martes, 21 de febrero de 2017

Calendario Hebreo, Juliano, Gregoriano


CALENDARIO
Cualquier sistema ordenado de distribuir el tiempo en años, meses, semanas y días. Mucho antes de la creación del hombre, Dios proveyó la base para dicha distribución del tiempo. Génesis 1:14, 15 nos dice que uno de los propósitos de las “lumbreras [que había] en la expansión de los cielos” era que sirvieran para “estaciones y para días y años”. 
Por lo tanto, el día solar, el año solar y el mes lunar son divisiones naturales del tiempo, regidas, respectivamente, por la rotación diaria de la Tierra sobre su eje, su órbita anual alrededor del Sol y las fases mensuales de la Luna con relación a la Tierra y el Sol.
 Sin embargo, son arbitrarias tanto la distribución del tiempo en semanas como la del día en horas.
Desde el primer hombre, Adán, el tiempo se ha venido midiendo en términos de años. 
Por ejemplo, leemos que Adán tenía “ciento treinta años” cuando llegó a ser padre de Set. (Gé 5:3.)
También se empezaron a usar las divisiones mensuales. Según el registro bíblico, para la época del Diluvio el tiempo se dividía en meses de 30 días, pues se dice que un período de 5 meses equivalía a 150 días. 
(Gé 7:11, 24; 8:3, 4.) El mismo registro también indica que Noé dividía el año en 12 meses. 
En esta época también se mencionan períodos de siete días, y es posible que ese tipo de distribución se haya utilizado regularmente desde tiempos remotos. 
(Gé 7:4, 10; 8:10, 12.) Sin embargo, no hay ninguna prueba de que existiese un requisito divino de guardar un sábado semanal hasta que Dios dio instrucciones concretas a Israel después de su éxodo de Egipto. 
En el pasado los hombres emplearon diversos sistemas de calendario, y varios de ellos todavía siguen en uso hoy en día. 
Los calendarios primitivos eran principalmente calendarios lunares, es decir, los meses del año se contaban por ciclos completos de la Luna, por ejemplo, desde una luna nueva hasta la siguiente luna nueva. 
Una lunación dura, como promedio, 29 días, 12 horas y 44 minutos. 
Aunque los meses podían ser de 29 ó 30 días, en el registro bíblico la palabra “mes” por lo general significa 30 días. (Compárese con Dt 21:13; 34:8; Rev 11:2, 3.)
Un año de 12 meses lunares es unos once días más corto que un año solar de 365 1/4 días. 
Puesto que el año solar determina el ciclo de las estaciones, había necesidad de ajustar el calendario a dicho año solar, lo que resultó en los llamados años lunisolares o embolismales, es decir, años solares compuestos de meses lunares. 
Esto se conseguía añadiendo unos días a cada año, o un mes adicional a ciertos años, con el fin de compensar la menor duración de los doce meses lunares.

Calendario hebreo
El calendario israelita se basaba en el año lunisolar o embolismal, pues Jehová Dios estableció que su año sagrado comenzase en la primavera con el mes de Abib y fijó fechas en las que se debían celebrar ciertas fiestas, fiestas que estaban relacionadas con las diferentes cosechas. 
Para que estas fechas coincidiesen con las cosechas respectivas, los israelitas tenían que sincronizar su calendario con las estaciones correspondientes, compensando la diferencia entre los años lunares y los solares. (Éx 12:1-14; 23:15, 16; Le 23:4-16.)
La Biblia no indica qué método usaron en un principio para determinar cuándo se debían añadir los días adicionales o el mes intercalar. 
Sin embargo, es lógico pensar que utilizaran los equinoccios de primavera y de otoño para determinar cuándo se retrasaban las estaciones lo suficiente como para que se requiriese un ajuste. 
Aunque no se menciona específicamente en la Biblia, con este fin los israelitas añadieron un decimotercer mes, llamado en tiempos postexílicos Veadar, es decir, segundo Adar.
El primer calendario judío estandarizado que se conoce es del siglo IV E.C. (c. 359 E.C.), cuando Hillel II especificó que los años de 13 meses deberían ser el tercero, sexto, octavo, undécimo, decimocuarto, decimoséptimo y decimonoveno de cada período de diecinueve años. 
Este ciclo de diecinueve años se conoce como el ciclo metónico, nombre derivado del matemático griego Metón (del siglo V a. E.C.), aunque hay prueba de que los babilonios perfeccionaron este ciclo con anterioridad. (Véase Babylonian Chronology, 626 B.C.-A.D. 75, de R. A. Parker y W. H. Dubberstein, 1971, págs. 1, 3, 6.).
El ciclo toma en cuenta que cada diecinueve años la luna nueva y la luna llena vuelvan a caer en los mismos días del año solar.
Los meses judíos iban de luna nueva a luna nueva. (Isa 66:23.) Por esta razón, la palabra hebrea jó·dhesch, traducida “mes” (Gé 7:11) o “luna nueva” (1Sa 20:27), está relacionada con ja·dhásch, que significa “nuevo”. Otra palabra para mes, yé·raj, se traduce “mes lunar”. (1Re 6:38.) 
En períodos posteriores se usaron señales de fuego o se envió a mensajeros para anunciar a la gente el comienzo del nuevo mes.
En la Biblia los meses suelen designarse por su orden en el año, del primero al duodécimo. (Jos 4:19; Nú 9:11; 2Cr 15:10; Jer 52:6; Nú 33:38; Eze 8:1; Le 16:29; 1Re 12:32; Esd 10:9; 2Re 25:1; Dt 1:3; Jer 52:31.).
Antes del exilio babilonio, solo se mencionan por nombre cuatro meses, a saber, Abib, el primer mes 
(Éx 13:4); Ziv, el segundo (1Re 6:37); Etanim, el séptimo (1Re 8:2), y Bul, el octavo. (1Re 6:38.). 
Los significados de estos nombres son estrictamente estacionales, una prueba más de que los israelitas utilizaban el año lunisolar. 
En tiempos postexílicos los israelitas emplearon los nombres de los meses usados en Babilonia, de los que se mencionan siete: Nisán, el primer mes, que sustituía a Abib (Est 3:7); Siván, el tercer mes (Est 8:9); Elul, el sexto (Ne 6:15); Kislev, el noveno (Zac 7:1); Tebet, el décimo (Est 2:16); Sebat, el undécimo (Zac 1:7), y Adar, el duodécimo (Esd 6:15).
Los nombres postexílicos de los restantes cinco meses aparecen en el Talmud judío y en otras obras.
 Son: Iyar, el segundo mes; Tamuz, el cuarto; Ab, el quinto; Tisri, el séptimo, y Hesván, el octavo. 
El decimotercer mes, que se intercalaba periódicamente, se llamaba Veadar, es decir, segundo Adar.
Con el tiempo, la mayoría de los meses llegaron a tener un número específico de días. Nisán (Abib), Siván, Ab, Tisri (Etanim) y Sebat tenían 30 días cada uno, mientras que Iyar (Ziv), Tamuz, Elul y Tebet tenían 29 días cada uno. 
Sin embargo, Hesván (Bul), Kislev y Adar podían tener 29 ó 30 días. 
Las variaciones de estos últimos meses servían para ajustar el calendario lunar y también para que ciertas fiestas no cayeran en días que consideraban prohibidos líderes religiosos judíos de tiempos posteriores.
Aunque el año sagrado comenzaba en la primavera con el mes de Abib (o Nisán), pues así lo había decretado Dios en el tiempo del éxodo (Éx 12:2; 13:4), el registro bíblico indica que con anterioridad los judíos calculaban el año de otoño a otoño. 
Esto dio lugar a dos calendarios: el sagrado y el seglar o agrícola. (Éx 23:16; 34:22; Le 23:34; Dt 16:13.).
En tiempos postexílicos, el 1 de Tisri (septiembre-octubre) marcaba el comienzo del año seglar, y en esa fecha hoy se sigue celebrando el año nuevo judío, llamado Rosh Hashaná (Cabeza del Año).
En 1908 se descubrió en Guézer un calendario rudimentario en hebreo antiguo, único en su género, que según cálculos data del siglo X a. E.C. 
Es un calendario agrícola que describe la actividad agrícola a partir del otoño. 
En síntesis, habla de dos meses para almacenaje, dos de siembra y dos de crecimiento en primavera, seguidos de un mes para arrancar el lino, uno para la cosecha de la cebada y uno de cosecha general; luego, dos meses para cuidar y podar las viñas, y, por fin, un mes de frutos del verano. (Le 26:5.)
En el cuadro adjunto aparecen los meses según su orden en los calendarios sagrado y seglar, así como su correspondencia aproximada con los meses de nuestro calendario actual.
Las frecuentes referencias de los evangelios y el libro de Hechos a las diversas fiestas muestran que el calendario judío seguía vigente en los días de Jesús y los apóstoles. Estas fiestas sirven de orientación para ubicar en el tiempo los acontecimientos bíblicos de aquellos días. (Mt 26:2; Mr 14:1; Lc 22:1; Jn 2:13, 23; 5:1; 6:4; 7:2, 37; 10:22; 11:55; Hch 2:1; 12:3, 4; 20:6, 16; 27:9.)
Debe tenerse en cuenta que para los cristianos no rige ningún calendario religioso en el que se especifiquen ciertos días sagrados o fiestas, como indica con claridad el apóstol Pablo en Gálatas 4:9-11 y en Colosenses 2:16, 17
El único acontecimiento que los cristianos deben celebrar cada año es la Cena del Señor, que corresponde con la Pascua y, por lo tanto, está regida por el calendario lunar. (Mt 26:2, 26-29; 1Co 11:23-26;) 

Aunque hoy en día los cristianos usan el calendario vigente en el país donde viven, son conscientes de que el Dios de la eternidad, Jehová, tiene su propio calendario de los acontecimientos, un calendario que no está regido por los sistemas humanos de contar el tiempo. 
Como escribió su profeta Daniel, “él cambia tiempos y sazones, remueve reyes y establece reyes, da sabiduría a los sabios y conocimiento a los que conocen el discernimiento. 
Revela las cosas profundas y las cosas ocultas, y sabe lo que está en la oscuridad; y con él de veras mora la luz”. (Da 2:21, 22.) 
De modo que su posición de Soberano Universal está muy por encima de nuestra Tierra rotatoria, con su día y noche, sus ciclos lunares y su año solar. 
Sin embargo, en su Palabra, la Biblia, Dios relaciona sus acciones y propósitos con estas medidas de tiempo para que sus criaturas terrestres sepan dónde están en relación con su gran calendario de acontecimientos. 

Los meses del calendario bíblico


Los meses judíos iban de luna nueva a luna nueva. (Isa 66:23.) La palabra hebrea jó·dhesch, “mes” (Gé 7:11), viene de una raíz que significa “nuevo”, mientras que otra palabra para mes, yé·raj, significa “lunación”.

1.° NISÁN (ABIB) marzo-abril
14 Pascua
15-21 Tortas no fermentadas
16 Ofrenda de las primicias
Cebada

2.° IYAR (ZIV) abril-mayo
14 Pascua tardía (Nú 9:10-13)
Trigo

3.° SIVÁN mayo-junio
6 Fiesta de las semanas (Pentecostés)
Primeros higos

4.° TAMUZ junio-julio
Primeras uvas

5.° AB julio-agosto
Frutos del verano

6.° ELUL agosto-septiembre
Dátiles, uvas, higos

7.° TISRI (ETANIM) septiembre-octubre
1 Toque de trompeta
10 Día de Expiación
15-21 Fiesta de las cabañas o de la recolección
22 Asamblea solemne
Se ara la tierra

8.° HESVÁN (BUL) octubre-noviembre
Aceitunas

9.° KISLEV noviembre-diciembre
25 Fiesta de la dedicación
Se encierran los rebaños

10.° TEBET diciembre-enero
Crece la vegetación

11.° SEBAT enero-febrero
Florecen los almendros

12.° ADAR febrero-marzo
14, 15 Purim
Cítricos

13.° VEADAR marzo






El calendario gregoriano es un calendario 
originario de Europa, actualmente utilizado de 
manera oficial en casi todo el mundo. 

Así denominado por ser su promotor el papa Gregorio XIII
vino a sustituir en 1582 al calendario juliano 
utilizado desde que Julio César lo instaurara en el año 46 a. C. 
El papa promulgó el uso de este calendario por medio 
de la bula Inter Gravissimas.
El germen del calendario gregoriano fueron dos 
estudios realizados en 1515 y 1578 por científicos 
de la Universidad de Salamanca
que fueron remitidos a la Iglesia. 

Del primero se hizo caso omiso y del segundo finalmente fructificó el actual calendario mundial.
Los primeros países en adoptar el calendario actual fueron España, Italia y Portugal en 1582. 
Sin embargo, Gran Bretaña y sus colonias americanas no lo hicieron hasta 1752.

En el año 46 a. E.C. Julio César decretó el cambio del calendario lunar romano por el solar. 
Este calendario juliano, basado en los cálculos del astrónomo griego Sosígenes, tenía doce meses de duración arbitraria que formaban un año de 365 días que empezaba el 1 de enero. 
También entraron en vigor los años bisiestos cuatrienales, a los que se añadía un día más para compensar el retraso que se producía con respecto al año trópico (casi 365 1/4 días).

La reforma gregoriana nace de la necesidad de llevar a 
la práctica uno de los acuerdos 
del Concilio de Trento
ajustar el calendario para eliminar el desfase 
producido desde el primer Concilio de Nicea
celebrado en 325, en el que se había fijado el 
momento astral en que debía celebrarse la Pascua y, 
en relación con esta, las demás fiestas religiosas móviles. 

Lo que importaba, pues, era la regularidad del calendario litúrgico, para lo cual era preciso 
introducir determinadas correcciones en el civil. 

En el fondo, se trataba de adecuar el calendario civil al año trópico.

En el Concilio de Nicea se determinó que la Pascua debía conmemorarse el domingo siguiente al plenilunio posterior alequinoccio de primavera en 
el hemisferio norte (equinoccio de otoño en el hemisferio sur). 
Aquel año 325 el equinoccio había ocurrido el día 21 
de marzo  pero con el paso del tiempo la fecha del acontecimiento se había ido adelantando hasta el 
punto de que en 1582, el desfase era ya de 10 días, y 
el equinoccio se fechó el 11 de marzo 
El desfase provenía de un inexacto cómputo del 
número de días con que cuenta el año trópico; 
según el calendario juliano que instituyó un año 
bisiesto cada cuatro, 
consideraba que el año trópico estaba constituido 
por 365,25 días, 
mientras que la cifra correcta es de 365,242189, o lo 
que es lo mismo, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 
45,16 segundos. 

Esos más de 11 minutos contados adicionalmente 
a cada año habían supuesto en los 1257 años que mediaban entre325 y 1582 un error acumulado 
de aproximadamente 10 días.

El año promedio del calendario juliano era en realidad unos once minutos y catorce segundos más largo que el verdadero año solar. 
Por lo tanto, en el siglo XVI ya se había acumulado una diferencia de diez días completos. 
En el año 1582 E.C. el papa Gregorio XIII introdujo una ligera revisión del calendario juliano: seguirían siendo bisiestos todos los años múltiplos de cuatro, con la excepción de los años seculares (los acabados en dos ceros), que solo se contarían como tales si el número de centenas era múltiplo de cuatro. 
Por una bula papal, en 1582 se omitieron diez días, 
de manera que al 4 de octubre siguió el 15 de octubre. 
Este calendario gregoriano es de uso común hoy día en la mayor parte del mundo, y es la base para las fechas históricas que se usan en toda esta publicación.
El calendario gregoriano ajusta este desfase 
cambiando la regla general del bisiesto cada cuatro años, y hace que se exceptúen los años múltiplos 
de 100, excepción que a su vez tenía otra excepción, 
la de los años múltiplos de 400, que sí eran bisiestos. 

La nueva norma de los años bisiestos se formuló del siguiente modo: la duración básica del año es de 365 días; pero serán bisiestos (es decir tendrán 366 días) aquellos años cuyas dos últimas cifras son divisibles por 4, exceptuando los múltiplos de 100 (1700, 1800, 1900..., que no serán bisiestos), de los que se exceptúan a su vez aquellos que también sean divisibles por 400 (1600, 2000, 2400..., que serán bisiestos). El calendario gregoriano ajusta a 365,2425 días la duración del año, lo que deja una diferencia de 0,000300926 días al año de error, es decir, adelanta cerca de 1/2 minuto cada año (aprox. 26 s c/año), lo que significa que se requiere el ajuste de un día cada 3300 años. Esta diferencia procede del hecho de que la traslación de la Tierra alrededor del Sol no coincide con una cantidad exacta de días de rotación de la Tierra alrededor de su eje. Cuando el centro de la Tierra ha recorrido una vuelta completa en torno al Sol y ha regresado a la misma «posición relativa» en que se encontraba el año anterior, se han completado 365 días y un poco menos de un cuarto de día (0,242189074 para ser más exactos). Para hacer coincidir el año con un número entero de días se requieren ajustes periódicos cada cierta cantidad de años.
Sin embargo, intentar crear una regla para corregir este error de un día cada 3300 años es complejo. En tan largo tiempo la Tierra se desacelera en su velocidad de rotación (y también se desacelera el movimiento de traslación) y ello crea una nueva diferencia que es necesario ir corrigiendo. La Luna ejerce un efecto de retraso sobre esta velocidad de giro por la excentricidad creada por las mareas. La disminución de la velocidad de giro creada por esa excentricidad es similar a la que se produce cuando hacemos girar un frisbee poniéndole un poco de arena mojada en un lado del borde inferior: cuando el platillo se hace girar, su velocidad de giro es mucho menor a la que tiene cuando no existe tal excentricidad. Este efecto todavía se encuentra en análisis y medición por parte del mundo científico y adicionalmente existen otros efectos que complican definir reglas con tal precisión. Este error es solo de una parte por millón. Lo más práctico será que cuando la diferencia sea significativa, es decir, cuando llegue a ser de un día, se declare que el siguiente año bisiesto no lo sea. De todas maneras, quedan casi dos mil años de análisis y discusión antes de necesitar este ajuste. 

Jehovà, Dios y Padre de Jesùs

En Apocalipsis cap: 3 habla de como Jesucristo se dirige a la iglesia de Filadelfia y en el verso doce dice:·"Al que venciere, yo lo harè columna en el templo de MI DIOS……y escribirè sobre èl el nombre de MI DIOS……. Y el nombre de la ciudad de MI DIOS…..la nueva Jerusalèn la cual desciende del cielo, de MI DIOS"…….:
Y en el verso 14 dice: "Y escribe al àngel en Laodicea: He aquí el Amèn, el testigo fiel y verdadero, el PRINCIPIO DE LA CREACIÒN DE DIOS:"
Con estos textos escritos en Apocalipsis, Jehovà Dios le  declara a Jesùs ya en el cielo, y sentado a su diestra las cosas que sucederán en el futuro, y Jesùs. por medio de un àngel le revela al apóstol Juan (que està desterrado en la isla de Patmos) las cosas que vendrán dentro de poco. 
Acà notamos que Jesùs se refiere a Dios como SU DIOS,  y se refiere asì mismo como el Principio de la creación de Dios.
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El apóstol Pablo en la carta que le escribe a los Efesios, se refiere  a Dios como Dios y Padre de Jesùs cuando dice Efesios cap. 1 verso 3: "Bendito sea el DIOS y Padre de nuestro Señor Jesucristo:"

Y de la misma forma vuelve en el verso 17 a repetir la misma expresión cuando dice: "para que el DIOS de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría:"

Note el lector que cuando el apóstol Pablo escribió esta  carta, Jesùs ya estaba en el cielo junto a su Padre.
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En la carta que escribió Pablo a los Romanos en su cap. 15 verso 6 dice: "para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al DIOS y Padre de nuestro Señor Jesucristo.:"

Note el lector que cuando el apóstol Pablo escribió esta  carta, Jesùs ya estaba en el cielo junto a su Padre.
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En la carta que el apóstol Pablo le escribió a los Colosenses, allì en el cap 1  verso 15 y 16 dice: "Porque èl es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda  creación. Porque en èl fueron creadas todas las cosas:..."

Note el lector que cuando  el apóstol Pablo escribió esta carta a los Colosenses, Jesùs ya estaba en el cielo junto a su Padre, y Pablo se refirió a Jesucristo como la imagen de Dios y añade que Jesùs es el primogénito (o sea lo primero creado por Dios) de toda creación.

En la carta que escribió el apóstol Pablo a los hebreos, en el capìtulo 1 verso 7 al 9  Pablo dice refiriéndose a Jesùs :…… “Por eso Dios…tu Dios te ungió……”

En la 1ª carta que escribió el apóstol Pedro a los expatriados de la dispersión en el Ponto, Galacia, Capadocia, Asia y Bitinia, en el cap 1 verso 3 dice: "Bendito el DIOS y Padre de nuestro Señor Jesucristo:"

Note el lector que cuando el apóstol Pedro escribió esta  carta, Jesùs ya estaba en el cielo junto a su Padre.
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El apóstol Pablo en la 2ª carta que le escribe a los Corintios se refiere  a Dios como Dios y Padre de Jesùs cuando dice 2ª Corintios cap. 1 verso 3: "Bendito sea el DIOS y Padre de nuestro Señor Jesucristo:"

Note el lector que cuando el apóstol Pablo escribió esta  carta, Jesùs ya estaba en el cielo junto a su Padre.
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En la profecía acerca de Jesùs en las escrituras hebreo-arameas, allí en el libro de Isaìas capìtulo 9  verso 6 (o siete en otras traducciones)       dice:
Allì vemos que Jesùs no será solamente un Príncipe de paz, ni solamente un Admirable consejero, sino que también será un Dios poderoso.

Ahora hablando de Satanàs, en la segunda carta que escribió el apóstol Pablo a los Corintios, en el capìtulo 4, verso 4 habla de que  satanàs mismo es un dios, dios de este siglo o de este sistema de cosas, dios de este mundo (como lo traducen algunas versiones). Tambien, en el capìtulo 11, versos del 13 al 15, el apóstol habla de  que Satanàs se convierte en àngel de luz y sus ministros en ministros de justicia. 

Cuando Jesùs estuvo en la tierra, alabò públicamente a su Padre añadiendo en su alabanza que su Señor, (o sea su Padre) había escondido esas cosas, (el conocimiento de Dios) de los sabios e intelectuales porque fue la manera aprobada por su Padre, y añade que todas las cosas le fueron dadas a èl (Jesùs) por su Padre…Mateo 11:25-27.

En la primera carta que le escribió el apóstol Pablo a los Corintios en su capìtulo 8 verso 6 dice  claramente que para ellos, (los cristianos seguidores de Jesùs) existía un solo Dios, (el Padre), de quien son todas las cosas, y un solo Señor, Jesucristo, mediante quien son todas las cosas.

Allì habla sin lugar  a dudas de la diferencia que existe entre Jehovà Dios y el Señor Jesucristo


En la primera   carta del apóstol Pablo a los Corintios, en el capìtulo quince (15) verso quince (15) dice claramente (cuando habla de la resurrección) en que serìan falsos testigos de Dios, si no hablaban de que Jesucristo había resucitado . 
O sea , el apóstol Pablo junto a los seguidores de Jesùs se consideraban testigos de Dios, o sea testigos de Jehovà.