martes, 1 de agosto de 2017

S.I. Comunicaciòn cerebro sistema inmunològico



Comunicación entre el cerebro y el sistema inmunológico
No es extraño que se haya comparado al sistema inmunológico con el cerebro. La investigación continúa demostrando que se comunican sobre nuestra salud y que la mente ejerce influencia sobre el cuerpo, lo que incluye al sistema inmunológico. Los siguientes comentarios muestran la interacción existente:
Los inmunólogos están descubriendo más cosas sobre la relación entre el cuerpo y la mente, así como sobre los mecanismos de las enfermedades psicosomáticas.” (National Geographic, junio de 1986, página 733.)
La relación entre el sistema inmunológico y el cerebro se conoce, pero no se comprende bien. 
La tensión, la pérdida de un ser querido, la soledad y la depresión afectan el funcionamiento de los leucocitos, o de los linfocitos, lo que reduce la actividad de las células T. “La base biológica de estas interrelaciones sigue siendo en su mayor parte un misterio. 
Sin embargo, está claro que los sistemas nervioso e inmune están interrelacionados anatómica y químicamente.” (The Incredible Machine, páginas 217 y 219.)
El sistema inmunológico [...] rivaliza con el sistema nervioso central en sensibilidad, especificidad y complejidad.” (Immunology, página 283.)

La revista Science comenta la relación entre el cerebro y el sistema inmunológico: 
“Gran cantidad de pruebas indican que los dos sistemas están íntimamente relacionados. [...] La conclusión a la que estamos llegando es que los sistemas nervioso e inmune están altamente integrados y son capaces de comunicarse entre sí para coordinar sus actividades” (8 de marzo de 1985, páginas 1190-1192).
Todo esto refleja la infinita sabiduría del Creador del sistema inmune y del cerebro. 
A su vez, hace que nos preguntemos si nuestro Creador, después de implantar en nosotros maravillas como el cerebro y el sistema inmunológico, nos programaría para morir. 
En realidad, Él no lo hizo; son los científicos los que dicen que estamos diseñados de esa forma. Nos dicen que las células se dividen —se crean más de doscientos millones en nuestro cuerpo cada minuto— para reemplazar a células viejas o desgastadas. 
Sin embargo, de acuerdo con los científicos, nuestras células no se dividirán más de cincuenta veces. Cuando perdemos más de las que podemos reemplazar, llega la vejez y la muerte.

Pero el hombre no fue creado para esto, sino que lo provocó él mismo. 
Fue creado para vivir, ser fructífero, multiplicarse, llenar la Tierra y cuidarla, siempre y cuando fuese obediente a su Creador. 
Por eso, se le advirtió: si desobedeces “muriendo morirás”. El primer hombre desobedeció, se sintió culpable y se ocultó, y desde entonces, la humanidad ha estado muriendo. (Génesis 1:26-28; 2:15-17, Biblia con referencias, nota al pie de página; 3:8-10.)
Por otra parte, los sentimientos negativos persistentes con el tiempo llegan a ser “podredumbre a los huesos” y como también dice la Biblia, “un espíritu que está herido seca los huesos”. 
Una consecuencia es la disminución de la capacidad del sistema inmunológico, ya que se necesita una médula ósea sana para producir la gran cantidad de leucocitos necesarios para combatir una infección. (Proverbios 14:30; 17:22.)

Sin embargo, la muerte será reemplazada por vida, y un sistema inmunológico que funcione adecuadamente será un factor importante que contribuirá a ello. 
El propósito de Jehová de tener un paraíso terrestre lleno de humanidad justa y obediente se logrará mediante el sacrificio de rescate de Cristo Jesús. 
Entonces nadie enfermará, la muerte será eliminada y toda carne ‘se hará más fresca que en la juventud’. (Job 33:25; Isaías 33:24; Mateo 20:28; Juan 17:3; Revelación 21:4.) Entonces, el asombroso sistema inmunológico diseñado por Jehová nunca perderá la batalla contra los agentes invasores.

Incluso ahora, nuestro sistema inmunológico, con sus defectos, es un milagro de la creación. 
Cuanto más aprendemos sobre él, más nos asombra su maravilloso creador, Jehová Dios. 
Por eso, nos unimos al salmista David en su expresión inspirada: “Te elogiaré porque de manera que inspira temor estoy maravillosamente hecho. Tus obras son maravillosas, como muy bien percibe mi alma”. (Salmo 139:14.)

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