrédulos’. (2 Corintios
4:4.) Y la doctrina de la Trinidad también conviene a los clérigos
que desean mantener a la gente bajo su poder, porque ellos hacen que
parezca que únicamente teólogos pueden entenderla. (Véase Juan
8:44.)
El conocimiento exacto de
Dios trae gran alivio. Nos libra de enseñanzas que están en
conflicto con la Palabra de Dios y de organizaciones que se han hecho
apóstatas. Como dijo Jesús: “Conocerán la verdad, y la verdad
los libertará”. (Juan 8:32.)
Al honrar a Dios como el
supremo y adorarlo según Sus condiciones, podemos evitar el juicio
que él pronto ejecutará contra la cristiandad apóstata. En vez de
eso, podemos esperar el favor de Dios cuando este sistema termine:
“El mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la
voluntad de Dios permanece para siempre”. (1 Juan 2:17.)
Una antigua escultura en Francia representa la coronación de la “virgen”
María por la Trinidad. El creer en la Trinidad llevó a la
veneración de María como la “Madre de Dios”
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