lunes, 17 de julio de 2017

La Trinidad, ¿la enseñò Jesùs? ¿la enseñò la Iglesia?





¿Enseñó la iglesia primitiva que Dios sea una Trinidad?

Parte 1—¿Enseñaron Jesús y sus discípulos la doctrina de la Trinidad?
¿Enseñaron Jesús y sus discípulos la doctrina de la Trinidad? ¿La enseñaron líderes eclesiásticos de los siglos subsiguientes? ¿Qué origen tiene? ¿Y por qué es importante saber la verdad sobre esta creencia? A partir de la Parte 1 en este número, La Atalaya considerará estas preguntas en una serie de artículos. Otros artículos de la serie aparecerán periódicamente en números posteriores.
LOS que aceptan la Biblia como la Palabra de Dios reconocen que tienen la responsabilidad de enseñar a otros acerca del Creador. También comprenden que lo que comunican como enseñanza acerca de Dios tiene que ser verídico.
Dios reprendió a los “consoladores” de Job por no hacer eso. “Jehová procedió a decir a Elifaz el temanita: ‘Mi cólera se ha enardecido contra ti y tus dos compañeros, porque ustedes no han hablado acerca de mí lo que es verídico, como mi siervo Job’.” (Job 42:7.)
El apóstol Pablo, al tratar de la resurrección, dijo que se nos ‘hallaría falsos testigos de Dios’ si enseñáramos algo incierto sobre las actividades de Dios. (1 Corintios 15:15.) Si esa es la realidad tocante a la enseñanza de la resurrección, ¡cuánto cuidado debemos tener con relación a enseñar quién es Dios!

La doctrina de la Trinidad
Casi toda iglesia de la cristiandad enseña que Dios es una Trinidad. 
The Catholic Encyclopedia dice que la enseñanza de la Trinidad es “la doctrina central de la religión cristiana”, y la define así:
En la unidad de la Divinidad hay Tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y estas Tres Personas son verdaderamente distintas una de otra. 
Así, en las palabras del Credo de Atanasio: ‘el Padre es Dios, el Hijo es Dios, y el Espíritu Santo es Dios, y sin embargo no hay tres Dioses, sino un solo Dios’. [...] 
Las Personas son coeternas y coiguales: todas son igualmente increadas y omnipotentes”1.
The Baptist Encyclopædia da una definición parecida. Dice:
[Jesús] es [...] el eterno Jehová [...] El Espíritu Santo es Jehová [...] 
Se pone al Hijo y al Espíritu en exacta igualdad con el Padre. Si él es Jehová, ellos también lo son”2.

Anatemas pronunciados contra los opositores
En 325 E.C. un concilio de obispos reunido en Nicea, Asia Menor, formuló un credo que declaró que el Hijo de Dios era “verdadero Dios”, tal como el Padre era “verdadero Dios”. Parte de ese credo decía:
Mas a los que afirman: Hubo un tiempo en que [el Hijo] no fué y que antes de ser engendrado no fué, y que fué hecho de la nada, o los que dicen que es de otra hipóstasis o de otra sustancia o que el Hijo de Dios es cambiable o mudable, los anatematiza la Iglesia Católica”3.
De modo que a cualquiera que creyera que el Hijo de Dios no era coeterno con el Padre o que el Hijo había sido creado se le entregaba a la condenación eterna. Uno puede imaginarse cuánto presionaba aquello a la mayoría de los creyentes comunes para que se amoldaran a aquellas ideas.
En el año 381 E.C. se convocó otro concilio en Constantinopla, y este declaró que había que adorar y glorificar al espíritu santo tal como al Padre y al Hijo. Un año después —en 382 E.C.— otro sínodo se reunió en Constantinopla y sostuvo la divinidad plena del espíritu santo4. Aquel mismo año, ante un concilio celebrado en Roma, el papa Dámaso presentó una serie de enseñanzas que la iglesia había de condenar. El documento, llamado el Tomo de Dámaso, incluía las declaraciones que a continuación se citan.
Si alguno no dijere que el Padre es siempre, que el Hijo es siempre y que el Espíritu Santo es siempre, es hereje.”
Si alguno no dijere verdadero Dios al Hijo de Dios, como verdadero Dios a [su] Padre [y] que todo lo puede y que todo lo sabe y que es igual al Padre, es hereje.”
Si alguno no dijere que el Espíritu Santo [...] es [...] verdadero Dios, [...] lo puede todo y todo lo sabe [...], es hereje.”
Si alguno no dijere ser tres personas verdaderas: la del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo, iguales, siempre vivientes, que todo lo contienen, lo visible y lo invisible, que todo lo pueden, [...] es hereje.”
Si alguno dijere que [el Hijo] constituído en la carne cuando estaba en la tierra, no estaba en los cielos con el Padre, es hereje.”
Si alguno, al llamar Dios al Padre, Dios al Hijo de Aquél, y Dios al Espíritu Santo, los llama dioses [...] y no [...] una sola divinidad [...], es hereje”5.
Varios eruditos jesuitas, en su traducción del tomo del latín al inglés, añadieron el comentario: “Parece que el papa San Celestino I (422-432) consideró ley esos cánones; estos pueden considerarse definiciones de fe”6. Y el erudito Edmund J. Fortman afirma que el tomo representa una “doctrina trinitaria bien fundada y poderosa”7.
Si usted es miembro de una iglesia que acepta la enseñanza de la Trinidad, ¿definen su fe esas declaraciones? ¿Y se da cuenta de que el creer en la doctrina de la Trinidad según la enseñan las iglesias requiere que usted crea que Jesús estaba en el cielo al mismo tiempo que estaba en la Tierra? Esta enseñanza es parecida a lo que declaró Atanasio, eclesiástico del siglo IV, en su libro La encarnación del verbo:
Él [el Verbo, Jesús,] no estaba encerrado en el cuerpo, ni estaba en el cuerpo sin estar en otra parte. Ni él movía a aquél, mientras el universo estaba vacío de su energía y providencia. [...] Daba vida igualmente a todas las cosas y a la vez nacía en todos y estaba fuera de todos”8.
Lo que significa la doctrina de la Trinidad
Algunos han concluido que el simplemente atribuir deidad o divinidad a Jesús es todo lo que significa la enseñanza de la Trinidad. Para otros, creer en la Trinidad significa sencillamente creer en el Padre, el Hijo y el espíritu santo.
No obstante, un examen detallado de los credos de la cristiandad expone lo lamentablemente inadecuadas que son esas ideas con relación a la doctrina formal. Las definiciones oficiales dejan claro que la doctrina de la Trinidad no es una idea sencilla. En vez de eso, es un conjunto complejo de distintas ideas que han sido juntadas durante largo tiempo y entrelazadas unas con otras.
Basándonos en la descripción de la doctrina de la Trinidad que se presentó después del Concilio de Constantinopla en 381 E.C., en el Tomo de Dámaso de 382 E.C., en el Credo de Atanasio que vino algún tiempo después, y en otros documentos, podemos determinar con claridad lo que quiere decir la cristiandad con la doctrina de la Trinidad. Abarca las siguientes ideas específicas:
1. Se dice que hay tres personas divinas —el Padre, el Hijo y el espíritu santo— en la Divinidad.
2. Se dice que cada una de estas personas distintas es eterna, que ninguna viene antes ni después de las otras en el tiempo.
3. Se dice que cada una es todopoderosa, que ninguna es mayor ni menor que las otras.
4. Se dice que cada una es omnisciente, que todo lo sabe.
5. Se dice que cada una es verdadero Dios.
6. Con todo, se dice que no hay tres Dioses, sino un solo Dios.
Está claro que la doctrina de la Trinidad es un conjunto complejo de ideas que abarca por lo menos los elementos esenciales ya indicados e implica otros, como revela un examen de los detalles. Pero si consideramos solo las ideas básicas ya enumeradas es patente que, si se elimina alguna de ellas, lo que resta ya no es la Trinidad de la cristiandad. Para tener el cuadro completo, todas esas partes tienen que estar presentes.
Ahora que entendemos mejor el término “Trinidad”, podemos preguntar: ¿La enseñaron Jesús y sus discípulos? Si así fue, debe haber aparecido en forma completa en el primer siglo de nuestra era común. Y puesto que lo que ellos enseñaron se encuentra en la Biblia, entonces la doctrina de la Trinidad o es una enseñanza bíblica o no lo es. Si lo es, debería enseñarse claramente en la Biblia.
No es razonable pensar que Jesús y sus discípulos enseñaran a la gente acerca de Dios y sin embargo no le dijeran quién es Dios, especialmente si se requería que algunos creyentes hasta dieran la vida por Dios. Por lo tanto, Jesús y sus discípulos deberían haber dado prioridad a enseñar a otros esta doctrina esencial.

Examine las Escrituras
En el capítulo 17 de Hechos, versículo 11, se dice que ciertas personas eran ‘de disposición noble’ porque “examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas [cosas que enseñaba el apóstol Pablo] eran así”. Se las animó a usar las Escrituras para confirmar las enseñanzas hasta de un apóstol. Usted debe hacer lo mismo.
Tenga presente que las Escrituras son ‘inspiradas de Dios’ y han de usarse para “rectificar las cosas, para disciplinar en justicia, para que el hombre de Dios sea enteramente competente y esté completamente equipado para toda buena obra”. (2 Timoteo 3:16, 17.) De modo que la Biblia está completa en asuntos doctrinales. Si la doctrina de la Trinidad es verdadera, debe estar en ella.
Invitamos al lector a buscar en la Biblia, especialmente en los 27 libros de las Escrituras Griegas Cristianas, para ver por sí mismo si Jesús y sus discípulos enseñaron una Trinidad. Mientras busca, pregúntese:
1. ¿Puedo hallar algún texto bíblico que mencione la “Trinidad”?
2. ¿Puedo encontrar algún texto bíblico que diga que Dios se compone de tres personas distintas: Padre, Hijo y espíritu santo, pero que las tres son un solo Dios?
3. ¿Puedo hallar algún texto bíblico que diga que el Padre, el Hijo y el espíritu santo son iguales en todo aspecto, como en eternidad, poder, posición y sabiduría?
Por más que busque, no encontrará ningún texto bíblico que use la palabra Trinidad, ni hallará uno que diga que el Padre, el Hijo y el espíritu santo son iguales en todo aspecto, como en eternidad, poder, posición y sabiduría. Ni siquiera un texto bíblico dice que el Hijo sea igual al Padre en esos aspectos... y si hubiera tal texto, no establecería una Trinidad, sino —a lo más— una “dualidad”. En ninguna parte de la Biblia se pone al espíritu santo en igualdad con el Padre.

Lo que dicen muchos eruditos
Muchos eruditos, incluso trinitarios, reconocen que la Biblia no contiene la doctrina misma de una Trinidad. Por ejemplo, The Encyclopedia of Religion declara:
Exegetas y teólogos hoy concuerdan en que la Biblia hebrea no contiene una doctrina de la Trinidad [...] Aunque la Biblia hebrea describe a Dios como el padre de Israel y emplea personificaciones de Dios, tales como Palabra (davar), Espíritu (ruah), Sabiduría (hokhmah) y Presencia (shekhinah), el correlacionar estos conceptos con la doctrina trinitaria posterior iría más allá de la intención y el espíritu del Antiguo Testamento.
Además, exegetas y teólogos reconocen que el Nuevo Testamento tampoco contiene una doctrina explícita de la Trinidad. Dios Padre es fuente de todo lo que existe (Pantokrator) y también el padre de Jesucristo; ‘Padre’ no es un título para la primera persona de la Trinidad, sino un sinónimo de Dios. [...]
En el Nuevo Testamento no hay ninguna conciencia reflexiva de la naturaleza metafísica de Dios (‘trinidad inmanente’) ni contiene el Nuevo Testamento el lenguaje técnico de la doctrina posterior (hupostasis, ousia, substantia, subsistentia, prosōpon, persona). [...] Es indiscutible que la doctrina no puede establecerse sobre pruebas bíblicas solamente”9.
Respecto a los hechos históricos de esta cuestión, The New Encyclopædia Britannica dice:
Ni la palabra Trinidad ni la doctrina explícita aparecen en el Nuevo Testamento [...]
La doctrina se desarrolló gradualmente en el transcurso de varios siglos y en medio de muchas controversias. [...]
No fue sino hasta el siglo IV cuando la distinción de las tres y su unidad fueron juntadas en una sola doctrina ortodoxa de una esencia y tres personas”10.
La New Catholic Encyclopedia hace una declaración parecida respecto al origen de la Trinidad:
Exegetas y teólogos bíblicos, entre ellos una cantidad constantemente creciente de católicos romanos, reconocen que no se debe hablar de trinitarismo en el Nuevo Testamento sin seria reserva. En estrecho paralelo, historiadores del dogma y teólogos sistemáticos también reconocen que cuando se habla de trinitarismo pleno se pasa del período de los orígenes del cristianismo a, digamos, la última cuarta parte del siglo IV. Fue solo entonces cuando lo que pudiera llamarse el dogma trinitario definitivo de ‘un solo Dios en tres Personas’ llegó a asimilarse por completo en la vida y el pensamiento cristianos. [...]
La fórmula misma no refleja la conciencia inmediata del período de los orígenes; fue producto de tres siglos de desarrollo doctrinal”11.

¿Se “da a entender”?
Quizás los trinitarios digan que la Biblia “da a entender” una Trinidad. Pero esa alegación se hace mucho después de haberse escrito la Biblia. Es un intento de atribuir a la Biblia lo que los clérigos de tiempos posteriores decidieron arbitrariamente que debería ser doctrina.
Pregúntese: ¿Por qué debería ser que la Biblia solo ‘diera a entender’ su enseñanza más importante: quién es Dios? La Biblia se expresa claramente en cuanto a otras enseñanzas básicas; ¿por qué no con relación a esta, la más importante? ¿No podría el Creador del universo producir un libro que mostrara claramente que él es una Trinidad si eso fuera un hecho?
La razón por la cual la Biblia no enseña claramente la doctrina de la Trinidad es sencilla: no es una enseñanza bíblica. Si Dios fuera una Trinidad, sin duda lo habría dado a conocer claramente, de modo que Jesús y sus discípulos pudieran enseñarlo a otros. Y esa información esencial se habría incluido en la Palabra inspirada de Dios. No se habría dejado para que fuera objeto de contienda entre hombres imperfectos siglos después.
Cuando examinamos los textos bíblicos que los trinitarios presentan como prueba de que la Biblia “da a entender” una Trinidad, ¿qué hallamos? Una evaluación honrada revela que los textos que se presentan no tratan de la Trinidad de la cristiandad. En vez de eso, ciertos teólogos tratan de forzar en los textos sus ideas preconcebidas de una Trinidad. Pero esas ideas no están en los textos bíblicos. De hecho, esas ideas trinitarias están en pugna con el testimonio claro de la Biblia en conjunto.
Un ejemplo de ese tipo de textos es Mateo 28:19, 20. Ahí se mencionan juntos al Padre, el Hijo y el espíritu santo. Algunos afirman que eso da a entender una Trinidad. Pero lea los versículos usted mismo. ¿Hay algo en esos textos que diga que los tres son un solo Dios, iguales en eternidad, poder, posición y sabiduría? No, no lo hay. Lo mismo pasa en el caso de otros textos que mencionan a los tres juntos.
En cuanto a los que creen que el uso de “nombre” en singular al aludir al Padre, el Hijo y el espíritu santo en Mateo 28:19, 20 da a entender una Trinidad, sírvase comparar con eso el uso de “nombre”, en singular, al aludir a Abrahán e Isaac en Génesis 48:16 (Reina-Valera, 1977; Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras).
Los trinitarios también señalan a Juan 1:1 en algunas versiones, donde se dice que “el Verbo” estaba “con Dios” y era “Dios”. Pero otras traducciones de la Biblia dicen que la Palabra o el Verbo era “un dios” o era “divino”, sin querer decir necesariamente Dios, sino alguien poderoso. Además, ese versículo bíblico dice que “la Palabra” (o “el Verbo”) estaba “con” Dios. Eso razonablemente lo excluiría de ser ese mismo Dios. Y sin importar la conclusión a que se llegue respecto a “la Palabra” (o “el Verbo”), el hecho es que en Juan 1:1 solo se mencionan dos personas, no tres. Una y otra vez, cuanto texto se usa para tratar de apoyar la doctrina de la Trinidad fracasa completamente en cuanto a ello cuando se examina honradamente.
Otro factor que debe considerarse es este: Si Jesús y sus discípulos hubieran enseñado la doctrina de la Trinidad, entonces sin duda eclesiásticos destacados que existieron inmediatamente después de ellos también la habrían enseñado. Pero ¿enseñaron aquellos hombres —llamados hoy padres apostólicos— la doctrina de la Trinidad? Esta pregunta se considerará en la Parte 2 de esta serie, en un número posterior de La Atalaya.

Referencias
1. The Catholic Encyclopedia, 1912, tomo XV, página 47.
2. The Baptist Encyclopædia, edición preparada por William Cathcart, 1883, páginas 1168, 1169.
3. El Magisterio de la Iglesia, por Enrique Denzinger (traducción directa de los textos originales por Daniel Ruiz Bueno), 1963, páginas 23, 24.
4. A Short History of Christian Doctrine, por Bernhard Lohse, edición de 1980, páginas 64, 65.
5. El Magisterio de la Iglesia, por Enrique Denzinger (traducción directa de los textos originales por Daniel Ruiz Bueno), 1963, páginas 28, 29.
6. The Church Teaches, edición traducida al inglés y preparada por John F. Clarkson, S.J., John H. Edwards, S.J., William J. Kelly, S.J., y John J. Welch, S.J., 1955, página 125.
7. The Triune God, por Edmund J. Fortman, edición de 1982, página 126.
8. Atanasio. La encarnación del verbo, traducción del griego al español por José C. Fernández Sahelices, 1989, página 59.
9. The Encyclopedia of Religion, Mircea Eliade, jefe de redacción, 1987, tomo 15, página 54.
10. The New Encyclopædia Britannica, 15.a edición, 1985, tomo 11, Micropædia, página 928.
11. New Catholic Encyclopedia, 1967, tomo XIV, página 295.
[Nota a pie de página]
Para una consideración más completa de esos textos bíblicos, véase el folleto ¿Debería creer usted en la Trinidad?, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Fotografía en la página 19]
Iglesia en Tagnon, Francia



¿Enseñó la iglesia primitiva que Dios sea una trinidad?

Parte 2—¿Enseñaron los padres apostólicos la doctrina de la Trinidad?
En La Atalaya del 1 de noviembre de 1991, la Parte 1 de esta serie consideró si Jesús y sus discípulos enseñaron o no la doctrina de la Trinidad... la idea de que el Padre, el Hijo y el espíritu santo fueran tres personas en igualdad como un solo Dios. La prueba clara procedente de la Biblia, de historiadores y hasta de teólogos indica que no la enseñaron. ¿Qué se puede decir de los líderes eclesiásticos que les siguieron poco después? ¿Enseñaron estos una Trinidad?
Padres Apostòlicos” es la denominación que se usa para los eclesiásticos que escribieron sobre el cristianismo a fines del primer siglo y principios del segundo de nuestra era común. Entre ellos estuvieron Clemente de Roma, Ignacio, Policarpo, Hermas y Papías.
Se dice que fueron contemporáneos de algunos de los apóstoles. Según eso, deben haber estado familiarizados con las enseñanzas apostólicas. Respecto a lo que escribieron esos hombres, The New Encyclopædia Britannica dice:
Considerados en conjunto, los escritos de los Padres Apostólicos son históricamente más valiosos que toda otra literatura cristiana fuera del Nuevo Testamento”1.
Si los apóstoles enseñaron la doctrina de la Trinidad, entonces esos padres apostólicos deben haberla enseñado también. Esa doctrina debe haberse destacado en su enseñanza, pues nada era más importante que decir a la gente quién era Dios. Entonces, ¿enseñaron ellos la doctrina de la Trinidad?
Una declaración temprana de fe
Una de las declaraciones extrabíblicas más tempranas de fe cristiana se halla en un libro de 16 capítulos cortos conocido como la Didajé, o Enseñanza de los Doce Apóstoles. Algunos historiadores afirman que data de antes o cerca del año 100 E.C. Se desconoce su autor2.
La Didajé trata sobre lo que tendría que saber el que quisiera hacerse cristiano. En su capítulo 7 prescribe el bautismo “en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”, las mismas palabras que usó Jesús en Mateo 28:193. Pero no dice nada de que los tres sean iguales en eternidad, poder, puesto y sabiduría. En su capítulo 10, la Didajé contiene la siguiente confesión de fe en forma de oración:
Te damos gracias, Padre santo, por tu santo Nombre, que hiciste morar en nuestros corazones, y por el conocimiento y la fe y la inmortalidad que nos diste a conocer por medio de Jesús, tu siervo. A ti sea la gloria por los siglos. Tú, Señor omnipotente, creaste todas las cosas por causa de tu nombre [...] Mas a nosotros nos hiciste gracia de comida y bebida espiritual y de vida eterna por tu siervo [Jesús]”4.
Ahí no se dice nada de una Trinidad. En The Influence of Greek Ideas on Christianity (La influencia de las ideas griegas en el cristianismo), Edwin Hatch cita el pasaje precedente y luego dice:
En la esfera original del cristianismo no parece que haya habido gran adelanto desde estos conceptos sencillos. La doctrina en que se hizo hincapié fue: que Dios existe, que es uno solo, que es todopoderoso y eterno, que hizo al mundo, que Su misericordia está sobre todas Sus obras. No había afición a la discusión metafísica”5.

Clemente de Roma
Clemente de Roma, de quien se dice que fue “obispo” de esa ciudad, es otra fuente temprana de escritos sobre el cristianismo. Se cree que murió alrededor de 100 E.C. En el material que supuestamente escribió, él no menciona una Trinidad, ni directa ni indirectamente. La Carta primera de San Clemente a los Corintios declara:
Que la gracia y la paz se multipliquen entre vosotros de parte de Dios omnipotente por mediación de Jesucristo”.
Los Apóstoles nos predicaron el Evangelio de parte del Señor Jesucristo; Jesucristo fué enviado de Dios. En resumen, Cristo de parte de Dios, y los Apóstoles de parte de Cristo”.
Por lo demás, el Dios que todo lo ve, el Dueño de los espíritus y Señor de toda carne, el que escogió al Señor Jesucristo y a nosotros por Él para pueblo peculiar suyo, conceda a toda alma que invoca su magnífico y santo nombre, fe, amor, paz, paciencia, longanimidad”6.
Clemente no dice que Jesús ni el espíritu santo sean iguales a Dios. Presenta al Dios que todo lo puede (no lo llama solo “Padre”) como un ser diferente del Hijo. Alude a Dios como superior, puesto que Cristo es “enviado” de Dios, y Dios “escogió” a Cristo. Clemente muestra que Dios y Cristo son dos personajes distintos y desiguales, al decir:
Con constante oración y súplica pediremos al Hacedor de todas las cosas, conserve íntegro el número contado de sus escogidos en todo el mundo, por su amado Hijo y Siervo, Jesucristo [...] Para conocerte a Ti [Dios], el solo Altísimo en las alturas [...] Tú sólo eres el bienhechor de los espíritus y Dios de toda carne”.
Conozcan todos los pueblos que Tú eres el solo Dios, y Jesucristo tu Hijo y Siervo”7.
Clemente llama a Dios “Altísimo” (no solo “Padre”), y se refiere a Jesús como el “Hijo” de Dios. También señala tocante a Jesús: “Él, que, siendo el esplendor de su grandeza, es tanto mayor que los ángeles cuanto ha heredado nombre más excelente”8. Jesús refleja el esplendor de Dios, pero no lo iguala; tal como la Luna refleja la luz solar, pero no iguala a la fuente de esa luz: el Sol.
Si el Hijo de Dios fuera igual a Dios —quien es el Padre celestial—, habría sido innecesario que Clemente dijera que Jesús era mayor que los ángeles, ya que eso habría sido obvio. Y sus palabras muestran que reconoce que aunque el Hijo es mayor que los ángeles es inferior al Dios que todo lo puede.
El punto de vista de Clemente es muy claro: El Hijo es inferior al Padre y está en posición secundaria respecto a él. Clemente nunca vio a Jesús como parte de una divinidad con el Padre. Muestra que el Hijo depende del Padre, es decir, de Dios, y dice claramente que el Padre es ‘el solo Dios’, que no comparte Su posición con nadie. Y en ningún lugar iguala Clemente el espíritu santo a Dios. Por consiguiente, no hay ninguna Trinidad en los escritos de Clemente.

Ignacio
Ignacio, un obispo de Antioquía, vivió como desde mediados del siglo I E.C. hasta principios del siglo II. Si suponemos que todos los escritos que se le atribuyen son auténticos, en ninguno de ellos hay igualdad entre el Padre, el Hijo y el espíritu santo.
Aunque Ignacio hubiera dicho que el Hijo era igual al Padre en eternidad, poder, posición y sabiduría, todavía no habría una Trinidad, pues no dijo en ningún lugar que el espíritu santo fuera igual a Dios en esos aspectos. Pero Ignacio no dijo que el Hijo fuera igual a Dios el Padre de esas maneras ni de ninguna otra. En vez de eso, mostró que el Hijo está sujeto a Aquel que es superior, el Dios Todopoderoso.
Ignacio llama al Dios Todopoderoso “el único Dios verdadero, el no engendrado e inaccesible, el Señor de todo, el Padre y Engendrador del Hijo unigénito”, lo cual indica la distinción entre Dios y Su Hijo9. Habla del “Dios Padre y [...] Jesucristo”10. Y declara: “Existe un único Dios, el cual se ha manifestado por medio de su Hijo Jesucristo”11.
Ignacio señala que el Hijo no era eterno como persona, sino que había sido creado, pues pone estas palabras en boca del Hijo: “El Señor [Dios Todopoderoso] me creó principio de sus caminos”12. También Ignacio dijo: “Uno solo es el Dios del universo, el Padre de Cristo, de quien todo procede; uno nuestro Señor Jesucristo, el Unigénito hijo de Dios, Señor de todas las cosas, por el cual todo ha sido hecho”13. También escribe:
El Espíritu Santo no habla Sus propias cosas, sino las de Cristo, [...] tal como el Señor también nos anunció las cosas que recibió del Padre. Pues, dice Él [el Hijo], ‘la palabra que ustedes oyen no es Mía, sino del Padre, quien Me envió’”14.
Hay un solo Dios, el cual se manifestó a sí mismo por medio de Jesucristo, su hijo, que es Palabra suya, que procedió del silencio, y de todo en todo agradó a Aquel [Dios] que le había enviado. [...] Jesucristo está sometido [...] a su Padre”15.
Es cierto que Ignacio llama al Hijo “el Dios Verbo”. Pero el uso del término “Dios” para referirse al Hijo no significa necesariamente que él sea igual al Dios Todopoderoso. La Biblia también llama “Dios” al Hijo en Isaías 9:6. En Juan 1:18 se llama “el dios unigénito” al Hijo. El Hijo, dotado de poder y autoridad por Jehová Dios, el Padre, podía ser calificado apropiadamente de “poderoso”, que es lo que “dios” básicamente significa. (Mateo 28:18; 1 Corintios 8:6; Hebreos 1:2.)
No obstante, ¿se aceptan como auténticas las 15 cartas que se atribuyen a Ignacio? En The Ante-Nicene Fathers, tomo I, los editores Alexander Roberts y James Donaldson declaran:
Ahora la opinión general de los críticos es que las primeras ocho de estas supuestas cartas ignacianas son espurias. Contienen en sí pruebas indudables de que son producto de una época posterior [...] y ahora se descartan de común acuerdo como falsificaciones”.
De las siete Epístolas que reconoce Eusebio [...], tenemos dos recensiones griegas (una corta y una larga). [...] Aunque la forma corta [...] se había aceptado generalmente y preferido a la larga, todavía había entre los eruditos la opinión bastante extendida de que ni siquiera esa podía considerarse absolutamente libre de interpolaciones, o que fuera de autenticidad indudable”16.
Si aceptamos como genuina la versión corta de sus escritos, esta elimina algunas frases (de la versión larga) que muestran que Cristo está subordinado a Dios, pero lo que queda en la versión corta todavía no muestra una Trinidad. Y prescindiendo de cuáles de sus escritos sean genuinos, a lo más muestran que Ignacio creyó en una dualidad de Dios y su Hijo. Esa de ninguna manera sería una dualidad de iguales, pues al Hijo siempre se le presenta como inferior a Dios y subordinado a él. Por lo tanto, prescindiendo de cómo vea uno los escritos ignacianos, en ellos no se halla una doctrina de la Trinidad.

Policarpo
Policarpo de Esmirna nació en el último tercio del primer siglo y murió a mediados del segundo. Se dice que estuvo en comunicación con el apóstol Juan y que escribió la Carta de Policarpo a los Filipenses.
¿Había algo en el escrito de Policarpo que señalara a una Trinidad? No; no hay ninguna mención de ella. En realidad lo que él dice concuerda con lo que enseñaron Jesús, sus discípulos y sus apóstoles. Por ejemplo, Policarpo dijo en su Carta:
Que el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, y el mismo [...] Hijo de Dios, Jesucristo, os edifique en la fe, en la verdad”17.
Note que, al igual que Clemente, Policarpo no habla de una relación trinitaria del “Padre” y el “Hijo” como iguales en una divinidad. En vez de eso, habla sobre “el Dios y Padre” de Jesús, no solo del ‘Padre de Jesús’. Así que distingue entre Dios y Jesús, tal como lo hacen muchas veces los escritores de la Biblia. Pablo dice en 2 Corintios 1:3: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. No dice sencillamente: ‘Bendito sea el Padre de Jesús’, sino: “Bendito sea el Dios y Padre” de Jesús.
Además, Policarpo dice: “Paz de Dios todopoderoso y de Jesucristo nuestro Salvador”18. Ahí de nuevo Jesús es diferente del Dios que todo lo puede, no una persona de una Divinidad trina y una con igualdad establecida.


Hermas y Papías
Otro de los padres apostólicos es Hermas, quien escribió en la primera parte del siglo segundo. En su obra El Pastor, ¿dice algo que llevara a uno a creer que para él Dios fuera una Trinidad? Note ejemplos de lo que dijo:
Ni cuando algún hombre desee que hable, habla el espíritu santo; sino que entonces habla cuando Dios quiere que hable. [...] Dios plantó la viña, a saber, creó al pueblo y lo entregó a su Hijo. El Hijo, a su vez, puso a sus ángeles sobre ellos, para que los conservasen”19.
El Hijo de Dios es seguramente anterior a toda su creación”20.
Ahí Hermas dice que cuando Dios (no simplemente el Padre) desea que el espíritu hable, este habla, lo cual revela que Dios es superior al espíritu. Y dice que Dios entregó la viña a su Hijo, lo cual indica que Dios es superior al Hijo. También declara que el Hijo de Dios es anterior a sus criaturas —las del Hijo—, es decir, las que el Hijo de Dios creó como el Obrero Maestro de Dios, “porque por medio de él todas las otras cosas fueron creadas en los cielos y sobre la tierra”. (Colosenses 1:15, 16.) La realidad es que el Hijo no es eterno. Fue creado como criatura celestial de alto rango, antes que las demás criaturas celestiales —como los ángeles— que fueron creadas por medio de él.
J. N. D. Kelly, en su libro Early Christian Doctrines (Doctrinas cristianas primitivas), escribe acerca del punto de vista de Hermas sobre el Hijo de Dios:
En varios pasajes leemos sobre un ángel que es superior a los seis ángeles que componen el consejo central de Dios, y a quien se describe regularmente como ‘muy venerable’, ‘santo’ y ‘glorioso’. Este ángel recibe el nombre de Miguel, y es difícil eludir la conclusión de que Hermas vio en él al Hijo de Dios y lo igualó al arcángel Miguel”.
También hay prueba [...] de que trató de representar a Cristo como un tipo de ángel supremo [...] Respecto a una doctrina de la Trinidad en el sentido estricto, desde luego no hay ninguna señal”21.
También de Papías se dice que conoció al apóstol Juan. Es probable que él escribiera a principios del siglo segundo, pero hoy día solo existen fragmentos de sus escritos. En ellos no dice nada de una doctrina de la Trinidad.


Enseñanza consecuente
En cuanto a la supremacía de Dios y su relación con Jesús, la enseñanza de los padres apostólicos es razonablemente consecuente con la enseñanza de Jesús, los discípulos y los apóstoles, según se registra en la Biblia. Ninguno de ellos dice que Dios sea una Trinidad; más bien, todos se refieren a él como un Ser distinto, eterno, todopoderoso, omnisapiente. Y hablan del Hijo de Dios como una criatura celestial distinta, inferior y subordinada a quien Dios creó para que Le sirviera para llevar a cabo Su voluntad. Y en ningún lugar se iguala el espíritu santo a Dios.
Por lo tanto, en esos escritos de los padres apostólicos que datan de fines del primer siglo y principios del segundo no hay apoyo para la deidad trinitaria de la cristiandad. Ellos hablaron de Dios, Jesús y el espíritu santo tal como lo hace la Biblia. Vea, por ejemplo, Hechos 7:55, 56:
Él [Esteban], lleno del Espíritu Santo, miró fijamente al cielo y vio la gloria de Dios y a Jesús que estaba en pie a la diestra de Dios; y dijo: ‘Estoy viendo los cielos abiertos y al Hijo del hombre que está en pie a la diestra de Dios’” (Biblia de Jerusalén, católica).
Esteban recibió una visión de Dios en el cielo y vio a Jesús de pie al lado de Él. El Hijo estaba de pie al lado de Aquel a quien no se califica solo de “Padre”, sino de “Dios”, alguien de identidad completamente diferente de la de Jesús. Y no hubo ninguna tercera persona implicada en lo que vio Esteban. No se vio al espíritu santo en el cielo con Jesús y su Padre.
Eso se parece a lo que describe Apocalipsis (Revelación) 1:1, que declara: “Revelación de Jesucristo, que Dios le comunicó” (Cantera-Iglesias, católica). De nuevo se muestra que el Cristo resucitado en el cielo es totalmente distinto de Dios, y no se menciona al espíritu santo. Si Jesús fuera la segunda persona de una Trinidad y lo supiera todo, ¿cómo se le podría ‘comunicar’ una revelación?
Textos bíblicos como esos demuestran claramente que no existe ninguna Trinidad. Y en ninguna parte de la Biblia hay un texto que diga que Dios sea una Trinidad. Los escritos de los padres apostólicos reflejaron eso. No cabe duda de que no enseñaron la deidad trinitaria de la cristiandad.
El siguiente grupo importante de escritos sobre el cristianismo vino posteriormente en el siglo segundo. Estos escritos son las obras de eclesiásticos conocidos como apologistas. ¿Enseñaron una Trinidad? En un número futuro, la Parte 3 de esta serie comentará sobre sus enseñanzas.

Referencias:
1. The New Encyclopædia Britannica, 15.a edición, 1985, Micropædia, tomo 1, página 488.
2. A Dictionary of Christian Theology, edición preparada por Alan Richardson, 1969, página 95; The New Encyclopædia Britannica, 15.a edición, 1985, Micropædia, tomo 4, página 79.
3. Padres Apostólicos, quinta edición, B.A.C., Madrid, 1985, página 84; introducciones, notas y versión de Daniel Ruiz Bueno.
4. Ibíd., página 87.
5. The Influence of Greek Ideas on Christianity, por Edwin Hatch, 1957, página 252.
6. Padres Apostólicos, páginas 177, 216, 237.
7. Documentos de la Iglesia primitiva. Los Padres Apostólicos, ediciones Desclée, de Brouwer, Buenos Aires, 1949, páginas 156-158; versión, introducciones y notas de Sigfrido Huber.
8. Padres Apostólicos, página 211.
9. The Ante-Nicene Fathers, Alexander Roberts y James Donaldson, editores, reimpresión estadounidense de la edición de Edimburgo, 1885, tomo I, página 52.
10. Padres Apostólicos, página 459.
11. Fuentes Patrísticas, editorial Ciudad Nueva, Madrid, 1991, tomo 1, página 133; introducción, traducción y notas de Juan José Ayán Calvo.
12. Padres Apostólicos, página 522.
13. Ibíd., página 526.
14. The Ante-Nicene Fathers, página 53.
15. Padres Apostólicos, páginas 463, 466.
16. The Ante-Nicene Fathers, tomo I, páginas 46, 47; Cyclopedia of Biblical, Theological, and Ecclesiastical Literature, por John McClintock y James Strong, reimpresa por Baker Book House Co., 1981, tomo IV, páginas 490-493; The Catholic Encyclopedia, 1910, tomo VII, páginas 644-647.
17. Fuentes Patrísticas, tomo 1, página 227.
18. Ibíd., página 213.
19. Documentos de la Iglesia primitiva. Los Padres Apostólicos, páginas 428, 444, 445.
20. Ibíd., página 476.
21. Early Christian Doctrines, por J. N. D. Kelly, segunda edición, 1960, páginas 94, 95.



¿Enseñó la iglesia primitiva que Dios sea una Trinidad?

Parte 3—¿Enseñaron los apologistas la doctrina de la Trinidad?
La Atalaya, en los números del 1 de noviembre de 1991 y 1 de febrero de 1992, demostró que ni Jesús y sus discípulos ni los padres apostólicos de fines del siglo I y principios del II E.C. enseñaron la doctrina de la Trinidad. ¿La enseñaron más tarde eclesiásticos del siglo segundo?
DESDE alrededor de mediados del siglo segundo de nuestra era común aparecieron varios eclesiásticos a quienes hoy día se llama apologistas. Ellos escribieron para defender el cristianismo que conocían contra las filosofías hostiles que reinaban en el mundo romano de aquel tiempo. Su obra vino hacia fines, y después, del tiempo de los escritos de los padres apostólicos.
Entre los apologistas que escribieron en griego estuvieron Justino Mártir, Taciano, Atenágoras, Teófilo y Clemente de Alejandría. Tertuliano fue un apologista que escribió en latín. ¿Enseñaron ellos la Trinidad de la cristiandad moderna: tres personas coiguales (Padre, Hijo y Espíritu Santo) en una Divinidad, en la cual cada uno es verdadero Dios pero sin que haya tres Dioses, sino un solo Dios?

El Hijo está subordinado”
El Dr. H. R. Boer, en su libro A Short History of the Early Church (Breve historia de la iglesia primitiva), comenta sobre la esencia de la enseñanza de los apologistas:
Justino [Mártir] enseñó que antes de la creación del mundo Dios estaba solo y que no había ningún Hijo. [...] Cuando Dios quiso crear el mundo, [...] engendró a otro ser divino para crear el mundo por él. A este ser divino se le llamó [...] Hijo porque nació; se le llamó Logos porque se le tomó de la Razón o Mente de Dios. [...]
Por consiguiente, Justino y los demás apologistas enseñaron que el Hijo es una criatura. Él es una criatura elevada, una criatura suficientemente poderosa como para crear el mundo, no obstante, una criatura. En teología a esta relación entre el Hijo y el Padre se le llama subordinacionismo. El Hijo está subordinado, o sea, es subalterno al Padre, depende de él y existe por él. Los apologistas fueron subordinacionistas”1.
En el libro The Formation of Christian Dogma (La formación del dogma cristiano), el Dr. Martin Werner dice lo siguiente sobre el entendimiento más temprano de la relación entre el Hijo y Dios:
Esa relación se entendió inequívocamente como que era una de ‘subordinación’, esto es en el sentido de la subordinación de Cristo a Dios. Dondequiera que en el Nuevo Testamento se pasa a considerar la relación entre Jesús y Dios, el Padre, [...] esta se concibe y representa categóricamente como subordinación. Y el Subordinacionista más decidido del Nuevo Testamento, según el registro sinóptico, fue Jesús mismo [...] Esta posición original, firme y evidente como era, pudo mantenerse por mucho tiempo. ‘Todos los grandes teólogos prenicenos representaron la subordinación del Logos a Dios’”2.
De acuerdo con eso, R. P. C. Hanson, en The Search for the Christian Doctrine of God (Búsqueda de la doctrina cristiana de Dios), declara:
No hay ningún teólogo de la Iglesia oriental ni de la occidental antes del estallido de la controversia arriana [en el siglo IV] que no considere que en algún sentido el Hijo está subordinado al Padre”3.
El Dr. Alvan Lamson, en The Church of the First Three Centuries (La iglesia de los primeros tres siglos), añade el siguiente testimonio respecto a la enseñanza de las autoridades eclesiásticas antes del Concilio de Nicea (325 E.C.):
Los Padres antenicenos por lo general, si no uniformemente, sostuvieron la inferioridad del Hijo [...] El hecho de que veían que el Hijo era distinto del Padre se hace patente por la circunstancia de que sostienen claramente la inferioridad de él. [...] Lo consideraban distinto y subordinado”4.
Del mismo modo, en el libro Gods and the One God (Dioses y el único Dios), Robert M. Grant dice lo siguiente sobre los apologistas:
La cristología de las apologías, como la del Nuevo Testamento, es esencialmente subordinacionista. El Hijo siempre está subordinado al Padre, quien es el único Dios del Antiguo Testamento. [...] Lo que hallamos en estos escritores primitivos, pues, no es una doctrina de la Trinidad [...] Antes de Nicea, la teología cristiana fue casi universalmente subordinacionista”5.
En la Trinidad que la cristiandad enseña, el Hijo es igual al Dios Padre en eternidad, poder, posición y sabiduría. Pero los apologistas dijeron que el Hijo no era igual al Dios Padre. Consideraron que el Hijo estaba subordinado. Eso no constituye la enseñanza de la Trinidad.

Reflejo de la enseñanza del primer siglo
Los apologistas y otros primitivos Padres de la Iglesia reflejaron en gran medida lo que enseñaron los cristianos del primer siglo acerca de la relación entre el Padre y el Hijo. Note cómo se expresa esto en el libro The Formation of Christian Dogma:
En la era cristiana primitiva no hubo ninguna señal de algún tipo de problema o controversia trinitario, como el que luego ocasionó conflictos violentos en la Iglesia. La razón de esto indudablemente estriba en el hecho de que, para el cristianismo primitivo, Cristo era [...] un ser del elevado mundo angelical celestial, que fue creado y escogido por Dios para la tarea de traer, al final de las edades, [...] el Reino de Dios”6.
Además de eso respecto a la enseñanza de los anteriores Padres de la Iglesia, The International Standard Bible Encyclopedia admite:
En el pensamiento más temprano de la Iglesia, al hablar del Dios Padre se tiende a no concebirlo primero como el Padre de Jesucristo, sino como la fuente de todo ser. En consecuencia, el Dios Padre es, por decirlo así, Dios por excelencia. A Él corresponden descripciones como increado, inmortal, inmutable, inefable, invisible e ingénito. Es Él quien ha hecho todas las cosas, entre ellas la materia misma de la creación, de la nada. [...]
Esto pudiera parecer que da a entender que solo el Padre es apropiadamente Dios, y el Hijo y el Espíritu lo son solo en segundo lugar. Muchas declaraciones primitivas parecen apoyar esto”7.
Aunque esta enciclopedia pasa a restar importancia a esas verdades y a alegar que la doctrina de la Trinidad se aceptó en ese período primitivo, los hechos desmienten tal alegación. Considere las siguientes palabras del famoso teólogo y cardenal católico John Henry Newman:
Reconozcamos que la Iglesia Primitiva confesó consecuente y uniformemente todo el círculo de doctrinas, de las cuales es objeto nuestro Señor [...] Pero ciertamente es diferente en cuanto a la doctrina católica de la Trinidad. No veo en qué sentido puede decirse que hay un consenso de [las autoridades eclesiásticas] primitivas a favor de ella [...]
Los Credos de aquel tiempo primitivo no mencionan [...] la [Trinidad] en absoluto. Sí mencionan a Tres; pero el que haya algún misterio en la doctrina, que los Tres sean Uno, que sean coiguales, coeternos, todos increados, todos omnipotentes, todos incomprensibles, no se declara, y nunca podría deducirse de ellos”8.

Lo que enseñó Justino Mártir
Uno de los primeros apologistas fue Justino Mártir, quien vivió desde alrededor de 110 hasta 165 E.C. Ninguno de sus escritos existentes menciona a tres personas coiguales en un solo Dios.
Por ejemplo, según La Biblia (versión católica de Serafín de Ausejo), Proverbios 8:22-30 dice esto de Jesús en su existencia prehumana: “Yahvéh me creó al comienzo de su acción, antes que sus obras más antiguas. [...] Nací cuando no existían los abismos [...] Antes que las colinas yo nací [...] Allí estuve a su lado [el de Dios] como arquitecto”. Justino, al considerar esos versículos, dice en su Diálogo con Trifón:
Esta descendencia es engendrada por el Padre antes de todas las criaturas —la palabra lo ha puesto de manifiesto—; ahora bien, todo el mundo convendrá en que lo engendrado es numéricamente distinto del que lo engendra”9.
Puesto que el Hijo nació de Dios, Justino sí usa la expresión “Dios” tocante al Hijo. Declara en su Apología I: “El Padre del universo tiene un Hijo, que, siendo Verbo y primogénito de Dios, es también Dios”10. La Biblia también alude al Hijo de Dios mediante el título “Dios”. En Isaías 9:6 se le llama “Dios Poderoso”. Pero en la Biblia se llama “dioses” también a ángeles, humanos, dioses falsos y a Satanás. (Ángeles: Salmo 8:5; compárese con Hebreos 2:6, 7. Humanos: Salmo 82:6. Dioses falsos: Éxodo 12:12; 1 Corintios 8:5. Satanás: 2 Corintios 4:4.) En las Escrituras Hebreas, la palabra que se vierte “Dios”, ʼEl, significa sencillamente “Poderoso” o “Fuerte”. Su equivalente en las Escrituras Griegas es the·ós.
Además, el término hebreo que se usa en Isaías 9:6 muestra una distinción clara entre el Hijo y Dios. Ahí al Hijo se le llama “Dios Poderoso”, ʼEl Guib·bóhr, no “Dios Todopoderoso”. Este término en hebreo es ʼEl Schad·dái y aplica únicamente a Jehová Dios.
Sin embargo, note que aunque Justino llama al Hijo “Dios”, nunca dice que el Hijo es una de tres personas iguales, cada una de las cuales es Dios aunque las tres forman un solo Dios. Más bien, dice en su Diálogo con Trifón:
Es [...] llamado Dios y Señor [Jesús en su existencia prehumana] otro que está bajo el Hacedor del universo [el Dios Todopoderoso], y que [el Hijo] se llama también ángel o mensajero, por ser El [el Hijo] quien anuncia a los hombres cuanto quiere se les anuncie el Creador de todas las cosas, por encima del cual no hay otro Dios. [...]
[El Hijo] es otro que el Dios creador del universo, otro, digo, numéricamente, no en sentir y pensamiento”11.
Aparece un pasaje interesante en la Apología I de Justino, capítulo 6, donde él defiende a los cristianos de la acusación pagana de que son ateos. Escribe:
A El [Dios] y al Hijo, que de El vino y nos enseñó todo esto, y al ejército de los otros ángeles buenos que le siguen y le son semejantes, y al Espíritu profético, le damos culto y adoramos”12.
Un traductor de ese pasaje, Bernhard Lohse, comenta: “Como si no bastara con que en esta enumeración se menciona a ángeles como seres que reciben honra y adoración de los cristianos, Justino no titubea en mencionar a los ángeles antes de nombrar al Espíritu Santo”13. (Véase también An Essay on the Development of Christian Doctrine [Ensayo sobre el desarrollo de la doctrina cristiana]14.)
Así que, aunque Justino Mártir parece haberse apartado de la doctrina bíblica pura en relación con quién debe ser objeto de la adoración del cristiano, es patente que él no consideró que el Hijo fuera igual al Padre, como tampoco se consideró que los ángeles fueran iguales a Él. Respecto a Justino, citamos nuevamente de la obra The Church of the First Three Centuries, del señor Lamson:
Justino consideró que el Hijo era distinto de Dios e inferior a él: distinto, no en el sentido moderno de constituir una de tres hipóstasis, o personas, [...] sino distinto en esencia y naturaleza; con una existencia real, sustancial, individual, separada de Dios, de quien derivó todos sus poderes y títulos; constituido bajo él, y sujeto en todas las cosas a su voluntad. El Padre es supremo; el Hijo está subordinado: el Padre es la fuente de poder; el Hijo, el recibidor: el Padre origina; el Hijo, como ministro o instrumento suyo, ejecuta. Son dos en número, pero concuerdan, o son uno, en voluntad; la voluntad del Padre siempre convence al Hijo”15.
Además, Justino no dice en ninguna parte que el espíritu santo sea una persona igual al Padre y al Hijo. De modo que en ningún sentido puede decirse honradamente que Justino enseñó la Trinidad de la cristiandad moderna.

Lo que enseñó Clemente
Clemente de Alejandría (c. 150 a 215 E.C.) también llama al Hijo “Dios”. Hasta lo llama “Creador”, término que nunca se usa en la Biblia con referencia a Jesús. ¿Quiso decir que el Hijo era igual en todo sentido al Creador todopoderoso? No. Al parecer Clemente se refería a Juan 1:3, donde se dice del Hijo: “Todas las cosas vinieron a existir por medio de él”16. Dios utilizó al Hijo como agente en Sus obras creativas. (Colosenses 1:15-17.)
Clemente llama al Dios Supremo “el Dios y Padre de Nuestro Señor Jesús”17, y dice que “el Señor es también Hijo del Creador”18. Dice además: “El Dios del Universo es uno solo, bueno, justo, creador, [y el] Hijo [está] en el Padre”19. Así que escribió que el Hijo tiene a un Dios sobre sí.
Clemente habla de Dios como el “primer y único administrador de vida eterna, que el Hijo, quien la recibió de Él [Dios], nos da”20. El Dador original de vida eterna es claramente superior a aquel que, por decirlo así, la pasa adelante. Por eso Clemente dice que Dios “es primero, y supremo”21. También dice que el Hijo “es más allegado al único que es el Todopoderoso” y que el Hijo “ordena todas las cosas de acuerdo con la voluntad del Padre”22. Una y otra vez Clemente muestra la supremacía del Dios Todopoderoso sobre el Hijo.
Respecto a Clemente de Alejandría, leemos en The Church of the First Three Centuries:
Pudiéramos citar numerosos pasajes de Clemente en los cuales se sostiene claramente la inferioridad del Hijo. [...]
Nos asombra que alguien pueda leer a Clemente con atención regular, e imaginarse por un momento que él considerara al Hijo numéricamente idéntico al Padre o uno con él. Su naturaleza dependiente e inferior, según nos parece, se reconoce por todas partes. Clemente creía que Dios y el Hijo eran numéricamente distintos; en otras palabras, dos seres: uno supremo, el otro subordinado”23.
Además, de nuevo se puede decir: Aunque a veces parezca que Clemente va más allá de lo que dice la Biblia acerca de Jesús, en ninguna parte habla de una Trinidad compuesta de tres personas iguales en un solo Dios. Apologistas como Taciano, Teófilo y Atenágoras, que vivieron entre el tiempo de Justino y el de Clemente, tuvieron puntos de vista semejantes a los considerados. El señor Lamson dice que ellos “no fueron más trinitarios que Justino mismo; es decir, no creyeron en Tres indivisos y coiguales, sino que enseñaron una doctrina totalmente incompatible con esa creencia”24.

La teología de Tertuliano
Tertuliano (c. 160 a 230 E.C.) fue el primero que usó la palabra latina trinitas. Como hace notar Henry Chadwick, Tertuliano propuso que Dios es ‘una sustancia que consiste en tres personas’25. Con todo, eso no significa que pensaba en tres personas coiguales y coeternas. No obstante, sus ideas constituyeron la base sobre la cual escritores posteriores fueron formando la doctrina de la Trinidad.
El concepto que Tertuliano tenía del Padre, el Hijo y el espíritu santo era muy diferente de la Trinidad de la cristiandad, pues él era subordinacionista. Consideraba que el Hijo estaba subordinado al Padre. En Against Hermogenes (Contra Hermógenes) escribió:
No debemos suponer que haya algún otro ser aparte de Dios que no sea engendrado ni creado. [...] ¿Cómo puede ser que algo, excepto el Padre, sea más viejo, y a causa de esto más noble, que el Hijo de Dios, la Palabra unigénita y primogénita? [...] Ese [Dios] que no requirió un Hacedor para darle existencia, estará mucho más elevado en categoría que ese [el Hijo] que tuvo un autor que lo trajo a la existencia”26.
También, en Against Praxeas (Contra Práxeas) muestra que el Hijo es diferente del Dios Todopoderoso y está subordinado a él cuando dice:
El Padre es la sustancia completa, pero el Hijo es una derivación y porción del entero, como Él Mismo reconoce: ‘Mi Padre es mayor que yo’. [...] Así que el Padre es distinto del Hijo, por ser mayor que el Hijo, en la medida en que Aquel que engendra es uno, y Aquel a quien se engendra es otro; también, Aquel que envía es uno, y Aquel a quien se envía es otro; y de nuevo, Aquel que hace es uno, y Aquel mediante el cual se hace la cosa es otro”27.
Tertuliano, en Against Hermogenes, declara además que hubo un tiempo en que el Hijo no existía como persona, lo cual muestra que no consideraba que el Hijo fuera un ser eterno en el mismo sentido que lo era Dios28. El cardenal Newman dijo: “A Tertuliano se le debe considerar heterodoxo [que creía en doctrinas no ortodoxas] en la doctrina de la generación eterna de nuestro Señor”29. Respecto a Tertuliano, el señor Lamson declara:
Esta razón, o Logos, como lo llamaban los griegos, se transformó después, como creía Tertuliano, en la Palabra, o el Hijo, es decir, un ser real, que había existido desde la eternidad solo como un atributo del Padre. Sin embargo, Tertuliano le atribuyó una categoría subordinada respecto al Padre [...]
Juzgado según cualquier explicación aceptada de la Trinidad en este tiempo, el intento de salvar a Tertuliano de condenación [como hereje] sería inútil. Él no podría aguantar la prueba ni un momento”30.

Ninguna Trinidad
Si usted fuera a leer todas las palabras de los apologistas, hallaría que, aunque en algunos aspectos ellos se desviaron de las enseñanzas de la Biblia, ninguno enseñó que el Padre, el Hijo y el espíritu santo fueran coiguales en eternidad, poder, posición y sabiduría.
Esto también es así en el caso de otros escritores de los siglos segundo y tercero, como Ireneo, Hipólito, Orígenes, Cipriano y Novaciano. Aunque algunos llegaron a equiparar al Padre con el Hijo en ciertos detalles, en otros aspectos consideraron que el Hijo estaba subordinado al Dios Padre. Y ninguno de ellos siquiera especuló que el espíritu santo fuera igual al Padre y al Hijo. Por ejemplo, Orígenes (c. 185 a 254 E.C.) declara que el Hijo de Dios es “primogénito [...] de toda la creación” y que las Escrituras “saben de El que es más viejo que todas las criaturas”31.
Una lectura objetiva de esas autoridades eclesiásticas primitivas muestra que la doctrina de la Trinidad que la cristiandad enseña no existía en el tiempo de ellas. Como dice The Church of the First Three Centuries:
La doctrina popular moderna de la Trinidad [...] no deriva apoyo alguno del lenguaje de Justino: y esta observación puede extenderse a todos los Padres Antenicenos; es decir, a todos los escritores cristianos por tres siglos después del nacimiento de Cristo. Es verdad que ellos hablan acerca del Padre, el Hijo y el Espíritu santo o profético, pero no como si fueran coiguales, ni como si fueran una sola esencia numérica, ni como Tres en Uno, en cualquiera de los sentidos admitidos ahora por los trinitarios. Precisamente lo contrario es la realidad. La doctrina de la Trinidad, como la explicaron esos Padres, era esencialmente diferente de la doctrina moderna. Afirmamos esto como un hecho tan demostrable como cualquier hecho en la historia de las opiniones humanas”32.
En realidad, antes del tiempo de Tertuliano ni siquiera se mencionó la Trinidad. Y la Trinidad ‘heterodoxa’ de Tertuliano fue muy diferente de la creencia actual. Entonces, ¿cómo se desarrolló la doctrina de la Trinidad según se entiende en la actualidad? ¿Fue en el Concilio de Nicea en 325 E.C.? Examinaremos estas cuestiones en la Parte 4 de esta serie, en un número futuro de La Atalaya.

Referencias
1. A Short History of the Early Church, por Harry R. Boer, 1976, página 110.
2. The Formation of Christian Dogma, por Martin Werner, 1957, página 125.
3. The Search for the Christian Doctrine of God, por R. P. C. Hanson, 1988, página 64.
4. The Church of the First Three Centuries, por Alvan Lamson, 1869, páginas 70, 71.
5. Gods and the One God, por Robert M. Grant, 1986, páginas 109, 156, 160.
6. The Formation of Christian Dogma, páginas 122, 125.
7. The International Standard Bible Encyclopedia, 1982, tomo 2, página 513.
8. An Essay on the Development of Christian Doctrine, por el cardenal John Henry Newman, sexta edición, 1989, páginas 14-18.
9. Padres Apologetas Griegos, segunda edición, B.A.C., Madrid, 1979, página 528; introducciones, texto griego, versión española y notas de Daniel Ruiz Bueno.
10. Ibíd., página 254.
11. Padres Apologetas Griegos, páginas 394, 395, 397.
12. Ibíd., página 187.
13. A Short History of Christian Doctrine, por Bernhard Lohse, traducido del alemán al inglés por F. Ernest Stoeffler, 1963, segunda impresión en rústica: 1980, página 43.
14. An Essay on the Development of Christian Doctrine, página 20.
15. The Church of the First Three Centuries, páginas 73, 74, 76.
16. Clemente de Alejandría. El pedagogo, B.C.G., Madrid, 1988, página 130; traducción y notas por Joan Sariol Díaz.
17. Ibíd., página 107.
18. Ibíd., página 108.
19. Ibíd.
20. The Ante-Nicene Fathers, edición preparada por Alexander Roberts y James Donaldson, reimpresión estadounidense de la edición de Edimburgo, 1885, tomo II, página 593.
21. Ibíd.
22. Ibíd., página 524.
23. The Church of the First Three Centuries, páginas 124, 125.
24. Ibíd., página 95.
25. The Early Church, por Henry Chadwick, impresión de 1980, página 89.
26. The Ante-Nicene Fathers, tomo III, página 487.
27. Ibíd., páginas 603, 604.
28. Ibíd., página 478.
29. An Essay on the Development of Christian Doctrine, páginas 19, 20.
30. The Church of the First Three Centuries, páginas 108, 109.
31. Orígenes. Contra Celso, B.A.C., Madrid, 1967, página 364; introducción, versión y notas por Daniel Ruiz Bueno.
32. The Church of the First Three Centuries, páginas 75, 76.
[Ilustración en la página 27]
Clemente
[Reconocimiento]
Historical Pictures Service
[Ilustración en la página 28]
Tertuliano
[Reconocimiento]

Historical Pictures Service

No hay comentarios:

Publicar un comentario