martes, 1 de agosto de 2017

S.I. Las tropas de defensa del sistema inmunològico



Tropas de defensa en las filas del sistema inmunológico


 Fagocitos 
Células que comen. Son de dos clases: neutrófilos y macrófagos. Son basureros que consumen desperdicios inanimados, células muertas y otros tipos de basura, así como grandes cantidades de microbios invasores. Los macrófagos son más grandes, fuertes y resistentes que los neutrófilos, viven más e ingieren más microorganismos. Sin embargo, son mucho más que unidades de eliminación de basura, pues fabrican diferentes tipos de enzimas y agentes antimicrobianos y funcionan como enlaces de comunicación con otras células del sistema inmunológico e incluso con el cerebro.


 MHC (complejo mayor de histocompatibilidad) 
Moléculas que recubren las células y las identifican como pertenecientes al cuerpo. En los macrófagos, el MHC despliega una parte de los antígenos de las víctimas que el macrófago ha ingerido, lo que estimula tanto a la célula auxiliar T como al macrófago a multiplicarse prodigiosamente para aumentar su número y combatir la infección.


 Células T auxiliares 
Son los jefes de operaciones del sistema inmunológico, que identifican a los enemigos y estimulan la producción de otros guerreros, reclutándolos para que se unan a la batalla contra los invasores. Piden refuerzos entre los macrófagos, otras células T y B y estimulan la producción de células plasmáticas.


 Linfocinas 
Proteínas similares a las hormonas, que incluyen las interleucinas y el gamma interferon, y que sirven para que las células inmunológicas se comuniquen entre sí. Activan reacciones vitales en el sistema inmunológico, potenciando su respuesta frente a los gérmenes patógenos.


 Células asesinas T 
Destruyen las células en las que parasitan virus y microbios por medio de dispararles proteínas letales, con lo que acribillan sus membranas y hacen que las células se rompan. También eliminan las células que se han vuelto cancerosas.


 Células B 
Bajo el estímulo de las células auxiliares T se incrementa el número de células B y algunas se dividen y transforman en células plasmáticas.


 Células plasmáticas 
Producen millones de anticuerpos que circulan por todo el cuerpo como si fueran misiles teledirigidos.


 Anticuerpos 
Cuando los anticuerpos encuentran antígenos en su camino, sus receptores se pegan a ellos, los agarran, detienen y hacen que se agrupen de manera que se conviertan en bocados apetecibles para los fagocitos. También pueden hacer el trabajo ellos mismos, con la ayuda de los factores de complemento.


 Proteínas de complemento 
Una vez que los anticuerpos se han colocado sobre la superficie del microorganismo, las proteínas de complemento fluyen hacia ellas y les inyectan líquido, haciendo que revienten y mueran.


 Célula supresora T 
Cuando se ha contenido la infección y el sistema inmunológico ha ganado la batalla, las células supresoras T entran en acción y utilizan señales químicas para frenar toda la variedad de respuestas inmunológicas. La batalla está ganada


Células con memoria
Para entonces, las células T y las células B han generado células con memoria que circulan por la corriente sanguínea y el sistema linfático durante años, incluso durante toda la vida.
Si se produce otra invasión por el mismo tipo de organismo que había sido derrotado previamente, estas células preparan un ataque arrollador y la nueva invasión se aplasta con rapidez.
De esta forma, el cuerpo se inmuniza frente a ese microorganismo específico.
Este es el mecanismo que hace que las vacunas sean efectivas para eliminar enfermedades que constituyeron una plaga años atrás, como el sarampión, la viruela, la fiebre tifoidea, la difteria y otras.

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