La
piel: más que una protección pasiva
La piel constituye la
primera línea defensiva contra los invasores. Es más que una
cubierta protectora pasiva, pues tiene células que advierten al
sistema inmunitario de la presencia de microorganismos invasores.
Billones de bacterias benignas viven en la piel, en algunas zonas
hasta tres millones por centímetro cuadrado. Algunas producen ácidos
grasos que estorban el desarrollo de hongos y bacterias
perjudiciales. A este respecto, la revista Scientific American,
en su número de junio de 1985, explica que la piel es un “elemento
activo del sistema inmunológico”, con células especializadas que
desempeñan “funciones interrelacionadas para responder a
invasiones desde el exterior”.
También forman parte del
sistema de protección unas membranas que recubren la cara interna de
la piel y que secretan mucosidad que atrapa a los microbios. La
saliva, las secreciones nasales y las lágrimas contienen sustancias
que matan a los microbios. Los cilios similares a pelillos situados
en las vías que conducen hasta los pulmones empujan la mucosidad y
los desperdicios hasta la garganta, desde donde se expulsan al toser
o estornudar. Si los invasores llegan hasta el estómago, son
eliminados por los ácidos, descompuestos por las enzimas digestivas
o bien quedan atrapados en la mucosidad que recubre el estómago y
los intestinos, con lo que terminan por ser evacuados junto con otros
desperdicios corporales.
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