lunes, 17 de julio de 2017

El libre albedrìo... maravillosa dàdiva




La maravillosa dádiva del libre albedrío
¿AGRADECE la libertad de elegir cómo organizará su vida, lo que hará y lo que dirá? ¿O preferiría que alguien le dictase cada una de sus palabras y acciones, que le impusiera lo que debe hacer en cada minuto durante todos los días de su vida?
Por lo común, a nadie le gusta que otra persona le quite el dominio de su vida y se la controle por completo. Tal modo de vivir sería muy opresivo y desdichado. Amamos la libertad.
Pero, ¿por qué tenemos el deseo de ser libres? El que comprendamos por qué valoramos tanto nuestra libertad de elección es un factor clave para comprender el origen de la maldad y el sufrimiento. También nos ayudará a comprender por qué Dios ha esperado hasta ahora para eliminarlas.

Cómo estamos hechos
Una de las muchas dádivas maravillosas que Dios dio al ser humano cuando lo creó fue el libre albedrío. La Biblia nos dice que Dios hizo al hombre a Su ‘imagen y semejanza’, y una de las cualidades que Dios tiene es la libertad de elección. (Génesis 1:26; Deuteronomio 7:6.) Por consiguiente, cuando Él creó al ser humano, le infundió esa hermosa cualidad.
Es por esta razón que preferimos la libertad a la esclavitud en manos de gobernantes opresivos, y también por lo que la gente se resiente contra una gobernación demasiado severa o coercitiva, lo que muchas veces conduce a sublevaciones para conseguir libertad.
Por consiguiente, el deseo de libertad no es fortuito. La Biblia indica de dónde procede cuando dice: “Donde está el espíritu de Jehová, hay libertad”. (2 Corintios 3:17.) Forma parte de nuestra naturaleza porque es así como Dios nos creó. Como Él es el Dios de la libertad, quiere que nosotros seamos libres.
Dios también nos dio facultades mentales —como la percepción, la razón y el juicio— que obran en armonía con el libre albedrío. Dichas facultades nos permiten pensar, sopesar los asuntos, tomar decisiones y distinguir entre el bien y el mal. (Hebreos 5:14.) No se nos creó para ser robots sin inteligencia o voluntad propia, ni tampoco para actuar principalmente por instinto, como hacen los animales.
Además del libre albedrío, nuestros primeros padres recibieron todo lo que cualquier persona pudiera desear: se encontraban en un paraíso semejante a parque; disfrutaban de abundancia material; tenían una mente y un cuerpo perfectos que no envejecerían ni enfermarían ni morirían; los hijos que engendraran también gozarían de un futuro feliz y la creciente población disfrutaría del trabajo satisfaciente de convertir toda la Tierra en un paraíso. (Génesis 1:26-30; 2:15.)
Respecto a este proceso que Dios puso en marcha, la Biblia dice: “Vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy bueno”. (Génesis 1:31.) La Biblia también afirma sobre el Creador: “Perfecta es su actividad”. (Deuteronomio 32:4.) En efecto, Dios dio a la familia humana un comienzo perfecto. No podía haber sido mejor.

Libertad, pero dentro de unos límites
Sin embargo, ¿carecería de límites la hermosa dádiva del libre albedrío? Bueno, ¿se atrevería usted a conducir un automóvil por una zona de mucho tráfico si no existiesen leyes que lo regularan y todo el mundo pudiera conducir por cualquier carril, en cualquier dirección y sin importar a qué velocidad? No hay duda de que los resultados de semejante libertad ilimitada serían catastróficos.
Lo mismo sucede con las relaciones humanas. El que algunos disfrutaran de libertad sin límite haría que otros se vieran privados de ella. La libertad sin restricciones puede llevar a la anarquía, y eso perjudica la libertad de todos. Tiene que haber unos límites. Por esa razón, la libertad que Dios da no significa que Él se propusiera que las personas se comportasen de cualquier manera sin tomar en consideración el bienestar de otros.
A este respecto, la Palabra de Dios dice: “Portaos en esto como hombres libres. No como quienes se sirven de la libertad para ocultar su maldad”. (1 Pedro 2:16, Nuevo Testamento de Felipe de Fuenterrabía.) De modo que Dios quiere que nuestro libre albedrío esté regulado para que resulte en el bien de todos. Él no se proponía que el ser humano disfrutase de libertad total, sino relativa, sujeta a unas leyes.

¿Leyes de quién?
¿Las leyes de quién hemos sido hechos para obedecer? ¿Las leyes de quién nos benefician más? El versículo 16 del capítulo 2 de Primera de Pedro, anteriormente citado, termina diciendo que somos “esclavos de Dios”. No se trata de una esclavitud opresiva sino más bien significa que fuimos creados para estar en sujeción a las leyes de Dios. Por esta razón somos más felices si nos conformamos a ellas.
Las leyes de Dios, más que cualquier código de leyes que pudiese concebir el hombre, suministran la mejor guía para todos. Como dice Isaías 48:17: “Yo, Jehová, soy tu Dios, Aquel que te enseña para que te beneficies a ti mismo, Aquel que te hace pisar en el camino en que debes andar”. Sin embargo, al mismo tiempo, las leyes de Dios permiten un amplio campo de libertad dentro de sus límites, lo que deja margen para que cada uno elija y permite una gran variedad de decisiones, lo cual hace que la familia humana sea más interesante, en realidad, que sea fascinante.
El ser humano también está sujeto a las leyes físicas de Dios. Por ejemplo, si pasamos por alto la ley de la gravedad y saltamos al vacío desde un lugar elevado, nos lastimaremos o nos mataremos. Si permanecemos bajo el agua sin un aparato especial para respirar, moriremos en cuestión de minutos. Y si no hacemos caso de las leyes internas de nuestro organismo y dejamos de comer o de beber, también moriremos.

De modo que nuestros primeros padres y toda su descendencia fueron creados con la necesidad de obedecer las leyes morales o sociales de Dios así como también Sus leyes físicas. Pero tal clase de obediencia no se convertiría en una carga, sino que por el contrario, redundaría en su bien y el de toda la familia humana que vendría después. Si nuestros primeros padres se hubiesen mantenido dentro de los límites de las leyes de Dios, todo habría ido bien.

No hay comentarios:

Publicar un comentario