sábado, 15 de julio de 2017

A-1= ¿Còmo empezò la vida?


Cuestión 1
¿Cómo empezó la vida?
Cuando era niño, ¿sorprendió alguna vez a sus padres preguntándoles de dónde vienen los bebés? En tal caso, ¿cómo respondieron? Dependiendo de la edad suya y de la personalidad de ellos, quizás hicieron como si no lo hubieran oído, o le dieron una respuesta apresurada y evasiva, o le contaron un relato fantástico que después descubrió que no era cierto. Obviamente, para que un niño llegue bien preparado a la edad adulta y el matrimonio, con el tiempo tiene que aprender sobre las maravillas de la reproducción sexual.
Así como hay padres a quienes les resulta violento hablar del origen de los bebés, hay también científicos que se resisten a hablar de una cuestión aun más trascendental: de dónde vino la vida. Una respuesta verosímil puede repercutir hondamente en nuestra filosofía de vida. Entonces, ¿cómo empezó todo?
¿Qué afirman muchos científicos? Muchos le dirán que la vida se inició hace miles de millones de años en la orilla de una charca de marea o en el fondo del océano. Suponen que en un entorno así, algunos compuestos químicos se ensamblaron al azar para crear estructuras semejantes a burbujas, formaron moléculas complejas y empezaron a reproducirse. Según su tesis, toda forma de vida en la Tierra se originó por casualidad a partir de una o más de estas células primigenias “simples”.
Otros científicos evolucionistas eminentes no opinan igual. Conjeturan que las primeras células, o al menos sus componentes principales, llegaron a la Tierra procedentes del espacio. ¿Por qué? Porque los mejores esfuerzos por demostrar que la vida puede surgir a partir de moléculas inertes han sido infructuosos. Subrayando esta dificultad, el profesor de Biología Alexandre Meinesz dijo en 2008 que durante los pasados cincuenta años, “ninguna prueba empírica ha sustentado la hipótesis de la aparición espontánea de la vida en la Tierra a partir de una simple sopa molecular, y ningún avance significativo en el conocimiento científico apunta en esa dirección”.1
¿Qué revelan las pruebas? La respuesta a la pregunta “¿De dónde vienen los bebés?” está bien documentada y no es polémica. La vida procede siempre de vida preexistente. Ahora bien, ¿es posible que en un pasado remoto se violara esta ley fundamental? ¿Pudo surgir espontáneamente la vida a partir de materia inerte? ¿Qué probabilidades hay de que algo así ocurriera?
Para que una célula sobreviva se precisa la intervención conjunta de, como mínimo, tres tipos de moléculas complejas: ADN (ácido desoxirribonucleico), ARN (ácido ribonucleico) y proteínas. Pocos científicos sostendrían hoy que una célula viva completa se formó súbitamente por azar a partir de una mezcla de compuestos inanimados. Pero ¿qué probabilidad hay de que el ARN o las proteínas sí lo hicieran?
Un experimento realizado en 1953 da pie a muchos científicos para creer que la vida se originó espontáneamente. El químico Stanley L. Miller obtuvo aminoácidos (los bloques básicos de las proteínas) enviando descargas eléctricas a una mezcla de gases que simulaba la atmósfera terrestre primitiva. Posteriormente, se detectaron aminoácidos en un meteorito. ¿Significan tales hallazgos que todos los componentes básicos de la vida se produjeron fácilmente por casualidad?
Algunos autores —dice Robert Shapiro, profesor emérito de Química de la Universidad de Nueva York— han imaginado que todos los componentes de la vida se encontraban ya en los meteoritos y podrían formarse fácilmente mediante experimentos parecidos al de Miller. Pero ése no es el caso.”2
Examinemos la molécula de ARN, formada a su vez por moléculas de menor tamaño llamadas nucleótidos. Un nucleótido es distinto de un aminoácido y ligeramente más complejo. “Nunca se ha detectado la presencia de ningún nucleótido, ni entre los productos de los experimentos con descargas eléctricas ni en los estudios de meteoritos”, afirma Shapiro.3 Y añade que la probabilidad de que una molécula autorreplicante de ARN se ensamblara por casualidad en un estanque de bloques químicos “es tan pequeña, que el hecho de que ocurra, aunque sólo fuere una vez, en cualquier lugar del universo visible, se consideraría una suerte de milagro”.4
¿Y las moléculas de proteína? Estas resultan de la unión de aminoácidos (desde cincuenta hasta varios miles) en un orden altamente específico. La proteína funcional promedio de una célula “simple” contiene 200 aminoácidos, y hay miles de diferentes tipos de proteínas incluso en esta clase de células. La probabilidad de que una proteína de solo 100 aminoácidos se formara alguna vez al azar en la Tierra sería como de una en mil billones (1015).
El teórico evolucionista Hubert P. Yockey va más lejos al afirmar que “es imposible que la vida se originara siguiendo el modelo de ‘proteínas primero’”.5 Las proteínas requieren ARN para su síntesis, pero la producción de ARN requiere proteínas. Aun suponiendo que las moléculas de proteína y ARN aparecieran en un mismo tiempo y lugar por accidente, pese a la remotísima posibilidad en contra, ¿qué probabilidad hay de que cooperaran para crear un tipo de vida autosostenible y autorreplicante? “La probabilidad de que esto sucediera al azar (dada una combinación aleatoria de proteínas y ARN) es infinitesimal”, admite la doctora Carol Cleland, miembro del Instituto de Astrobiología de la NASA. “No obstante —añade—, parece que la mayoría de los investigadores suponen que si logran entender la producción independiente de proteínas y ARN en las condiciones naturales primigenias, el enigma de la coordinación se resolvería de algún modo por sí mismo.” Y aludiendo a las teorías actuales sobre el origen fortuito de estos bloques fundamentales de la vida, puntualiza: “Ninguna ofrece una historia convincente de cómo se produjo”.6
¿Qué importancia tienen estos hechos? Pensemos en el reto que afrontan los investigadores que creen que la vida es fruto del azar: han hallado en un meteorito aminoácidos que también aparecen en las células vivas; han sintetizado en el laboratorio moléculas más complejas mediante experimentos ideados y controlados con minuciosidad, y, a la larga, esperan fabricar todas las partes necesarias para construir una célula “simple”. Podríamos asemejar su situación a la de un ingeniero que transforma sustancias naturales en acero, plástico, silicona y cables y construye un robot, al que luego programa para que se copie a sí mismo. ¿Qué demostrará con ello? A lo sumo, que un ente inteligente es capaz de crear una máquina asombrosa.
Pues bien, si un día los científicos construyeran una célula, sería un logro verdaderamente impresionante; pero ¿probarían que la célula apareció por azar? En todo caso, probarían lo contrario, ¿no le parece?
¿Qué opina? Hasta la fecha, toda la prueba científica indica que la vida viene de la vida. Creer que una célula viva “simple” surgió por casualidad a partir de compuestos inanimados es un verdadero acto de fe.
Ante la evidencia de los hechos, ¿está usted dispuesto a hacer ese acto de fe? Antes de que conteste, lo invitamos a examinar más de cerca la estructura de la célula. Esto le ayudará a determinar si las teorías sobre el origen de la vida formuladas por algunos científicos son sólidas, o tan fantásticas como los relatos que algunos padres cuentan sobre el origen de los bebés.
[Notas]
La probabilidad de que el ADN se formara al azar se trata en la sección 3, “¿De dónde provinieron las instrucciones?”.
El profesor Shapiro no cree que la vida fue creada, sino que surgió al azar mediante procesos aún no comprendidos del todo.
En 2009, científicos de la Universidad de Manchester (Inglaterra) informaron de la creación de nucleótidos en el laboratorio. A esto, Shapiro objeta: “Su receta definitivamente no satisface mi criterio para explicar de manera plausible la ruta al mundo del ARN”.
La doctora Cleland no cree que la vida fue creada, sino que surgió al azar mediante procesos aún no comprendidos del todo.
[Recuadro de la página 7]
HECHOS Y PREGUNTAS
Hecho. Toda la investigación científica indica que la vida no surge de materia inerte.
Pregunta. ¿Sobre qué base científica se apoya el postulado de que la primera célula surgió a partir de componentes inanimados?
Hecho. Los investigadores han recreado en el laboratorio las supuestas condiciones ambientales de la Tierra primigenia y han fabricado algunas moléculas presentes en los organismos vivos.
Pregunta. Si en el experimento los compuestos químicos representan las condiciones terrestres primitivas y las moléculas producidas representan los bloques básicos de la vida, ¿a quién o qué representa el científico que lo realiza: al ciego azar, o a un ente inteligente?
Hecho. Las moléculas de proteína y ARN deben cooperar para que la célula sobreviva. Los científicos admiten que es altamente improbable que el ARN surgiera de forma espontánea, y las probabilidades en contra de la formación aleatoria de una sola proteína son astronómicas. Que el ARN y las proteínas se produjeran por accidente en un mismo tiempo y lugar y que, además, actuaran de forma conjunta es extremadamente improbable.
Pregunta. ¿Qué exige más fe: creer que las partes intrincadamente coordinadas de la célula —que se cuentan por millones— surgieron al azar, o creer que la célula es el producto de una mente inteligente?
[Ilustración de la página 6]
(Para ver el texto en su formato original, consulte la publicación)
El ARN 1 interviene en la síntesis de proteínas 2, pero las proteínas intervienen en la producción de ARN. ¿Cómo podría originarse al azar una de estas moléculas, por no decir ambas? Los ribosomas 3 se tratarán en la sección 2.
Si la creación de moléculas complejas en el laboratorio requiere la pericia de un científico, ¿podrían formarse por casualidad las moléculas mucho más complejas de una célula?
[Ilustración de la página 4]
Óvulo humano fertilizado, ampliado unas ochocientas veces
[Ilustración de la página 5]
STANLEY MILLER (1953)
[Ilustración de la página 7]

Si la creación y programación de un robot sin vida exige una mente inteligente, ¿qué se necesitaría para crear una célula viva, y no digamos ya un ser humano?

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