El
conocimiento aumenta, pero el enigma persiste
Desde
que apareció el virus del sida y dirigió sus ataques principalmente
contra el sistema inmunológico, se han multiplicado las
investigaciones y el conocimiento se ha incrementado muchísimo.
No obstante, el sistema inmunológico es tan
maravillosamente complejo que gran parte de su funcionamiento
sigue siendo un misterio, como muestran los siguientes comentarios
hechos por inmunólogos.
El
inmunólogo John Kappler afirma:
“Este campo está progresando con
tanta rapidez que cuando los artículos de investigación salen en
prensa, la información ya está desfasada”. (Time,
23 de mayo de 1988, página 56.)
El
inmunólogo Leroy Hood, del Instituto California de Tecnología,
declara:
“Hemos llegado a comprender bien cuáles son los
componentes del sistema inmunológico, pero no sabemos casi
nada sobre la programación que hace que el sistema funcione, es
decir, los genes que dicen a las células lo que tienen que hacer”.
Respecto a las señales químicas semejantes a hormonas que
desencadenan la reacción, las linfocinas, Hood dice que las que han
sido descubiertas hasta ahora “son solo la punta del iceberg”.
(National
Geographic,
junio de 1986, página 732; Time,
23 de mayo de 1988, página 64.)
El
investigador Edward Bradley declara: “Probablemente sabemos
del sistema inmunológico tan poco como Colón sabía sobre América
después de su primer viaje”. (National
Geographic,
junio de 1986, página 732.)
Cuando
surge la guerra civil
“La
capacidad de distinguir lo perteneciente al individuo de lo extraño
a él es el sello característico del sistema inmunológico.”
(Immunology,
página 368.)
Pero cuando el sistema se descontrola —como sucede a
veces— no consigue hacer la distinción y acaba por librarse una
guerra civil, una lucha contra sí mismo.
Las enfermedades que
entonces se producen se denominan enfermedades autoinmunes.
Se cree
que la fiebre reumática, la artritis reumatoide, la esclerosis
múltiple, la diabetes del tipo 1, la miastenia gravis y el
lupus sistémico eritematoso tienen este origen.
Además,
el sistema inmunológico a veces se equivoca al considerar a
invasores inofensivos como enemigos peligrosos.
La reacción alérgica
puede provocarla un grano de polen, una partícula de polvo, pelo de
animal o tan solo un poco de cangrejo.
Se producen cantidades
excesivas de agentes químicos potentes, como la histamina, para
repeler sustancias que son inofensivas en sí mismas, por lo que las
reacciones alérgicas pueden ser muy molestas: asma, estornudos,
respiración forzada, goteo nasal y lacrimeo.
En casos extremos,
pueden provocar el llamado “shock anafiláctico”, condición que
puede llegar a producir la muerte.
El
consumo de marihuana “desempeña un papel importante en debilitar
el sistema inmunológico, porque limita el desarrollo de ciertos
leucocitos”. (Industrial
Chemist,
noviembre de 1987, página 14.)
Aumenta
el número de pruebas en apoyo de que las transfusiones de sangre son
perjudiciales para el sistema inmunológico. Cientos de trabajos
científicos en los últimos años las han relacionado con la
inmunosupresión. En un informe se comentaba que “una unidad de
sangre es suficiente para producir inmunosupresión”. (Medical
World News,
11 de diciembre de 1989, página 28.)
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